BIGtheme.net http://bigtheme.net/ecommerce/opencart OpenCart Templates
martes , abril 30 2024

EL REINO

 

Por CARLOS BALMACEDA *

 

La serie “El Reino”, recientemente estrenada y que ha producido polémica en los medios, toma el modelo de la brasileña Iglesia Universal del Reino de Dios, representativa del evangelismo o del cristianismo sionista.

 

Vale aclararlo porque si bien ésta es una matriz hegemónica en términos de lobby político, no es representativa del evangelismo que en los barrios de nuestro país suele hacer una tarea social tan importante como la de la Iglesia Católica.

La semblanza que se hará a continuación no parte del contenido de la serie, sino del epifenómeno generado a partir de su emisión.

Al que escribe le han llamado poderosamente la atención algunos aspectos o reacciones frente a la presunta “censura” de ACIERA, organización que agrupa a las iglesias evangélicas de la Argentina en relación a la serie, y que se expresó en una carta pública dirigida sobre todo a la autora del guión, Claudia Piñeiro.

En principio, el tono de ese comunicado es respetuoso y equilibrado, sin embargo, Piñeiro, la dice en una réplica al mismo que “censura es censura”.

Una victimización, obviamente, recurso central del feminismo hegemónico y autoritario, porque en rigor de verdad, la serie se seguirá emitiendo, la polémica le dará incluso más espectadores y nadie modificará ni una línea de ese guión. Allí no hay censura.

Si quiere buscarse un ejemplo de censura a una obra artística, imaginen a cuatro policías y una subcomisaria entrar de civil a ver una obra de teatro, para darse a conocer una vez finalizada y pedir el guión de la misma.

Eso es lo que ocurrió el 8 de agosto de 2019 con la pieza de mi autoría “La noche que Pepe Arias velo al fiscal”, denunciada por “discriminación” cuando en realidad de lo que trata es del atentado a la AMIA, su posterior encubrimiento y el suicidio de quien presuntamente lo investigaba, el fiscal Alberto Nisman.

En aquel caso, de todos modos y tal como me explicaron en la Fiscalía, “no hubo censura” porque “vos pudiste hacer la función”, pero es claro que el poder intimidatorio y el lobby por el que se hizo ese procedimiento, son claras señales de presión para producir la estigmatización del autor de la obra y generar en cualquier dueño de sala la duda suficiente como para no exhibirla.

Y a propósito, los que promovieron esa denuncia, son la pata del lobby que en “El Reino” no se menciona.

Soledad Vallejos en Página/12 reafirma esta victimización, diciendo que ACIERA se expresa en esos términos para atacar la militancia pro aborto de Piñeiro. Es cierto que la mención de ACIERA a la posición ideológica de Piñeiro debilita su propia posición, pero de ahí a concluir que se trata de una persecución, hay un largo trecho.

Lo curioso, o no tanto, es que, como se ha dicho, la serie no exponga claramente que se trata de evangelismo o cristianismo sionista, una corriente que en Estados Unidos aporta prácticamente la mitad de los fondos de campaña de los candidatos a presidente por el partido demócrata y republicano.

El vínculo entre evangelismo y sionismo no es nuevo, y parte de la idea de que el Estado de Israel, con el regreso del pueblo judío a lo que sería su tierra original, cumple con las sagradas escrituras.

Es una interpretación amañada e interesadamente ideologizada, que reúne dos fundamentalismos: los cristianos yanquis y los judíos sionistas, que en realidad sostienen al imperialismo que se expresa a través del capital financiero transnacional y las corporaciones.

De paso, y para no herir susceptibilidades, se aclara aquí que no todos los judíos son sionistas. Patricia Bullrich, que no es judía, es sionista; y Jimmy Carter que no es judío, declaró que sus primeras acciones de gobierno estuvieron inspiradas en el sionismo.

Citemos aquí un ejemplo histórico de esta larga data que involucra al pastor y lobista cristiano Jerry Falwell, quien fue el primer no judío en recibir la Jabotinsky Medal en 1980, del Primer Ministro de Israel por su amistad con el estado judío: “Cuando Israel bombardeó la planta nuclear de Irak en 1981, llamaron por teléfono a Falwell antes de llamar a Reagan para preguntarle cómo “explicar al público cristiano las razones del atentado”. Durante la invasión de Líbano en 1982, Falwell igualmente defendió las acciones de Israel : cuando las masacres ocurrieron en los campos de refugiados palestinos, Falwell sólo imitó la línea de Israel “los israelíes no están involucrados”. Y aun cuando el New York Times estaba dando testimonios de bengalas israelíes enviadas para ayudar a los falangistas a entrar en los campos, Falwell decía: “Eso es sólo propaganda”.

Los ejemplos y datos que podríamos citar son múltiples, pero vayamos a uno cercano: el repudiado golpe contra Evo Morales se hizo bajo el signo de esta conjunción entre evangelismo y sionismo.

Una perla para ilustrar este vínculo, esta carta que envía un tal Antonio Escudero, y que recoge el Diario Judío de México en sus páginas:

“Me emocionó, Sra. presidenta, su cálido e inteligente mensaje a la nación boliviana el día 22 de enero desde LA PAZ de este año del Señor. Cálido, inteligente y meridiano, repito.

Las palabras que salen del corazón, llegan al corazón, dijo en su día el rabino Perl. (…) Expresó Vd, señora presidenta, un modo inteligente y enérgico de enfrentar el futuro, futuro de las actuales y nuevas generaciones que iba a ser secuestrado, escamoteado por Evo Morales, narcotraficante y esbirro del castrocomunismo y secuaces.

La honra, señora presidenta, el deseo de que su flamante y venturoso gobierno establezca cuanto antes relaciones con Israel. Pertenecerá usted a ese remanente de los que hacen bien y apoyan al pueblo judío y por ello, el Eterno, Bendito sea, le concederá a Vd, la paz y la felicidad y también un porvenir luminoso a la hermosa tierra de Bolivia. ¡Shalom!”

Como se puede apreciar, la misiva es ilustrativa del enlace; sin embargo, “El Reino”, no casualmente, se queda en la caricatura y en la levedad, para no tocar la pata sionista de este monstruo de dos cabezas.

Tampoco es casualidad que su moraleja deje un tufo antirreligioso y que se destaque en los comentarios de críticos y espectadores que la coalición de gobierno de esta ficción se parezca, y mucho, al macrismo.

El progresismo la ha adoptado unánimemente porque juega a la grieta: de un lado, el bolsonarismo evangelista, que podría irrumpir aquí de un modo más brutal incluso que en Brasil, y del otro, ellos, los progresistas, y particularmente, el feminismo.

Pero si algo puede traer al poder al evangelismo en Argentina, eso es precisamente el progresismo. Por caso, Bolsonaro usó muy bien en beneficio suyo el “Ele nao” y sus parodias de la ESI, mostrando manuales que en muchos casos, con razón, horrorizaron a la gente de a pie y determinaron al fin su victoria.

Los ataques contra las religiones, del que “El Reino” es una prueba taimada, son comunes en las filas del feminismo talibán: se verifican en el persistente pedido de separación de iglesia y estado, y en la militancia de un laicismo que abjura incluso de toda expresión de espiritualidad.

Bolsonaro, claro, es profundamente sionista. Lo ha expresado en las votaciones a favor del régimen de ocupación en la CPI y en la ONU, en las remeras que portan sus hijos con la estrella de David, y en su ministra de Género con la bandera del régimen terrorista de fondo, tal si fuera el globo con la leyenda “Orden y progreso”.

Entonces ¿por qué a Claudia Piñeiro no se le ocurrió asociar al gobierno de Bolsonaro de un modo más sutil y completo con la pata sionista?

Por el mismo motivo por el que jamás a nadie se le ocurrirá, ni siquiera intentará hacer una ficción en contra de esta ideología de muerte.

La ficción va en el mismo sentido, tanto en su fórmula como en su ideología que “Sumisión” de Houllebecq y “El cuento de la criada” de Atwood, una distopia donde se nos cuenta qué terrible será el mundo si alguna vez un régimen patriarcal o el Islam gobiernan Francia o Canadá.

Aquí se nos advierte lo aciago del destino argentino en caso de que el evangelismo nos gobierne, en vez de decir abiertamente que desde hace más de un cuarto de siglo, su otra pata encubre dos atentados terroristas y tiene injerencia en los servicios de inteligencia y en la justicia de este país, llegando a provocar, a través del “asesinato” de Nisman una tormenta perfecta que ayudó a desalojar del poder al gobierno que Piñeiro no habrá dudado en apoyar.

Lo de las novelas de Houllebecq y Atwood, no se le ocurrió al que escribe, que ni siquiera las leyó, sino, en tono elogioso, al director de cine Daniel Burman, que en su película “El rey del Once” hace aparecer a su protagonista con una remera en la que se lee “Israel is real”.

No sé si me explico.

 

 

 

  • Escritor, actor, periodista / La Señal Medios

Comentarios

comentarios

Visite también

Paz Interior

  Por NORMA ROSA TORELLO *    Néctar para el alma Una de las aristas ...