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sábado , abril 27 2024
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POLILADRON

 

Por HERNÁN JAUREGUIBER *

 

Poliladron es un vetusto juego que entretuvo o varias generaciones de niños. Seguramente se agolpan las imágenes en nuestra memoria,  todas en  color sepia,

El entretenimiento infantil consistía en rotar los roles del policía al ladrón según la distribución que armaba la barra de cada esquina. El perfil de cada uno era bien claro. La Policía trataba de imponer la ley y el ladrón, violarla.

Hoy día no se ve a niños jugando al Poliladron, aunque los dirigentes políticos actuales transiten su huella mnémica y lo desplieguen en sus actitudes.

Digo esto porque en el actual entuerto, es difícil  saber quien cumple una ley y quien la viola. Quien es el encargado de pronunciarla y quien el de hacerla cumplir.

La vigencia del Derecho reposa en la conciencia de obligatoriedad de los sujetos o del sujeto colectivo, según se prefiera.

El delito, es la violación de ese orden que debería producirse excepcionalmente,  y para el cual se despliega el aparato represivo y el sistema de jurisdicción, que vale recordar, deriva del latinismo Iuri dictio, decir el derecho. Esta ultima actividad reposa en el Poder Judicial.

El Derecho debe conformar un conjunto de normas cuyo acatamiento debería ser normal y general y cuya violación sería una patología, tal la definición de Emile Durkheim, postulado que puede polemizarse a mas de un siglo de su pronunciamiento, pero que a los fines de estas líneas sirve para comprendernos.

La violación sistemática del Derecho por parte de una sociedad, no puede presentarse como una patología, salvo que consideremos al cuerpo social enfermo.

Por el contrario, todo ese escenario de leyes superpuestas, desobediencias y exégesis forzadas de normas por parte de los jueces,  con mas las frecuentes desviaciones de estos, nos estaría  dando cuenta que la enfermedad campea al propio orden legal y no al pueblo.

Fue arduamente discutido si un orden social debe ser justo o no y el estrecho marco de estas líneas alcanzan para enunciar la vieja polémica entre Iusnaturalismo y Positivismo. Pero en lo que aquí importa, es indudable que el orden debe considerarse subjetivamente obligatorio por parte de los sujetos.

En nuestro actual cuadro de situación, esta claro que nadie se siente obligado por las disposiciones emanadas del poder político central representado por el Presidente de la Nación, aunque este ostente el cargo elegido por mayoría de sufragios en comicios limpios.

Una horda de negadores seriales se alzó despreciando su propia salud, priorizando la regla de tres simple por sobre el riesgo de su simiente. O exaltando la virtud de libar una cerveza por sobre la posibilidad de contagios letales y ni hablar de la proclama de vida sana al trotecito de quienes hasta ayer no corrían ni un colectivo.

Cualquiera podría advertir que en esta evaluación esta pendiente el rango del valor vida. Sin perjuicio del tino, es importante subrayar que, puede notarse que lo mas trascendente es el desprecio por la autoridad normativa, puesto que parece probable que si esta  adoptara criterios diferentes, rápidamente se predicaría, a contrario sensu. la importancia del reposo en casa, de no encontrarse con amigos y probablemente que no aprender el teorema de Pitagoras. Si hasta se lo acusaría al Dr. Fernández de una suerte de actualizada de Herodes.

Lo que esta en la base del problema, es la intención de desconocer la autoridad emanada de las urnas por parte de una franja de la población y la convicción de estos de que resultan impunes e invulnerables al poder democrático del pueblo.

Al reverso del problema, se vislumbra la poca conciencia del primer mandatario para erguirse con la seguridad del respaldo popular.

Y entre medio de ambas subjetividades se alza un poder que aunque republicano, luce poco democrático.

En efecto, entre las tensiones políticas aparecen los jueces, no votados, ni representando a ethos alguno, mas que a su propia corporación y obedeciendo a los intereses que les calzaron las togas.

Alli están ficcionando presencia en los  estrados,  porque vale aclarar que a la  sala augusta de Talcahuano 550 no concurren,  evitando contagios que sin embargo sentencian a los justiciables.

Desde la comodidad de sus hogares, han decidido trocar su rol jurisdiccional para componerse en guardia pretoriana de un poder que no es el democráticamente electo para ocupar la Casa Rosada.

El rol no es nuevo, y todos recordamos que cuando los militares rompían  con brutalidad a fuerza de bayonetas la voluntad electoral, eran los jueces quienes convalidaban los golpes de Estado. Por caso, en Septiembre del 30 prontamente se adhirieron al dictamen del entonces Procurador, Horacio Rodriguez Larreta, curioso parentesco para pensar el presente.

Pero aquel rol era mas de acompañamiento.

Hoy podemos asegurar que existe un verdadero co-gobierno de los jueces todo lo cual distorsiona la idea plasmada en la Constitución Nacional que no es mas que la tradición liberal tempranamente estudiada por Montesquieu.

El jurista y filosofo francés que en el siglo XVIII recorrió el mundo europeo para estudiar el derecho comparado, echó las bases del equilibrio de poderes que rige en todo Occidente desde entonces.

Claro que mucha agua corrió debajo del puente y mucha sangre también.

Lo que fue un resorte para acabar con el absolutismo  monárquico, lejos esta de aquellas virtudes programadas en El Espiritu de las Leyes.

Su autor, no llegó a ver ni la Toma de la Bastilla ni rojo el cuello de Maria Antonieta. Mucho menos las agarradas entre Girondinos y Jacobinos, por lo que es impredecible cual seria su opinión ante los acontecimientos en estas tierras desconocidas para él.

Sin embargo, como si intuyera el fracaso de sus planteos, quien tanto se jactaba de haber viajado para conocer el derecho comparado, espetó una frase que se convirtió en máxima: “Cuando viajo a conocer las leyes de otros lugares, me interesa mas conocer si se cumplen”

Es por esto que en el actual desconcierto, se impone pensar si tiene vigencia el control de poderes y mas aún, pensar si puede hablarse de división de poderes, puesto que como aparece evidente el Poder es uno solo y el resto son funciones.

La pregunta no es ociosa, si advertimos que lo que esta en jaque no es la función sino la titularidad del Poder.

Por estas horas aguardamos pasivamente la resolución de la Corte Suprema sobre el DNU que prohibió las clases presenciales en AMBA y de cuya desobediencia hizo gala y campaña el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires.

Se especula con el resultado posible, a favor, en contra o NI, como algunos llaman esa forma de co.gobernar que tienen los 5 grandes del buen humor.

Pero la que ha quedado deshecha es la autoridad del Presidente. Solo resta que Lacalle Pou nos declare la guerra y las tropas de la defensa sean detenidas por un intendente de Gualeguaychu por no respetar el semáforo y que ante el conflicto decida la Dra. Highton de Nolasco sobre la batalla. Todo un disparate, pero que no seria difícil de imaginar.

La defensa de la tibieza del gobierno nacional suele basarse en la prudencia ante la escasez de parlamentarios y que asegurando una elección de medio término, se retomaría el impulso amortiguado promediando el 2020.

Tal predicción es tan improbable como la lluvia y no seria extraño suponer que una victoria electoral del 2021 fuera un éxito módico digno de cuidarse nuevamente con buenos modales.

Por lo demás, si algo sabe Latinoamerica, argentina y el peronismo en particular, es que los guarismos electorales, sean del 60 % como varias veces obtuvo Peron, o el 66 % en la elección de Teissaire en 1954, no lograron frenar el golpe que sucedería un año después.

El General, insistió con aquello que la fuerza es el derecho de las bestias, sin embargo, el derecho siempre debe ser una resultante abstraída de una fuerza, bestial o electoral, que podemos catalogar como PODER.

Sin Poder no hay ni Derecho ni elecciones.

Alfonsin esperó pasivamente la llegada de Alais, y creo que Alberto Fernández puede esperar con igual paciencia que la corporación judicial salve su investidura.

El asunto no es cuestión de paciencia ni de tiempo. Es cuestión de fortaleza.

Por ahora solo tiene el respaldo de las elecciones y el desprestigio de la oposición. Tambien tiene el respaldo de Gobernadores y del Movimiento Obrero. No es poco. Esperar milagros es una virtud teologal y no una categoría política.

Con eso seria posible gobernar imponiendo el sentido de un gobierno con bases y programas claros.

Esperar que se equivoque el enemigo, es mas riesgoso y la estadística no ayuda cuando vemos que son mas las posibilidades regionales de una derechización que de un regreso a la primer y segunda década de nuestro siglo XXI.

Es probable que el sistema mundo este en crisis, terminal o pasajera.

Lo que es probable que en el escenario actual y futuro, haya menos espacio para tibiezas.

La derecha se pondrá cada vez mas agresiva, tal como se observa en todos lados y las ultimas declaraciones de su expresión vernácula así lo indican.

Por eso, falta la respuesta organizada del pueblo, que no debe tener mas moderación que el cuidado de nosotros, debe ser potente, deteminada y jugar el partido en las condiciones históricas.

Tal vez sea hora de prescindir de tanto iluminismo, y su versión edulcorada que es el progresismo, para avanzar en la turbulentas aguas del coraje. El de nuestro himno, el de nuestra Marcha. Ojalá Alberto Fernández abandone la cátedra jurídica para leer o releer según el caso, a Perón o escuchar el corazón de la Argentina profunda. La que no confía en apelaciones ni leguleyos.

 

  • Abogado / Café al Paso / La Señal Medios

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