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domingo , abril 28 2024
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¿Qué hubiera hecho Perón? ¿Qué hubiera hecho Alejandro Magno?

 

Por RAÚL RAMÍREZ *

 

Las preguntas contrafácticas tienen la virtud de proponernos escenarios imposibles para incorporarlos forzadamente al tiempo actual, con la misma precisión con la que se engarza un cubo dentro de un triángulo. No entra.

Preguntarse qué hubiera hecho Perón ahora, en 2022 con un problema como el que debe enfrentar el gobierno de Alberto Fernández es hacer trampa. O hacerse trampa, si se hace con buena leche y sin advertir la imposibilidad de llegar a una respuesta.

Juan Domingo Perón fue una figura histórica que vivió, se formó, desarrollo su praxis política, y elaboró su pensamiento y doctrina en una época determinada, la que con su marco social, normativo, cultural, económico y político lo condicionó a él, como a todo ser humana con un escenario al que él, con el enorme talento y decisión que no son precisamente propias de todo ser humano, desarrolló su accionar y estableció un derrotero que hace que tres cuartos de siglo después del inicio de su actividad pública y poco menos de 50 años después de su fallecimiento su figura siga influyendo en la historia y en el presente.

Pero Perón no podría hacer nada hoy por una imposibilidad biológica: nadie formado en el mundo en el que Perón adoptó sus ideas, vivió sus experiencias y tomó sus decisiones podrá estar vivo en 2022. Si una persona con el mismo ADN, hubiera nacido en los años 50, tuviera similares talentos y hubiera tenido la improbable oportunidad de vivir experiencias que contribuyeran a que adoptara un ideario similar al de Perón, y hubiera tenido similares talentos para llevarlo a cabo, igualmente no sería Perón, y el resultado de su acción no podría ser igual.

Entre otras cosas porque nadie actúa en el vacío. El rival también juega, como saben, o debieran, los futboleros. El hombre es uno y sus circunstancias, como no dijo Palito Ortega y Gasset. Y en circunstancias de todo tipo distintas, el resultado del accionar de ese Perón redivivo resulta absolutamente impredecible. Por eso el título, porque es tan útil, o mejor dicho tan falta de toda utilidad preguntarse qué haría Perón como preguntarse qué haría Alejandro Magno si se encontrara ante la realidad actual.

Perón nos dejó un legado magnífico, que puede servir para inspirarnos, para formarnos ideológicamente, para adquirir compromiso con la patria y con el pueblo, que es lo mismo.

Pero Perón no está ya sometido a los avatares del ser humano, no puede equivocarse, pues para ello debiera estar vivo, y los errores que cometió ya fueron cometidos en su humano transitar entre dos ausencias eternas.

Así que es hacer trampa, voluntariamente o no, decir “Perón no hubiera hecho esto”. El Peronismo nació como un movimiento político concebido desde una posición de poder por su fundador y fue durante su década gloriosa un partido de poder, que a un Estado fuerte le agregó mayores fortalezas, lo dotó no solo de recursos materiales, sino de mecanismos eficaces para cumplir sus objetivos destinados a hacer una Argentina Justa, Libre y Soberana, en la cual se podían elaborar planes quinquenales que contemplaran todos los recursos del Estado y de la Comunidad Organizada en orden a objetivos virtuosos.

Su derrocamiento en 1955 estableció el fin de esa época que no volvió nunca, ni siquiera en 1973. Pero la combinación de un Estado de Bienestar asentado en el cambio cultural que significó el peronismo, en la gran expansión industrial, y también en la existencia de una Guerra Fría que no le aconsejaba al Capitalismo de rapiña exhibir un tapujos su rostro verdadero, hizo que hasta bien entrados los ’70 la estructura estatal, productiva y cultural de nuestro país se pareciera a la legada por el primer Peronismo. La destrucción de esa Argentina vino luego en sucesivas olas con la Dictadura Militar, la traición menemista y el desbarranque aliancista.

En un escenario diametralmente opuesto, donde proponer planes quinquenales a un Estado destruido parece un chiste y además con usos culturales distintos, con el avance de tecnologías que influyen en nuestra vida cotidiana de formas singulares y sin antecedentes, con un mundo en el que la bipolaridad ha sido reemplazada por la existencia de un Hegemón senil, criminal y suicida, con nuestro país asolado por una caricatura siniestra de la vieja Oligarquía, carente de los escasos méritos y del sentido de pertenencia nacional que esta, a su modo, poseyó, reemplazados por una guaranga, ignorante y cipayesca banda de mafiosos y saqueadores,.

En ese escenario, agitar con el dedito levantado la figura del Perón histórico y admonizar a los peronistas actuales por no ser Perón es absolutamente inútil, contribuye a la confusión y al derrotismo.

Ese personaje dotado mágicamente de los mismo talentos y del ADN de Perón, del que hablé arriba,  colocado en tiempo y espacio en la Argentina de hoy, podría tener la calidad política, el sentimiento patriótico y la voluntad de hacer de la que muchos carecen, pero no podría, porque no sería Perón, porque Perón 2022 es una imposibilidad biológica y existencial, ser capaz de con su sola voz acallar los graznidos de los miserables y elevarse sobre las rencillas menores para señalar majestuosamente el rumbo. Y si lo intentara, recibiría el mismo tratamiento al que se somete por parte de los poderosos a quienes ellos consideran un problema. Lanata lo calumniaría, Carrió lo acusaría de narco, el taxista te diría que es un chanta y  mi sobrino no le daría bola, ocupado en un meme de Milei.

Así que traer a ese Perón Inmortal al debate político es una boludez. Su corpus doctrinario, su elevado ejemplo, el rumbo marcado deben ser tomados como un compromiso irrenunciable, pero no como un GPS para transitar por rutas que no existían durante su tránsito vital.

 

 

Ninguna doctrina política, ningún movimiento histórico sobrevive en manos de administradores de museos, de integrantes de Comisiones Permanentes de Homenaje ni de quemadores de mirra en el Altar del Conductor. Quizás esté buena, o sea inevitable esa fijación en un momento histórico (a veces mítico) en los credos religiosos, pero de ninguna manera en la praxis política.

Porque entonces nuestros grandes hombres y mujeres que desde el pasado deben inspirarnos con su ejemplo, son reconvertidos, por mala leche o estupidez, en ejemplos tan magníficos, tan inalcanzables para nuestras humanas miserias, que abrumados por una emulación imposible, tiramos todo por la borda y nos rendimos en vez de luchar.

Nuestros desafíos hoy, son nuestros. Nuestro tiempo también. Que la figura de nuestro Conductor inspire, pero no sea usada como un ancla por el derrotismo, consciente o inconsciente.

 

  • Abogado. Peronista. Militante de la Agrupación La Marcha / La Señal Medios

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