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sábado , abril 27 2024
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El humor político de Jauretche

Por CÉSAR TATO DÍAZ * 
A 46 años de la muerte de Arturo Jauretche, lo recordaremos en una faceta de su labor periodística. Junto a Raúl Scalabrini Ortiz, como militantes de la causa nacional y popular, después del derrocamiento de H. Yrigoyen en 1930, durante la década infame, consideraron que para recuperar la soberanía política y enfrentar la dependencia económica debían reconstruir el vínculo con el pueblo. Por ello pensaron que la prensa gráfica sería un instrumento valioso, y como daban por descontado que la autodenominada “prensa independiente” no brindaría sus canales debieron optar por otros medios “menores”.El primero, dirigido por Enrique Martínez del Castillo, fue “SEÑALES: Económicas, Financieras y Sociales”, publicado a partir del 27 de febrero de 1935. Allí llegó de la mano de Scalabrini y, entre mayo de 1935 y el mismo mes de 1936, escribió artículos políticos y una columna con el seudónimo de “Mister Pickwick”, cuya trascendencia la percibimos en la actualidad porque instaló en el imaginario nacional conceptos que se continúan utilizando.

El enunciador construido por Jauretche era un inglés residente en nuestro país que escribía su informe semanal a los integrantes de un club en Londres que sumados a las impactantes denuncias de Scalabrini llevarían al gobierno del General Justo a acusar de de “desacato” a “SEÑALES” pues daba a publicidad lo que ningún medio argentino decía sobre los negociados del momento.  Medida que no haría más que azuzar a Jauretche, quien, a través de su personaje contestaba: “me complazco en informar a mis lectores que ‘Mister Pickwick’ es súbdito inglés y que, por lo tanto, tiene cónsul. Tomen nota los fiscales y demás agentes del orden imperial para no incurrir en el error de acusarlo por desacato, injurias y demás, como a un vulgar habitante de la colonia”. Es decir, de la República Argentina.

Era la época del “fraude patriótico” descripta con singular agudeza e ironía por el súbdito inglés: “la preparación de las elecciones resulta engorrosa porque los residentes argentinos en el país pretenden inmiscuirse en política, como si fue¬ran ingleses o amigos de los ingleses” lo que, por supuesto, “conspira contra el progreso de la colonia” y de ahí que el “doctor Fresco y los demás empleados” hayan decidido “sustituir al ciudadano en el ejer¬cicio del sufragio, sustrayéndolo a los líos electorales y encargando a las fuerzas de policía que lo representen en la emisión del voto”.

Así, mediante el fraude en la provincia de Buenos aires, llegaron a la gobernación Manuel Fresco y su secretario de Gobierno Roberto Noble (encargado de cuidar las urnas). El personaje jauretcheano abordaba el urticante asunto del “desacato”: “mis estimados amigos del Pickwick Club de Londres: Por fin los amigos han reaccionado como corresponde contra ese periódico indígena llamado ‘Señales’ y contra la campaña que desarrolla pretendiendo informar a los nativos de los problemas de la colonia sacándolos de las noticias deportivas, policiales y literarias”. La ironía alcanzaba su pináculo al referirse al asesinato del senador Bordabehere en la sesión del Senado durante la exposición de la investigación del senador De La Torre: “por otra parte, esta acusación es una medida suave y sin ma¬yor trascendencia que está destinada a poner al director del periódico ‘Señales’ a resguardo de los ataques personales que su campaña antinacional contra las empresas inglesas puede suscitar en los espíritus patrióticamente inflamados como el del ex comisario Valdez Cora” (autor del asesinato)”.

En otro pasaje de su escritura, el joven Arturo, apelaba al ridículo con el fin de ir abriendo camino en la construcción de la conciencia nacional: “espero, además, que el traje a rayas lo acostumbre al direc¬tor de ‘Señales’ a comprender cuál es el verdadero color de la bandera nacional que no se compone como él se cree, de franjas horizontales celestes y blancas, sino de los que se usan en los demás dominios, por mal que les pese a los resi¬dentes argentinos porque les dejamos el pacífico usufructo de los símbolos autóctonos para que se entretengan, pero no para que se metan a escribir sobre temas económicos que son cosas serias y requieren una larga preparación en los directorios de las empresas, que solo Su Majestad Britá¬nica puede proporcionar”.

Los noveles escritores, naturalmente, no habían pasado por las “empresas inglesas” y jamás lo harían, por eso no descansarían en su prédica esclarecedora para lograr una “Patria justa, libre y soberana”.

 

*Director del Centro de Estudios en Historia/Comunicación/Periodismo/Medios (Cehicopeme) de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

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