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lunes , abril 29 2024
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¿A quién se le ocurre? Pagni y su lugar de mirador

 

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

He leído con detenimiento el artículo publicado el jueves por Carlos Pagni en La Nación sobre YPF. En estas líneas rompo la decisión de evitar hacer referencia a los textos de los medios oligárquicos para no facilitar su reproducción. ¿Porqué dejar de lado esa sana costumbre? Debido a su carácter ejemplar.

Quizás por el abigarrado número de variables incluido, el autor lanza, como quien arroja un ladrillo, el eje de la visión empresarial del mundo energético e hidrocarburífero en bloque; sin fingir preocupaciones públicas ni escudarse, más allá de algún renglón perdido, en necesidades sociales o nacionales.

Se trata de un caso transparente de aquello que denominamos lugar del mirador. El articulista se muestra preocupado –más que eso en  verdad- por el “maltrato a los inversores” del oficialismo, asentado en la “Fascinación morbosa, infaltable en todos los populismos, con los recursos del subsuelo”.

A partir de esas premisas despliega una extensa lista de dificultades que las modificaciones en la cúpula de la firma causará a compañías sin ligazón con el interés argentino. El repaso del drama generado por la salida de Guillermo Nielsen promueve llanto, bronca y depresión en el periodista, quien pretende trasladar sus sentimientos a los lectores.

La decisión de Alberto Fernández y Martín Guzmán, a través de Pablo González, de ejecutar un plan de inversión estatal hacia el hallazgo y extracción de combustibles, y de controlar los valores de venta al público para contener el inocultable proceso inflacionario, es evaluado por Pagni como un retorno al “vivir con lo nuestro” –colocado en la nota como un disparate-, a la “tentación estatista” –claro, con eje en CFK-, y a lo que llama “represión de los precios” -¡inadmisible!. Pobres precios perseguidos.

(Esto de la represión a los precios configura una veta humorística indeseada en La Nación. Si la broma directa permite imaginar a González y Darío Martínez corriendo con Taser tras los números de los surtidores, el trasfondo no es otro que la consabida libertad. Libertad para inversores externos que no han invertido y consideran necesarios los aumentos para garantizar planes de inversión que nunca llegarán).

Pero como el populismo, se sabe, no da puntada sin hilo, todo planteo gubernamental destinado a dinamizar el rol del Estado en la petrolera es reducido analíticamente al proceso electoral. Sin vergüenza, el editorialista sostiene que este derrame de (peronismo) crudo tiene el objetivo de apuntalar la acción política en Mendoza, Santa Cruz y Neuquén. Para ello, el Gobierno dará un paso hacia el Hades: emisión monetaria y absorción de recursos públicos para mejorar la economía de YPF… es decir, para que la gente piense que ha mejorado y vote al oficialismo.

Semejantes sofismas anclados en la vieja idea liberal del “gasto” llegan acompasados por expresiones para recordar (recuérdelas lector cuando se asome en los próximos días a nuestro texto sobre Alemania): “Las fantasías estatizantes presentan el mismo problema que la agresividad financiera de Guzmán”; “El paisaje se vuelve más sombrío cuando se piensa que las decisiones, que se toman respecto a YPF, afectarán a todo el sector energético. Y a las grandes corporaciones en general”. Los errores de puntuación son del original, así como la desesperación por los problemas de las “grandes corporaciones”.

Pero ¿Qué se trae entre manos, estratégicamente, este malhadado oficialismo como para operar así? A confesión de parte relevo de pruebas: “En el mercado (…) atribuyen el cambio a una orden de Martín Guzmán, quien pretendería alinear a YPF con su estrategia general: impulsar el crecimiento de la economía liberándola por un tiempo del peso de la deuda”.  ¡Este Guzmán! Fíjense las cosas que se le ocurren.

Por supuesto, Pagni recurre a un clásico de La Nación para raspar gobiernos que se alejan de lo que considera adecuado. Advierte que de este modo sobrevendrá “El aislamiento de la Argentina respecto de las corrientes de financiamiento”.

El famoso aislamiento. Advertido como el fin de nuestra historia por quienes contribuyeron a derrumbar la producción (de todo) y dejar al país fuera de los grandes intercambios internacionales.

Hay más, pero está bien. Los lectores saben que hemos objetado con firmeza la acción de YPF durante la gestión de Nielsen, y que no trepidamos en marcar deficiencias en el área económica nacional. Sin embargo, los aciertos merecen subrayado. Absolutizar los diagnósticos negativos al punto de transformarlos en definitivos es una manera de salirse del debate y admitir el walk over para los Pagnis y compañía.

El abrumador artículo presentado por el diario La Nación debería hacer pensar a los nacionales sobre la dimensión de la pulseada presente. En principio, podría llevarlos a admitir la existencia de la misma. Lo cual ya es, de por sí, un dato de la realidad.

 

  • Director La Señal Medios

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