De Coaliciones y Adicciones

Por FERNANDO INFANTE LIMA *

Las fuerzas políticas, los espacios políticos, suelen tener un ordenamiento, una dinámica en su funcionamiento, en especial en su etapa de gestión, es decir cuando son gobierno, que en un sistema presidencialista como el argentino, suele ser orientado en una idea verticalista. El líder es quien decide.

La Argentina, en medio de una diáspora desprolija, se encuentra atravesada por un extraño fenómeno, el de formaciones alternativas, con cierto grado de autonomía, que contradicen la voluntad de los actores que han definido sus medidas, es decir que abren una discusión pública, que debería definirse en privado, en una etapa previa a su anuncio.

La volatilidad, superficialidad y falta de objetividad de la opinión pública, estimuladas, desorientadas por el perverso, caótico flujo en las redes sociales, sumado a las urgencias electorales, creo la aparición de construcciones alternativas, de identidades difusas, cuya denominación es Coalición.

Cambiemos, la efímera etiqueta que el descredito de gestión precipito a las profundidades, se vio obligada a mutar, a intentar una resurrección, bajo un juego de palabras, que uso como eslogan electoral: Juntos por el Cambio. Cambiemos fue quien abrió el juego, la posibilidad de expresar a viva voz, las diferentes miradas ante una misma problemática.

El Frente de Todos, una suma de voluntades que cuentan, encuentran cierta identidad común, fue creado a partir de la idea de resguardar, asegurar el resultado electoral. El debate público, siempre saludable, se vuelve inestable, peligroso, si el pliego presentado a discusión es una medida de gobierno.

El inestable mapa de intereses cruzados, juega un pleno al episodio incierto, a la dispersión, a la descomposición de cualquier acción de gobierno, que arroje una luz de equilibrio. La caracterización, de una oferta abierta a la crítica, sea de fuego amigo o de una armado político opositor, genera la sensación, la impresión de debilidad.

El cuadro, en sí, es en extremo complejo, aterrador. Un sin fin de cuestiones urgentes, acuciantes, no puede ahogarse en la inacción, establecida a partir de un juzgamiento mediático, en el que no hay inocentes, ni los propios, ni los extraños.

La crisis social, económica, política y sanitaria, no debe estar en suspenso, a la espera del visto bueno, de una sociedad adicta a la manipulación, la trampa, el descredito. La sábana es corta, hay que elegir pies o cabeza y lo que se elija, con los consensos posibles o inclusive sin ellos, deben ser apoyados, olvidando, evitando las mezquindades ideológicas, no hay espacio ni tiempo para posiciones inflexibles, dogmáticas.

La Argentina en una articulación adecuada, sustentada en el apoyo de las buenas conciencias, La Argentina con ellas será lo que deba ser, sin ellas, no será nada.