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sábado , abril 27 2024
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¿Where La Gloriosa JP gone?

 

Por LAUTARO FERNÁNDEZ ELEM *

 

Existe un bache generacional que empezaremos a notar en algunos años. Hablando de la militancia, claro, o por lo menos de lo que entendemos por militancia en términos modernos -no posmodernos-.

Evitando por un momento la idea de la “militancia de redes sociales” como acto que un individuo realiza en pos del bien común o de su intención de transformar la realidad, nos encontramos con una cruda verdad: los jóvenes de clase media ya no tienen motivación por ser revolucionarios.

No cuentan las revoluciones tecnológicas, musicales, comunicacionales. Hablamos de la transformación estructural de la sociedad y sus relaciones de poder. De la distribución de la riqueza. Del gobierno del pueblo. En una gran generalización, las voluntades relativas o hasta porcentuales de militantes revolucionarios sobre el total de la generación, son cada vez menores de lo ya pequeño que siempre fueron. Jóvenes que ni siquiera quieren ser políticos o mover algo de gente detrás de una idea, que no se ven motivados por un símbolo superior o por un problema mundano.

Antes de que levanten la mano para decir “mientras vos progre de mierda estás perdiendo tiempo escribiendo esta pelotudez, yo voy todos los días al barrio desde hace años” -lo cual entiendo y comparto- sepan que no es contra ustedes este análisis.

Esto contrasta con algo que sí sucedió con fuerza durante varios años de hace no tanto tiempo, cuando la política se había convertido en uno más de los intereses mainstream y además había reencontrado espacios territoriales donde compartirlo. No sólo “había renacido la militancia política”, sino que la política estaba de moda. En series, películas, en los horarios prime time, en lo llamado “aesthetic”, en el militante o la militante que encontraban no solo una salida laboral sino un ámbito de vinculación con sus pares y que, además, era felicitado por sus familias y distintos espacios mediáticos.

Existió también un desfasaje o una falsa impronta de ese objetivo. Potente pero mal encaminado: el destino/futuro/objetivo era solo la política institucional y no tanto la política de organizar al pueblo. Pero es otro debate que no ocupa estas líneas.

Juventud Peronista - Militancia Digital Chubut

El triunfo de Macri en 2015 fue el gran big bang de las desgracias argentinas. En una incontable lista de fenómenos desde aquella vez hasta hoy que dañaron a nuestro pueblo, economía, política, cultura, relaciones, etc. nos ocupan aquellos que dañaron no sólo a la militancia en sí, sino que dañaron la potencialidad militante, es decir, la posibilidad de que surja nueva militancia.

En otros textos hemos hablado de la desazón, de la decepción, de la falta de conducción y del abandono de la práctica por la falta de resultados. También lo es el simple hecho simple y biológico de que crecimos y tenemos que garantizar nuestra propias tareas y familias, el aburguesamiento que llega con la edad, etc. Conocidos son los temas y difundidas las coincidencias. Sin embargo, aquí abordamos algunos otros subterfugios.

La proliferación de herramientas tecnológicas, de espacios de difusión, de encuentros virtuales, ofrecieron una territorialidad distinta, nueva, novedosa y, por tanto, llamativa que terminó por reemplazar la voluntad de hacer política por la de hablar de política.

Mis viejos siempre militaron. Son periodistas y toda la vida fueron peronistas. Hicieron política en las organizaciones estudiantiles en la Universidad Nacional de La Plata, trabajaron décadas cubriendo y analizando la vida política, sindical, cultural, deportiva nacional e internacional. Asistieron y fueron parte de la organización de incontable cantidad de movilizaciones callejeras, de actividades barriales, de actos políticos. En mi casa se hablaba de política, en las casas de los amigos de mi familia se hablaba de política.

Esta realidad total o parcialmente coincide con la de una buena cantidad de jóvenes que componen el colectivo militante al que me refiero. Dejo de lado en este análisis a aquellos pibes y pibas que, con otra realidad muy distinta, llegaron a la militancia a través de sus propios problemas (barriales, sindicales, estudiantiles, etc).

Nos sumamos porque había un rastro que seguir y un empuje para hacerlo. Pero nuestra misma generación, que ha dedicado una enorme cantidad de su tiempo en el “hacer” de la política o al “hacer militante”, si hoy es motivado por algo a nivel político (propositivo o en respuesta) primero apunta a su difusión y debate y luego -o nunca- a su ejecución.

Pasamos de “me gusta la política, voy a militar en algún lado” a “me gusta la política, voy a hacer un podcast”.

¿Está mal hacer un podcast? No. ¿Está mal stremear? No. ¿Está mal hacer un corto documental? No. ¿Está mal comunicar? Por supuesto que no.

Ahora bien. Para un militante ¿Está mal no ejercer la militancia? Y…

Entonces.

 

Juventud Peronista Archives - Pressenza

 

La generación millenial está herida en sus valores militantes por los resultados electorales y por sus insatisfactorias dirigencias, y además se ha encontrado con la nueva facilidad de seguir relacionado con la política mediante una gran cantidad de canales sociales. ¿Por qué habría de salir a militar en el barrio, en el sindicato, en la política institucional o en cualquier ámbito del movimiento, a menos que su trabajo se lo requiera?

Detrás nuestro el panorama no es más alentador si de sostener y fortalecer la organización popular hablamos.

Quienes nos suceden, los centenialls y aún menores, no han perdido la motivación por la política práctica. Porque nunca la han tenido. Y peor aún, abrumados por la sobre oferta de los canales y medios digitales y las relaciones sociales virtuales, entienden su transformación sólo a través de los mismos. Si tienen interés en asomarse a la política por alguna razón un otra, no buscarán la agrupación del colegio, o la unidad básica del barrio sino el acercamiento al espacio de encuentro virtual. De nuevo: no es algo negativo. Pero hay espacios que se dejan de ocupar, y en aquellos que empezamos a dar lugar, no tienen aún la construcción para ser conducidos o coordinados.

Nos vamos quedando sin mano de obra militante.

O logramos volcar nuevamente a su tarea en el territorio a quienes la han dejado por múltiples motivos, o apuntamos a enlazar la enorme nube de ideas y conceptos que vuelan en youtube, twitter y whatsapp con la capitalización política práctica.

La juventud no es el sujeto revolucionario. El sujeto revolucionario, organizador y transformador de la realidad fueron son y serán los trabajadores en todas sus diferencias y modalidades. Sin embargo, para esa generación que se piensa a sí misma como aquella que recuperó la política con Néstor y Cristina, esa que en algún momento sintió realmente la emoción adolescente y pasional revolucionaria y aún la cuida conscientemente, hay un lugar tan oportuno como necesario en esta era de desesperanza.

La generación Z por “por mandato popular, por comprensión histórica y decisión política” está ante la oportunidad de ser protagonista nuevamente.

 

  • Periodista, Geógrafo (UBA) / La Señal Medios

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