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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
Semana intensa ¿no? En la información vertida todo el tiempo al aire, en los textos y grabaciones, no hubo lugar para insertar datos que, aunque no resultan centrales, bien pueden aportar –en combinación con lo ya ofrecido- a la comprensión general.
PRENSA Y PROPAGANDA. En principio, es realmente difícil sacar conclusiones acerca de qué puede caracterizarse como una buena gestión en el área de Seguridad. De modo inverso a la idea instalada, se trata de un rubro etéreo y excesivamente fluido. Veamos por qué antes de generar enojos.
Aunque la descripción podría extenderse a toda la vida política, los “resultados” de la tarea de los funcionarios de Seguridad depende de la propaganda de modo directo y contundente. El tema es concreto, pero lo llamamos volátil pues la difusión no se asienta en datos certeros. Por lo común, contradice los registros existentes.
DIGRESIÓN. Una de las más interesantes gestiones en Justicia fue la de Gustavo Béliz durante la administración de Néstor Kirchner. Dentro de la cartera estaba la Secretaría de Derechos Humanos que comandaba Eduardo Luis Duhalde. Quien escribe revistaba en el área de Prensa de la misma.
Entre la contención de las organizaciones sociales, el re ordenamiento general tras las esquirlas del 2001 y el aumento paulatino de las fuentes de trabajo, las cifras del primer período kirchnerista evidenciaron una importante caída en la cantidad de delitos, colocando a la Argentina entre los países más seguros del mundo.
Como había que empezar a pegar sobre el gobierno nacional popular por algún lado, los medios concentrados lanzaron su gran campaña destinada a mostrar que vivíamos en uno de los lugares más inseguros del planeta. Un secuestro, el del hijo de Blumberg, fue aprovechado al extremo y potenciado como representativo de la vida cotidiana en estas tierras.
CUALQUIER COSA. Es posible evocar la escena. Con el consagrado revisionista observábamos por televisión la movilización realizada ante el Congreso; escuchábamos azorados las referencias del ingeniero, y especialmente, las de los periodistas.
Más allá del hecho particular –todo delito es condenable, y más un crimen- los datos vertidos carecían de sustento y transmitían la sensación de estar ante sucesos que ocurrían habitualmente en todos los distritos nacionales. La propaganda se extendió por años y recién bajó parcialmente durante el macrismo.
La concepción básica instalada en las capas medias fue que en la Argentina no se podía vivir debido a la inseguridad. Lo hemos escuchado otra vez, en varias ocasiones, los meses recientes. Nadie aportó ni aporta elemento comparativo alguno con otras naciones y mucho menos con otras ciudades –San Pablo, La Paz, Caracas, Bogotá, Nueva York, etc-.
EL BIEN Y EL MAL SEGÚN CLARÍN. Entonces, lo que podrían haber sido, a lo largo de todos esos años, gestiones ordenadas y progresivamente favorables al establecimiento de políticas de Seguridad justas para el panorama local, quedaron instaladas en la opinión pública como fracasos “innegables” debido a la “tolerancia” del peronismo hacia el delito.
Va la observación ante los interrogantes de tantos lectores y oyentes que indagan si las gestiones de Frederic, Berni, Saín o quien fuera son “buenas” o “malas”. Está bien que duden, en este punto, porque la falsificación informativa es tan gigantesca que resulta imposible una valuación precisa.
Si los medios se lo proponen, un asalto en la esquina puede ser reiterado hasta el cansancio por todas las pantallas, con víctimas llorando, vecinos indignados y policías heridos, lo cual “demostraría” que estamos en medio de una realidad caótica e ingobernable.
EXOPLANETAS. En varias ocasiones, durante la información suministrada desde estas páginas, hicimos referencias a la influencia de servicios de inteligencia locales e internacionales sobre las fuerzas de seguridad. Bien: ratificamos el concepto.
Aunque a algunos les parezca propio de películas situadas en la Guerra Fría, tenemos que hablar directamente de la Central de Inteligencia Americana. Esto es así e incluye, junto a las policías, a Gendarmería. La admisión del dato facilita, en retrospectiva, la comprensión de algunos hechos significativos.
En la misma dirección apuntamos a la intromisión de grandes empresas. Esto es así. Por supuesto que las mismas, y muy especialmente una, procede a través de representantes o voceros. Si la compañía, con su labor ante la opinión pública bien delineada, necesita una situación violenta en un distrito determinado para lograr algo o damnificar a alguien, lo sugiere, paga y se hace.
CUADROS INTERMEDIOS. Luego: particularmente en la Bonaerense, faltan jefes intermedios. Las tropas, como hemos visto, son numerosas y los comisarios son lo que son. Pero en la zona organizativa de la fuerza, sea por lentitud en las designaciones o por ausencia de efectivos formados para comandar razonablemente, hay un vacío que deriva en la acción directa del vigilante común.
Los azules que recorren el territorio están sometidos a sucesos imprevisibles. Cada hecho es “nuevo” aunque se lo englobe con otros en las planillas. Hay ladrones expertos y varios improvisados; en la escena emergen niños que juegan por allí, mujeres que van a sus labores, abuelos mateando en la vereda.
En todos los casos la toma de decisiones debe ser inmediata y para eso se necesitan cuadros muy formados con el objetivo de sostener la frialdad y adoptar el rumbo adecuado. Hoy, esos cuadros no están. De allí que algunas situaciones manejables se hayan tornado, tantas veces, en tragedias que involucran a protagonistas principales y secundarios.
Así están las cosas. Nos vamos preparando para un tramo en el cual renacerán las discusiones sobre el coronavirus y la economía. Paradójicamente, mas “sanas”. A menos que los compañeros vuelvan a dejarse intoxicar y potencien los asuntos que les propone la caja viva. Pero eso, es otro debate.
Vale repasar la nota central de la semana. https://laseñalmedios.com.ar/2020/09/08/una-presion-varios-objetivos/
- Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal
