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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
Fíjense que proceso interesante. Los Estados Unidos retiraron su acusación oficial contra China por manipular su divisa. ¿Recuerdan las decisiones soberanas de ambas naciones –adecuación del tipo de cambio- para impulsar producción y exportaciones? Lo charlamos por estas páginas. Bueno, el Departamento del Tesoro presentó ayer un informe que revierte los cruces. La decisión despeja un obstáculo para el acuerdo que detendrá los contrastes comerciales entre las dos potencias. Esta mañana, los negociadores chinos arribaron a Washington, y el miércoles firmarán la primera fase de ese pacto.
En agosto del año pasado, el gobierno norteamericano, en medio de una escalada de tensiones comerciales incluyó a China en la lista de países que manipulan su moneda para obtener una ventaja competitiva. Aquel verano, el presidente Donald Trump acusó a Pekín de devaluar el yuan para mitigar el impacto de los aranceles que había impuesto a las importaciones chinas. Al toque, bajó sus tasas y levantó las restricciones externas. Dieron una lección a los aperturistas de nuestros países que, con el argumento de evitar zonas de control para la libertad económica, hunden los valores propios.
Ahora el compromiso admitido por ambos países consiste en evitar devaluaciones que favorezcan sus exportaciones. Digamos que se trata de una decisión que los asiáticos consideran “objetiva”. «China ha adquirido compromisos ejecutables de abstenerse de la devaluación competitiva, promoviendo transparencia y rendición de cuentas», escribió el secretario del tesoro Steven Mnuchin, en un comunicado. Aclaró que se trata de un acuerdo “limpio” y que contempla, en el tramo de los dos años venideros, compras chinas de productos estadounidenses por 200 mil millones de dólares. Agua para la sed norteña. A ver si nos entendemos: China lo hace porque puede y de este modo amarra la economía del Norte a un ingreso que nadie querrá resignar en el futuro.
En los dos años recientes, el yuan se vino depreciando respecto al dólar, beneficiando su desarrollo e impactando negativamente sobre la economía estadounidense. Es decir, el coloso asiático apretó a su ya no tan par norteamericano hasta que consiguió un nuevo esquema satisfactorio. Tras mucho patalear, con acusaciones que no iban más allá de lo verbal, los Estados Unidos se “rindieron”. El 6 de agosto del año pasado, menos de una semana después de anunciar que los aranceles abarcarían a todos los bienes importados del gigante asiático, Mnuchin cedió a las sugerencias de Trump y concretó una definición más laxa sobre la manipulación de divisas.
¿Qué significa todo esto? Bueno, que la única verdad es la realidad y que la realidad internacional marcha hacia el posicionamiento de las potencias emergentes en el marco de la Multipolaridad. Desde la interioridad de su poder, los Estados Unidos han hecho esfuerzos singulares para torcer la tendencia, pero como señalamos en la secuencia CRONOS, no hay bombardeos que puedan retrotraer la situación. China pasa a ser imprescindible para la economía del Norte y a partir de ahora podrá decir “mirá que no te compro más”. Es que los viajes a través del tiempo, no existen. Lectores: de otro modo, ya lo habríamos notado.
Habrá intentos, algunos sangrientos; pero al Consenso de Washington ya no volveremos porque el nuevo esquema, con tantas aristas poderosas, se va imponiendo.
• Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal
