El golpe de Estado contra Frank Underwood

La nota añade que «Fue el único caso criminal que se ha presentado contra el actor desde que su carrera se arruinara a raíz de una serie de denuncias por conducta sexual inapropiada».

Podría pensarse que se hizo justicia. Sin embargo, se cumplió el objetivo. Que no era precisamente arruinar la carrera de un actor en particular, sino desmembrar conceptualmente una excelente serie asentada en políticas de gobierno que Hollywood evalúa populistas.

A modo de golpe de Estado, House of Cards tuvo que interrumpir la presidencia Underwood, cuya táctica para poner de pie el país no fue otra que implementar el Plan America Work; esto es, en sintonía roosveltiana, promover planes choripaneros para dinamizar la economía. (La descripción es una licencia literaria que nos permitimos).

Es curioso, pero el desarrollo de la historia se basó en comportamientos verosímiles del electorado: a medida que Frank acentuaba su tendencia productivista, lograda a través de una firme intervención estatal, mayor era el respaldo popular aquilatado.

Hollywood, al igual que los grandes medios internacionales, es un conglomerado de empresas dominadas por el interés financiero ligado al tráfico de drogas, la venta de armas y los ejércitos mercenarios que han doblegado al Estado norteamericano.

De allí los lineamientos -casi monotemáticos- sobre seguridad y terrorismo- y las ofensivas contra el peronismo, el chavismo, el Papa, los chinos y los rusos, entre otros, sin olvidar por supuesto los iraníes. Que siempre nos brindan alguna alegría. Esto vale para los grandes estudios y para la CNN, por ejemplo.

En el caso específico de House of Cards la cuestión fue lo bastante complicada porque la obra emerge en medio de la pulseada entre el Estado Profundo y el Interés Geoeconómico. Mientras el primero insiste en arrasar el país del Norte y vivificar su guerrerismo, el otro busca volcar la manguera hacia adentro.

La preocupación de los jefes de la coalición mortífera se desató cuando entre la audiencia observaron dos reacciones concatenadas. Desde el “se parece a Trump” hasta “¿porqué no se hace lo mismo en el gobierno real?”. Allí es donde metieron mano a fondo y convocaron a las asociaciones linchadoras para que presenten sus acusaciones y desarrollen con gran estrépito sus campañas.

La resolución judicial conocida por estos días sólo sirve para limpiar el nombre de un actor pero no alcanza para revertir el golpe de Estado en pantalla. Los medios son un tema en verdad interesante a lo largo del período que nos toca atravesar. Seguiremos batallando y pensando acerca del panorama en curso. Sin olvidar, ni por un momento, la realidad comunicacional argentina.

Gabriel Fernández / La Señal Medios