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domingo , abril 28 2024
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HÉCTOR RICARDO GARCÍA

 

Por CARLOS BALMACEDA *

 

¿Quién está detrás de Ariel Delgado cuando transmite por Radio Colonia eso que durante la dictadura otros no pueden decir? ¿Quién elige esa música de fondo con “barras y estrellas” para que el “último momento” sea estruendoso y atractivo? ¿Quién está detrás de esa voz inconfundible del periodista cuando dice “Bueeeenos Aires”?

El que está detrás de esa radio que todo el mundo escucha por el dato censurado, por Delgado, que teatraliza las noticias y por los números de la quiniela, Nacional y Provincia, es, como algunos habrán adivinado, Héctor Ricardo García.

¿Quién está detrás de esos dos jóvenes que escriben guiones en una pieza, y que sentarán en la mesa de un café porteño a Fidel Pintos con Minguito, a Porcel con Javier Portales en un skectch que dura ya más de medio siglo?

Detrás de esos dos hermanos está Héctor Ricardo García.

¿Quién transmite Argentina Perú por las eliminatorias del Mundial usando por primera vez el satélite, quién se le acerca a un adolescente uruguayo y le dice que será el relator más grande de aquí a unos años y lo mete en una cabina para transmitir un partido de Racing?

Sí, otra vez, es Héctor Ricardo García.

Allí en Teleonce, hay una placa que invita a ver el canal colega que pasa la pelea entre Bonavena y Mohammed Alí a principios de los setenta, un letrero, porque ellos no tienen nada para competir con eso.

Y, claro, lo manda poner el “Gallego” García, el mismo que a los 18 años intentó con una revista, y después vio un diario chileno y se sorprendió del fútbol destacado en tapa, y un día pispeó los tabloides ingleses y su truculencia para el crimen, y ahí nomás decidió que “Crónica” sería el nombre del periódico que llegó a tener primera, quinta, sexta edición y vendería la mayor cantidad de ejemplares en el mundo de habla hispana.

Es García el primero que tiene un diario, “Crónica”, y luego un canal, el Once, una radio, Colonia, y un teatro, es él quien inventa lo que es un multimedio. Por Héctor Ricardo García los más viejos no olvidaremos jamás a Fabiana López, la novia abandonada por el ganador del PRODE Mercedes Negrete. García es la voz de un locutor de Teleonce anunciando un recital de Ginamaría Hidalgo en “el estudio más grande en América Latina” y García es al que Perón le agradece haber dejado una cámara fija en Ezeiza, la que tal vez evitó que lo mataran, y fue él quien le hizo el primer reportaje en la revista “Así”, cuando estaba exiliado y perseguido.

Ese que ahora se despierta y tiene frente a sí un FAL y tres tipos con las caras tapadas, es García. Ese que escucha que uno de los muchachos del ERP dice “qué buen gusto tiene García”, cuando ve quién lo acompaña en la cama, no puede ser otro más que Héctor Ricardo García. Y ahí nomás lo secuestran para que publique un comunicado, claro.

Ah, y ese al que le cierra el diario Isabel Perón es García, y al que se lo cierra Onganía, y al que lo amenaza la dictadura diciéndole que no puede publicar las muertes de los militares asesinados por la guerrilla, y mucho menos nombrar a sus autores, es García, y ya sabés entonces quién será el que cuando maten a un capitán dirá en tapa que murió “en un accidente”.

Cada recuerdo de tu infancia, cincuentón, es García: los sábados de Súper Acción, con una de cowboys, otra de guerra, una de ciencia ficción y alguna en la selva; los enanos casados por Galán, los dobles de cada político en “Telecómicos” y el de Perón diciéndole a Lanusse “me dio el cuero para volver y además me hice esta carterita”.

¿Escuchás? Esa marcha ya no es “Barras y estrellas”, una tradicional de los yanquis. Es la música de “Crónica”, es el último momento, es Orellano rompiéndote los tímpanos y diez cabezas en los noventa girando hacia el televisor en un café, para ver cómo el móvil del canal llega antes que la policía al lugar.

La eterna tira de “Lolita” en tapa es García, la angurria de buscar el diario un domingo a las seis de la tarde para ver cómo salieron los partidos, y más si ganamos nosotros, es García. Cada titular con gancho, con picardía, con humor, es García.

Le ponen una bomba en un teatro, y García sigue produciendo. Hacen un monopolio con la producción de papel, después de asesinar a una familia y secuestrar a los principales colaboradores de Papel Prensa, y García sigue publicando “Crónica”.

Ahí en la redacción, hay uno haciendo guardia, a los cabezazos, con un fotógrafo al lado, pero suena el teléfono, dicen “mataron a dos” y ahí salen y cruzan la ciudad, y entonces esa sombra que se asoma por detrás de una puerta, es García.

Ese que dice que “Clarín” se quedó con Papel Prensa es García, ese al que ahora lo acusan de evasión, mientras los torturadores, secuestradores y apropiadores de una empresa se codean con el poder en la embajada de Estados Unidos, es García.

Zulma Lobato entrevistada por Anabella Ascar es García, y sacar al aire a Riverito para que medie en una toma de rehenes en el CONICET, es García.

Y ese que le dice a Miguel Fitzgerald yo te consigo un avión para ir a Malvinas, pero vos llevá a un fotógrafo del diario, y al otro día titula “Hoy las Malvinas fueron ocupadas” y que así la gente le saque la “Crónica” de las manos, a los canillitas ya te podés imaginar quién es. Así que no hace falta que hagas un esfuerzo para saber que el que va en un avión de línea cuatro años después, cuando unos muchachos argentinos lo secuestran y bajan otra vez en las islas, es García. Y entonces vas a deducir fácil quién firma la nota “Ayer vi flamear la bandera argentina en las Malvinas”. Sí, el único argentino junto con Fitzgerald, que antes de 1982 fue dos veces allí. El mismo que cada vez que se refiere a los ingleses en una tapa los llama “piratas”, se trate de una guerra o de un partido.

El único empresario de medios que estuvo preso, ya con setenta y pico largos y que siguió sospechado a los ochenta. Porque así suele ser está picadora de carne desleal, artera e ingrata que reparte medallas y amonestaciones en este bendito país.

Pero ¿escuchás ahora? sonó un teléfono y alguien sale en medio de la noche, alguien quiere hacer una denuncia, hubo un choque en la Panamericana. Y ahora se escucha el repiqueteo de un teclado, y refulge un flash y las rotativas escupen diarios a la calle con las últimas estrellas anunciando que hace unos días se fue García.

Mirá la tele, allá en el bar. Sí, es la vieja marcha familiar. Hay una placa roja, con grandes letras blancas, y en la pantalla se lee: “RESPETO, QUE HOY HA MUERTO UN ARGENTINO DE BIEN. RESPETO”.

Se hacen entonces unos segundos de silencio. No tintinean las cucharitas sobre las bandejas de metal ni los mozos vocean los pedidos.

Solo unos segundos.

Y de inmediato, siguen las noticias, como siempre, porque “hay más informaciones para este boletín”.

  • Escritor, periodista, actor.

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