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lunes , abril 29 2024
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LA FUNCIÓN OLVIDADA DE BONADÍO

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

La lectura de Sinceramente, de Cristina Kirchner, es esencial para recorrer el presente extendido, desde tiempo atrás y en proyección. Puede enlazarse con el texto de Eduardo Alberto Duhalde sobre el Infierno, que aborda el tramo previo.

Claro que las páginas determinantes del libro son las referidas a la salida del hundimiento liberal y el ingreso a una economía productiva; sin embargo, cómo no detenerse en las que narran sucesos públicos desde adentro, con historias ocultas o no difundidas.

Por ejemplo, el extenso tramo final aborda el tema AMIA – Irán – Memorándum. Debe leerse en combinación con la evocación de los planteos argentinos sobre los Fondos Buitre -con fundamento contra el nivel de rentabilidad exigido por el capital financiero-, donde salta la liebre.

Todo el recorrido, que contiene equivalencias importantes con las investigaciones de Juan Gabriel Labaké, Juan Salinas y Pablo Duggan, evidencia porqué las fuerzas más negativas, violentas y parasitarias del esquema de poder descargaron sobre el gobierno kirchnerista toda su furia.

El contraste con Israel, que se extiende al presente, emerge en las posturas de AMIA – DAIA y del mismo Benjamín Netanyahu ante el Congreso estadounidense poniendo como ejemplo de cooperación con el terrorismo a la Argentina de aquél entonces.

Esto no es novedad, lo fuimos narrando mientras ocurrían los hechos, pero es impactante la lectura de la protagonista directa. En ese marco, es decisivo transitar junto a CFK el repaso de la acción del juez Galeano, del fiscal Nisman, del servicio Stiuso y del juez Bonadío.

Si: del juez Claudio Bonadío. Pues con la andanada de prisiones sin fundamento acaecidas en el tramo reciente, se ha olvidado que Bonadío fue uno de los grandes encubridores, en beneficio del Estado de Israel, de los verdaderos autores del atentado a la AMIA.

Porqué digo esto. Hay un lugar común en la militancia nacionalista que identifica a Cristina Kirchner como tolerante hacia el sionismo y a sus críticos como patriotas que reivindican a ciertos «compañeros del Partido Justicialista».

Esos decidores sitúan al kirchnerismo como un espacio bien llevado ante el israelismo de las entidades locales sionistas cuando fue, con el tema de la rentabilidad del capital financiero, con la postura ante AMIA y básicamente con la promoción de un modelo industrial productivo, el único espacio que efectivamente contrastó con esa zona del imperio.

Esa Argentina tan vilipendiada por propios que reproducen argumentos ajenos, fue la primera nación que reconoció al Estado Palestino. No sé si se infiere claramente el significado de esta decisión.

Si alguien duda de la narración de CFK en Sinceramente porque está preso del lugar común y la descarta como progresista -en verdad hasta los errores del kirchnerismo, que hemos marcado oportunamente, resultaron bien peronistas- puede abordar los textos de Labaké -inobjetable ortodoxo histórico- y de Salinas. Ambos amigos de quien esto redacta.

Es más: dejemos de lado a Duggan, si prefieren, pues viene de otro palo. Vamos sólo a lo nuestro: el hostigamiento sobre el kirchnerismo no tiene relación con su progresismo ni con la corrupción ni con nada de eso. Pura propaganda. Se asienta en la determinación de poner de pie al país beneficiando la inversión productiva y damnificando los intereses rentísticos.

Uno de los arietes -junto con la movida del «campo» y otras maravillas, fue el tema Nisman. Entonces, resulta muy curioso, y a esta altura sospechoso, que CFK sea precisamente acusada por quienes olvidan el rol original de Bonadío y además, que ese gobierno nacional popular fue el único desde la dictadura que expulsó a Stiuso de la ex SIDE.

Stiuso, hombre de la CIA y la MOSSAD, trabajó con esmero junto a Galeano y Bonadío durante todo el tramo posterior al gran atentado para difuminar las pistas que podían conducir a los verdaderos autores y dejó sembradas las que llevaban a las disparatadas -pero políticamente nada inocentes- hipótesis siria e iraní.

Las consignas sobre lugares comunes instalados, sin volumen informativo, conducen a más equívocos, así como un razonamiento erróneo deriva en otro semejante. El problema es la totalidad del enfoque que circula por distintas vías y termina invirtiendo los términos.

El gobierno más nacional es calificado de antinacional. Y sus detractores, integrados como críticos agudos.

 

  • Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica

 

Servicio de Inteligencia «Jaime» Stiuso

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