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lunes , abril 29 2024
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ABORTO. Apologías, rechazos y cagazos

 

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

El Congreso avanzó hacia la sanción de una ley que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo. La misma está acompañada por otra normativa destinada al cuidado de la mujer; incluye especificaciones claras y ordena las responsabilidades del Estado. Se trata de apreciables iniciativas que se aproximan a la resolución parcial de un problema histórico y evidente. ¿A qué viene tanta preocupación, como si se tratara de la promoción de una matanza?

¿En serio alguien cree que la despenalización del aborto es parte de un plan para despoblar el país? ¿Alguien lo cree seriamente? Es más: con el complemento de los Mil Días, es probable que descienda el número de interrupciones. Es bien probable que la cantidad de abortos en hospitales sea menor que la registrada hasta el presente en establecimientos clandestinos.

No dañan las diferencias, propias de todos los asuntos ventilados ante la opinión pública; preocupa el tono de escándalo y las argumentaciones apocalípticas.

Hay elementos para objetar en el diseño de la ley y en su presentación. Lo planteamos oportunamente, pero ni siquiera su perfil individuado, tan propio de esta época que atrasa tomando en cuenta sus propios pasos, alcanza para desmontar la razón que vertebra su contenido práctico. También raspó la perspectiva de debate el tono oleada (hegemonista) al involucrar en la cuestión una serie de añadidos que ameritan revisión cuando no rechazo liso y llano. Y de todos modos, lo que está en curso hacia su aprobación, tiene sentido sanitario y lógica social.

Entre los opositores a la medida, el enlace del aborto con la caída del poder adquisitivo promedio implica forzar la realidad a niveles que despegan de todo análisis. Con ese criterio, a personas tan dedicadas a la hora de ejercer la declamación, se les podría responder que no es tiempo de hablar de Defensa cuando los recursos sociales siguen escasos. Uno y otro planteo merecen ser descartados por el pensamiento político: es importante hablar del aborto, del nivel de vida y de la Soberanía Nacional. ¿O el fútbol lo tapa todo?

Este párrafo vale además para quienes, desde el antialbertismo y el antikirchnerismo acérrimos¸ saben para sus adentros –y lo confiesan- que una normalización de la realidad sanitaria que involucra a las mujeres embarazadas es necesaria, pero para no quedar mal indican “no es el momento”. Hay cierto cagazo en estos compañeros. Miedo a decir lo que piensan en cada asunto, pues las temáticas puntuales los llevarían a separarse de la tribu que sus altisonancias han ido construyendo.

Entonces, entre los que tienen julepe a la oleada verde, ostensiblemente vertical, y quienes lo sienten frente a los juramentados, el abordaje se opaca. El pensamiento nacional no necesita quedar bien ante nadie, sino ejercer la acción mental posicionada. Al que le gusta, bien; y al que no, que ofrezca mejores argumentos. Esas razones necesitan anclaje y movimiento simultáneos, algo que sólo el peronismo y el marxismo han logrado ofrecer hasta el presente.

Cuando carecen de esos sentidos se lanzan a las cantinelas: que hay un acuerdo entre Soros, Alberto, Gates y los chinos para dominar el mundo a través de los abortistas o –contracara- que sólo cabe respaldar el derecho individual por encima de variantes populistas. Macanas que dejan de lado la realidad, entendida como conjunto y desagregada en particularidades que luego vuelven a imbricarse para fortalecer el análisis. Y las perspectivas de transformación.

La autorización de la Interrupción Legal del Embarazo no generará las transformaciones que unos y otros anticipan. Es un paso razonable, dadas las circunstancias y las herramientas presentes, para afrontar una zona de esa realidad. Asignarle un lugar central en políticas extendidas contiene una sobrevaloración ideológica inadecuada. Ahora, es preciso seguir debatiendo y peleando en el resto de los aspectos. En especial el rumbo económico y social, que determinará la nueva configuración de esta gran nación.

Eso sí: hará falta valentía para afrontarlo. Nada de quebrar organizaciones populares en base a linchamientos pre juzgadores porque yo te creo. Basta de ocultar tras la Marcha el intento de licuar el mercado interno y priorizar a los monopolios. Planteos así, muy en boga, constituyen un verdadero aborto de la naturaleza.

Es tiempo de hablar de política.

 

  • Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal

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