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Por FERNANDO INFANTE LIMA *
“Mientras nos movemos hacia ningún final, aprendemos a morir”
Jaz Coleman
Una idea pierde valor en el instante mismo de su nacimiento. Un pensamiento es emboscado, aturdido, extorsionado por una tormenta artificial que altera la percepción de la realidad. La libertad es condicionada y la colonización invocando un cambio cultural, es la estratagema que pretende subordinar las conciencias. La sociedad asiste perpleja al nacimiento de un monstruo ajeno a todo dominio.
El sentido de pertenencia en la Argentina se ha construido en la defensa de las ideas propias y en el reflejo de quien se quiere evitar ser. La dualidad se ha expresado de manera persistente desde el nacimiento de la nación. La antinomia se convirtió en un rasgo fuerte en la edificación de identidad. La importancia del ser es equivalente al no ser.
La política ha sido un engranaje dinámico, imperfecto, perverso, que ha ido cambiando su máscara a través de los procesos históricos, desde las diferencias irreconciliables de unitarios y federales hasta el latido reciente de justicialistas y radicales. La caracterización del bi-partidismo ha entrado en agonía en favor de una atomización de resultado incierto.
El amor filial, la fidelidad incondicional, que ha favorecido a los grandes partidos, está hipotecada por discrepancias internas y externas, en ocasiones feroces; que ahoga la visión romántica, idílica, de la creación de un estado de bienestar. El fango es el territorio del combate y está reservado solo para quienes pueden esgrimir orgullosos, las marcas obscuras, las cicatrices vergonzantes, cubiertas de irracionalidad.
La comunicación está perdiendo su valor esencial: el diálogo. La intolerancia, la incapacidad de dar atención a una interpretación contraria a los propios intereses, la imposibilidad de intentar entender razones impropias, se ha convertido un emergente violento, en ocasiones disruptivo, que mitiga toda posibilidad de entendimiento.
El ejercicio del periodismo es invadido por agentes externos que se valen de herramientas inválidas. La simplificación, la distorsión y las mentiras, se replican en un espiral incontenible, que sientan la duda acerca de la legitimidad de la información. La madeja se abre a un discurso falso e insustancial, que intenta nublar miradas. Un juego que se sostiene en la traslación de la carga propia al oponente, en una retro alimentación de falsedades que contamina cualquier movimiento limpio.
La política es una herramienta que puede transformar la realidad. Es el árbitro en la cruza de intereses encontrados que se producen en la sociedad, es la encargada de administrar y organizar la vida de una nación. La acción política no se puede supeditar a acuerdos e intereses espurios, a quiebres y divisiones miserables, a la apertura interminable de espacios que fomentan la pérdida de la identidad.
- Ya nada será Igual / La Señal Medios
