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lunes , abril 29 2024
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ALBERTO ANTE LA ASAMBLEA / Bien plantado

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

A decir verdad, no hay “gobiernos de emergencia” como desea creer cierta fantasía apolítica. Los comandos de los estados suelen tener una orientación, que se despliega según las circunstancias. En todos los casos presumen, intentan contención –lo cual es políticamente razonable- pero marcan una dirección. Que su país se encuentre en situación de emergencia los lleva a arrancar el proceso un paso más atrás, ocupándose de resolver situaciones esenciales; pero no por ello convocan a una alianza neutra, pues necesitan definir las herramientas y los rumbos.

En el discurso de asunción y en la reciente apertura de Sesiones Ordinarias el presidente Alberto Fernández señaló el sentido que pretende para su gestión. Básicamente productivo, industrial, soberano y despojado del concepto de ajuste. La dificultad para lanzarlo con la energía adecuada –caída económica profunda, desarticulación de las entidades de control- no anula ese objetivo sino que hace más lento el andar. Para poner en marcha un proyecto con esos rasgos, habitualmente conocido como nacional popular, resulta preciso contar con normativas claras que brinden capacidad ejecutoria.

En eso consistió la presentación ante la Asamblea Legislativa. Anunciar el impulso de una serie de proyectos de ley destinados a afirmar el poder del Estado para incidir en el desarrollo nacional. Por eso forjó la idea de un Consejo Económico y Social, de entidades articuladas para mejorar el desempeño de la estructura pública, de reformulaciones judiciales destinadas a evitar trabas de intereses que exigen la primarización económica, de fomentar la educación pública garantizando su gratuidad y su mejoría a través de un amplio debate social. Alberto solicitó a los congresistas, de hecho, que le permitan empoderar su Poder Ejecutivo para aplicar políticas orientadas al crecimiento.

Si los detalles en los contenidos para la aplicación de esas normativas tiene importancia, su titulado resulta en sí mismo trascendente. El jefe  de Estado busca poner de pie al país y para eso exige ampliar sus espaldas para activar el mercado interno y promover la redistribución. Debido a la catástrofe previa –enumerada suscintamente- el puntapié inicial se dispuso de abajo hacia arriba para sacar del deterioro pleno a los más damnificados. Pero, retomamos, no es una resolución humanitaria neutral sino el piso sobre el cual asentarse para esbozar una administración que priorice el trabajo y la elaboración de riqueza.

Resultó saludable enterarse de la conciencia plena sobre el alineamiento que ello implica. Pues al citar con precisión en la temática económica el vínculo con el Papa Francisco, con Rusia y con China, así como el anhelo de fortalecer los lazos con la propia región, Alberto evidenció saber que se adentra sin prisa –dadas las circunstancias- pero sin pausa –dada la estrategia antedicha- en la Multipolaridad. Con todo lo que ello implica tanto en el rubro beneficios como en el de riesgos. En ese marco, las consideraciones enlazadas de Defensa, Derechos Humanos, Atlántico Sur y Malvinas, configuran un inteligente diseño a futuro.

Esas definiciones lo distancian de la caracterización de “liberal” que imponen algunos críticos y lo sitúan en el lineamiento histórico que lo llevó a cautivar el voto de las masas populares más humildes del país.

La ausencia de etiquetas auto colocadas, las menciones a determinados referentes ajenos y la decisión de replegar los simbolismos propios no son más que acciones destinadas a aquella contención de la que hablamos en el primer párrafo, con dos derivaciones: una interna, fracturando a la oposición para evitar que las capas medias hagan de furgón de cola del proyecto oligárquico, y otra externa, pues necesita el apoyo de naciones reactivas para negociar la deuda en relativas buenas condiciones. Como buen peronista, diríamos, Alberto menciona a Perón cuando le conviene y hace uso de otras tradiciones cuando precisa aglutinar para avanzar.

En medio, varios elementos delicados con explosiones inevitables a futuro. La ruptura y rearmado de la Agencia Federal de Inteligencia –un sótano al que nada le importa la Nación y mucho el seguir siendo esbirro del suprapoder concentrado-, la convocatoria a un Congreso Educativo que evidenciará la acción mitrista para cuidar la hegemonía alcanzada y al mismo tiempo la imprescindible presión nacional popular para influir en los nuevos diseños, el envío de la Ley para la despenalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo que, como se sabe, gestará llamaradas de pasión originadas en creencias e intereses. Un abordaje descuidado de esas discusiones venideras pueden limar la imagen oficial; pero planteos sinceros y eficaces pueden realzar su dimensión.

Alberto, en su discurso, transparentó el interés de base que lo mueve. Sin hacer declamación, se situó socialmente dentro del pueblo genuino y se ubicó regionalmente en este Sur. No necesitó alzar su voz en ese sentido ni lanzar grandes consignas latinoamericanistas: resultó nítido que ese es el basamento de su potencial y que por lo tanto no puede correrse sin fracasar rotundamente. A su lado estaba Cristina Fernández de Kirchner. Hemos indicado, en estas mismas páginas, que la ligazón honda de los gobernantes con el interés geoestratégico profundo es la clave del éxito de un gobierno. Si las autoridades quiebran ese vínculo, encarnado físicamente en los trabajadores y sus adyacencias, el edificio se desmorona pues pierde el vigor de los pilares.

Tomando en cuenta las cifras vertidas ante la Asamblea y repasando el conjunto de la vida nacional, es posible afirmar que la ansiada recuperación recién sobrevendrá en el trimestre final del año en curso. Esto significa que el primer período resultará complejo, con numerosas demandas justas e irresueltas. Por supuesto que el mandatario no lo señaló, pues la esperanza es el motor de toda gestión, pero la verdad –que es restregarse con arena el paladar- da cuenta de una caída económica formidable que está costando revertir. La buena noticia en ese sentido es que la capacidad silvestre de la economía argentina para desplegarse cuando el Estado al menos no la hostiga, es formidable; esto implica que puede evolucionar hacia unos interesantes tres años posteriores de ampliación.

Señalamos con satisfacción que todas las informaciones vertidas en nuestras Fuentes Seguras del 23 de febrero pasado se cumplieron rigurosamente. Como el lector ya sabe, puede confiar en nosotros. Desde allí, considerando oblicuamente la temática, queremos indicar que sigue sin definirse un camino claro y potente en relación a los medios de comunicación. Por ahora, la verbalización de un reposicionamiento de los medios públicos, y la orientación de la pauta publicitaria hacia la cultura y la educación, no son más que señalamientos generales justos, pero muy incompletos. Si se palpa el rechazo que las políticas nacional populares originan en las empresas periodísticas más importantes del país y del exterior se podrá evaluar la densidad del problema. Y percibir además que son numerosos –todo un pueblo, de hecho- los que necesitan una buena resolución.

Alberto Fernández, en medio de la hecatombe heredada, arrancó bien plantado. No es poco.

 

  • Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

 

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