Por RODOLFO LUNA *
Hebe duele. Nos duele su muerte a quienes la queremos como les dolió su vida a los genocidas, a los cómplices y a los encubridores. Incluso como les dolió a traidores, hipócritas y cagones.
Ni bien nacida la democracia que ayudaron a parir, las Madres reunieron a un valioso grupo de compañeras y compañeros para editar su Periódico. Militantes durante la dictadura y también de antes, muchos éramos huérfanos de organización política. Otros eran más nuevos en la militancia, familiares de desaparecidos, jóvenes que venían del exilio o estaban comprometidos con la lucha por los derechos humanos.
Tuve el privilegio de integrar esa Redacción los quince años que salió a la calle el Periódico de Madres. Compartimos con Hebe y con las Madres la lucha contra la impunidad, la entrega, el desguace del país. Los jueves de la Plaza, las Marchas de la Resistencia, la visita a los presos políticos. Y también la alegría cotidiana de la Casa de las Madres. Los almuerzos y las anécdotas. De ellas aprendimos que no hay lucha posible sin alegría.
Fuimos testigos de la génesis política de Hebe y las Madres. De la reivindicación de la militancia revolucionaria de sus hijos desaparecidos, nuestros compañeros. Hebe pronunciaba la palabra Revolución con todas las letras. Palabra que incomoda todavía en estos días; que se cayó del diccionario de los bienintencionados y que los más osados balbucean a media voz y con eufemismos.
Hebe era toda desmesura. En la audacia de las consignas, históricamente certeras; en el coraje con el que enfrentaba al enemigo (cuanto más grande era, más se agrandaba Hebe); en la consecuencia de su acción política. Pero también, en sus errores. Que dolieron, y cómo. Sobre todo cuando conllevaron injusticias con compañeros y compañeras.
Fui receptor de su íntima ternura. De sus generosos gestos de amor. En las piedras más duras late un magma de fuego. Estuvo presente en todas y cada una de las luchas de mi gremio, el de Prensa. Casi todas derrotadas, menos la última, la de Télam.
No podrán vaciarte en bronce mientras haya quienes peleen.
Chau, Gorda
Chau, compañera
Hasta la justicia, siempre
Hasta la alegría, siempre
Hasta la victoria, siempre
- Escritor, diseñador. Fue miembro de la redacción del diario de las Madres de Plaza de Mayo