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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
La derivación del cónclave en la Confederación General del Trabajo (CGT) con la presencia del presidente electo Alberto Fernández ha resultado más interesante de lo que podía preverse. Al menos así lo revelan las consultas realizadas por nuestro medio con varios de los referentes allí congregados. Cuando el Salón Felipe Vallese se vació, cuando la Marcha dejó de retumbar en su interior, las consideraciones reservadas empezaron a circular y vale la pena narrarlas.
«Lo más importante es el contenido del mensaje de Alberto y el significado de hacerlo en el edificio de la CGT» puso de relieve uno de los artífices de la unidad. Al secretario general consultado le agradó en especial que se haya destacado «el protagonismo de la clase trabajadora en la próxima etapa de gobierno». Tras los desencuentros vividos, esa decisión le pareció clave para confiar con más serenidad en la gestión venidera.
Otro de los titulares gremiales mostró su asombro por la idea de generar una estrategia de formación surgida desde el mismo edificio cegetista. «Vamos a tener que profundizar los proyectos sobre educación, tecnología y ciencia». Es que «Alberto nos puso un desafío, nos parece bien y lo vamos a tomar». Eso le puede dar vida a un lugar emblemático para los trabajadores argentinos.
Pues, en confianza, un filoso líder de una franja productiva, deslizó «es que hoy el edificio de la CGT es una cáscara vacía y sin funcionamiento de sus secretarías. Necesita vida y la propuesta puede ayudar». Varios presentes empezaron a coordinar sus equipos técnicos para armar un borrador que contemple la idea. Anticipamos que la misma se desarrollará precisamente porque muchas de las organizaciones presentes ya la vienen desplegando puertas adentro.
También se observaron, en estas consultas, coincidencias generales y distancias en la profundización del camino sindical a seguir. Por ejemplo, fue casi unánime la consideración sobre la importancia de «fortalecer un gran Frente Nacional que ofrezca el respaldo político que necesitará el nuevo gobierno para encarar con éxito las batallas que seguramente vendrán cuando comience a afectar privilegios de los sectores minoritarios pero poderosos que controlan los resortes de la economía».
Con ese marco, fuentes de la Corriente Federal anticiparon que tomarán la iniciativa con celeridad: «Vamos a hacer un acto el 20 de noviembre, Día de la Soberanía, del que saldrá un documento planteando nuestra visión del acuerdo social, el rol del movimiento obrero organizado» y a tal efecto «estamos llamando a las pymes, pequeños y medianos productores agropecuarios, cooperativas y organizaciones sociales». Ese es el espacio amplio que, según la CFT «tiene que protagonizar la búsqueda del acuerdo».
Ahora bien, otro de los puntos planteados por Alberto dejó polémicas abiertas: un experimentado sindicalista indagó «¿la participación en el futuro gobierno será dentro de la estructura o sobre la base de un programa?». A su lado, otro secretario general precisó «lo que pasa es que una cosa es discutir precios y salarios y otra ver qué hacer con la economía en general». En la réplica, surgió un punto que tendrá su vigor a partir de marzo venidero: «hay que analizar el tema leyes. Ver cuáles se necesitan para dar sustento al Proyecto Nacional. Y cuáles deberían estar en la Constitución».
En definitiva, mucha tela para cortar. Optimismo, asentado en la experiencia peronista a la hora de gobernar y dinamizar la economía. Interrogantes, en la instancia de develar cómo contribuir a ese desarrollo.
Una nueva etapa se está abriendo en la Argentina. El movimiento obrero, que bregó contra el macrismo con numerosas y masivas marchas, varios paros generales y un llamado a la unidad que alcanzó el eco pertinente, tendrá un rol destacado. La primera jugada en el ámbito social ha posicionado adecuadamente al presidente electo. Después del 10 de diciembre, en la cancha se verán todos los pingos.
* Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
