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viernes , abril 26 2024
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La lucha por presidir la AFA: ¿Quiénes son los aspirantes?

Por Leonardo Martín

A mediados de octubre la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) deberá elegir al presidente que comandará el destino del órgano rector del fútbol local por los siguientes cuatro años. Como en toda elección donde hay una cuota considerable de poder, negocios y exposición pública en juego, existen varios aspirantes que pugnan por el mando. Es una carrera en donde la política interna se desarrolla de un modo desconocido para una institución que estuvo 35 años gobernada bajo la férrea mano de Julio Grondona.

Por ahora hay varios aspirantes para acceder al sillón principal de la calle Viamonte, entre los cuales no hay un candidato que sea una fija. Es una lucha abierta, en la cual distintos dirigentes evalúan fortalezas y apoyos dentro de sus pares, es decir votos. También en el cual otros candidatos arriman el bochín a la alta política nacional buscando guiños que les allanen el camino o forzar interpretaciones del reglamento interno que les permitan presentar la candidatura.

A poco menos de tres meses los principales aspirantes son Marcelo Tinelli, Claudio “Chiqui” Tapia, Luis Segura y Victor Blanco. Armando Pérez, presidente de Belgrano, que hizo algunos movimientos hoy parece estar fuera de juego. Algunos de ellos lo han manifestado abiertamente como en el caso de Tinelli y Armando Pérez. Otros lo han deslizado o han hecho a hablar a otros dirigentes en nombre de ellos. Todos coinciden el algo: buscan internamente el consenso, los 72 votos de la Asamblea que en definitiva ungirá al próximo presidente.

El caso más resonante, por la magnitud de su figura, es el de Marcelo Tinelli. Tiene casi todo para desembarcar en la AFA: ambición, fama, dinero, prestigio, éxitos deportivos, pero le falta un pequeño detalle para presidir la institución. No tiene el apoyo ni el voto de sus pares, al menos por ahora. Para lograr competir el Comité Ejecutivo primero debe darle el visto bueno en la interpretación del artículo 50 del reglamento de la AFA donde se estipula que para acceder a la presidencia se deben acreditar cuatro años como dirigente. Tinelli tiene tres como vicepresidente de San Lorenzo.

El principal animador del “primetime” televisivo hace una lectura alternativa del famoso artículo. Asesorado y defendido públicamente por los tres ex ministros de Justicia de la Nación Jorge Vanossi (Duhalde), Rodolfo Barra (Menem) y Ricardo Gil Laavedra (Alianza) argumenta que está capacitado para participar de la elección a partir de la colocación de un punto y coma en lugar de una coma en un pasaje de dicho artículo.

Interpretaciones legales al margen, lo concreto es que Tinelli, más allá del apoyo público que le brindaron los principales candidatos a presidente de la Argentina en ShowMatch, aún no logró el consenso dentro de AFA. Para lograr que lo habiliten a presentarse es necesario una reunión del Comité Ejecutivo en donde la mitad más uno de los 45 integrantes vote positivamente por su habilitación. Por más resonancia mediática, apoyo político y poderío económico que posea hoy no puede lograr los votos necesarios. En entrevistas ha admitido amargamente que sí o sí necesita el apoyo de sus colegas.

Tinelli busca persuadir a sus pares con promesas de diversa índole y gestos seductores. Muestra el Modelo San Lorenzo como un caso exitoso y moderno de gestión en donde, junto a Matías Lammens, tomaron un club al borde del descenso, pero al cual rápidamente han sacado de esa situación. La obtención de la Copa Libertadores, de un título local en 2013, los avances en la vuelta a Boedo y el saneamiento de las cuentas del club son los principales logros en los tres años de gestión. Busca posicionarse como el hombre que viene a modernizar y renovar la AFA, a acercar negocios millonarios que su figura convocaría.

El gran dilema que plantea Tinelli para otros dirigentes es el temor que impulse un reparto inequitativo del dinero de los derechos de televisación perjudicando a los equipos chicos y del ascenso. Dentro de la tan criticada gestión de Julio Grondona hay un dato que nadie puede negar, ni el más opositor a su figura. El fútbol argentino es uno de los más parejos y competitivos a nivel global. Hay un dato que no tiene parangón con ningún otro campeonato: en los últimos diez torneos ha habido nueve campeones diferentes. Una situación así es imposible de encontrar en las elogiadas ligas europeas.

El operativo persuasión de Tinelli lo ha llevado a buscar voluntades, multiplicar reuniones y llamados e inclusive ha invitado en su avión privado a dirigentes de otros clubes a ver partidos de la Selección Argentina en la reciente Copa América. Por ahora los esfuerzos no consiguen los resultados esperados. El único apoyo público que tiene es el de Eduardo Spinoza, presidente de Banfield, hombre cercano a Gabriel Mariotto.

Otra alianza que se ha formado de modo solapado es la de Tinelli con el mendocino Daniel Vila, empresario en varios rubros, entre ellos de medios de comunicación. En el mundo del fútbol es conocido por su presidencia en Independiente de Rivadavia y por la famoso elección “alternativa” en la puerta de la AFA. También es propietario del canal de televisión América, de Radio La Red y Diario Uno, medios a los cuales pone al servicio de su ambición política en el mundo de la pelota con programas como El Show del Fútbol.

Otros de los candidatos que pisa fuerte es Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de Barracas Central, que juega su suerte en la B Metropolitana. Tapia es un referente y representante del ascenso y acérrimo defensor de la gestión de Julio Grondona. El “Chiqui” es además yerno de Hugo Moyano, casado con María Paola, la hija mayor del mandamás del Gremio de Camioneros.

Previamente había tenido una tarea en el Sindicato, como delegado de la rama de los barrenderos y luego como Secretario Gremial.
Según cuenta el periodista Mariano Martín en su libro El Hombre del Camión (Sudamericana 2009) el “Chiqui” termina recalando en Barracas Central como modo de descomprimir una relación tensa dentro del sindicato con Pablo Moyano. Luego de asumir como presidente en Barracas Central fue ganando posiciones como referente del ascenso hasta convertirse en representante de la categoría y parte de la mesa chica en la AFA. Más allá de sus cualidades personales se ganó la confianza de Julio Grondona, un espaldarazo fundamental en su crecimiento dentro de AFA.

El “Chiqui” Tapia hoy es la principal figura del grondonismo de cara a las elecciones de octubre. Detrás suyo se encolumnan los clubes de ascenso, temerosos de perder terreno con la llegada de Tinelli. El desafío que tiene por delante es vencer la resistencia a que un representante de la B Metropolitana maneje los destinos de una institución como la AFA, en donde claramente los clubes de ascenso han cumplido históricamente una función subalterna.

Otros dirigentes que tienen pretensiones son Luis Segura, Victor Blanco y Armando Pérez. En el caso del actual presidente de la AFA, más allá de sus deseos, hoy no parece tener el apoyo suficiente para lograr mantenerse en el cargo, pero todavía está en carrera. Armando Pérez, presidente de Belgrano, ha manifestado públicamente su ambición de desembarcar en Viamonte. Tuvo reuniones para generar un bloque de equipos del interior, pero no prosperó. Hoy su candidatura no tiene sustento ni la base necesaria para disputar poder.

La candidatura que viene en ascenso es la de Victor Blanco, presidente de Racing. Hombre afín al kirchnerismo, trabaja en silencio, sin declaraciones altisonantes. Por ahora se deja seducir buscando que su candidatura crezca en base al pedido de otros dirigentes no enrolados ni con Tinelli ni con el “grondonismo”. Sus declaraciones públicas en el último tiempo señalan que hay una gran oportunidad para «renovar» la AFA. La pregunta que queda picando en el aire es: ¿hay chances de una alianza con la vieja guardia cómo oposición a una eventual candidatura fortalecida de Tinelli?

Como contexto a las diferentes aspiraciones vale decir que la AFA está atravesando un período crítico en el cual se conjugan diversos elementos. Por un lado la presencia de tres “veedores informantes” enviados por la jueza María Servini de Cubría para revisar libros contables, participar de reuniones e informar sobre el destino del dinero que recibe por Fútbol Para Todos. Tampoco se puede obviar el manto de sospecha público que han generado las investigaciones del Departamento de Justicia de EE. UU. sobre la FIFA y Conmebol, con repercusiones en las asociaciones locales. Aunque en ese sentido vale decir que el tema ha quedado desplazado en las agendas mediáticas en las últimas semanas.

Otro conflicto que sobrevuela al fútbol doméstico es la investigación de la AFIP sobre una lista de 17 árbitros a los cuales acusa por evasión impositiva. Es cierto que el Colegio de Arbitros es una institución con rango propio, como también es cierto que esa investigación enrarece el clima del mundo futbolístico. Si los árbitros deciden tomar una medida de fuerza, como han deslizado, podría generar inconvenientes en el normal desarrollo del campeonato.

Observando este panorama ¿por qué apostar por la presidencia de AFA? En primer lugar porque es una fuente enorme de negocios. Sólo el Fútbol Para Todos aporta una cifra cercana a los 1400 millones de pesos anuales que luego se distribuyen entre los clubes. A ello hay que sumar el manejo de la Selección Argentina, una de las más importantes a nivel global, contratos con los sponsors, con la indumentaria, organización de torneos como la Copa Argentina y varias fuentes de ingresos que redondean una caja muy interesante.

Presidir la AFA otorga además una seria de relaciones VIP con políticos, empresarios y dirigentes del más alto rango. Un poder y la acumulación de un capital social invaluable. Con inteligencia y capacidad para desarrollarse en ese ámbito la FIFA se vuelve un objetivo plausible. El caso ejemplar es Julio Grondona, que hasta su muerte eran junto a Joseph Blatter los hombres más poderosos del mundo futbolístico a nivel global.

Habrá que esperar algunas semanas más para que se clarifique el panorama y estén los candidatos definitivos. Serán semanas intensas en donde quedará marcado el rumbo que tomará la AFA en por lo menos los próximos cuatros años, con posibilidad de que terminen siendo ocho. La pelota está en juego, resta ver en que suela se detiene.

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