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Por FERNANDO INFANTE LIMA *
El calendario interrumpe en su anuncio, la tensión dispersa de días que caen, el agobio de rutinas, el andar presuroso y apesadumbrado; el anuncio es el duelo anticipado de un año que predice, inexorable, su retirada.
El calendario impone, en la caída inalterable de sus días, un primer borrador de las páginas salientes, esas que dejan huella, que se enquistan en el sentimiento, en la memoria.
El calendario en su precipitado andar, suelta al descuido, el espacio suficiente para abordar tres discos, que se elevan en su originalidad, en su vuelo, sobre la medianía reinante.
1- Carlos Aguirre / La Música del Agua
La música tiene la posibilidad de vibrar, de respirar y traducir un lugar. «La Música del Agua», a decir de su autor, es «impresionismo litoraleño», una curiosa calificación, que enciende una postal viva, inextinguible, del murmullo perpetuo, arrullador, del agua que corre.
Una invitación a sumergirse en canciones, que anidan en un paseo por una geografía accidentada, anidan en la evocación de niños que juegan, saltan, corren junto a la orilla; anidan en la placidez de un atardecer de mate a la vera del rio.
Una selección cuidada, precisa, que tiene en cuenta a autores de distinta generación. El espíritu de Ramón Ayala, Jaime Dávalos y Alfredo Zitarrosa, se funde en Coqui Ortiz, Matias Arriazu y Luis Barbiero, al tiempo que vertebra en la obra literaria de Juan L. Ortiz y Juan Jose Saer.
Carlos Aguirre, a través de su aséptica, límpida interpretación, en una asombrosa economía de recursos, atada apenas el piano y su voz, envuelve en vida las historias, los personajes y los paisajes del litoral.
2- Bajofondo / Aura
Bajofondo es un colectivo de músicos, en equivalencia de fuerzas entre argentinos y uruguayos, que se han propuesto bajo la tutela y orientación del multifacético Gustavo Santaolalla, explorar, reescribir, resignificar la música del Río de la Plata.
El tiempo abrió un abanico de opciones, que permite la cruza de diversas expresiones, que funde su música a géneros y ritmos de variadas latitudes, siendo el aire de tango, sin importar los elementos ajenos que nutra a la composición, la luz guía.
El conjunto suele ser superior a la suma de sus partes, sin embargo es preciso destacar la producción de Juan Campodónico, la fuerte presencia del piano y sintetizadores de Luciano Supervielle, la orquestación de Alejandro Terán y la participación de la banda mendocina Usted Señálemelo.
«Aura» es el punto de equilibrio, la simbiosis perfecta, el balance de fuerzas en el que cabe el tango, el rock, la milonga, la psicodelia y la música del altiplano. El espíritu, la esencia, la presencia ancestral de los brujos de la música latinoamericana y el fantasma de la otra mitad de la vanguardia del tango, Eduardo Rovira, flotan en el aire.
3- Nicolas Moguilevsky / La Forma de Estos Días
La improvisación es el sistema. La improvisación es la edificación a través de la incertidumbre. La improvisación es el andar continuo hacia un destino incierto.
Nicolas Moguilevski desde su piano, establece un código de entendimiento, que Mariano Malamud desde su viola, sigue de manera natural. Una improvisación ordenada, dirigida, que hace pie en la comunión que existe entre los músicos.
«La Forma de Estos Días» es el testimonio, el registro de la creación en estado de pureza, sin corrección posterior, sin el permiso para abrir una nueva toma.
Las composiciones tienen una articulación compleja, cambiante, de formas sensibles, maleables, ahogada en detalles, capas de texturas que definen el clima, el humor, el ánimo de cada pieza.
Un sentimiento de ensoñación visita la audición del disco, en el que Nicolas Moguilevsky parece haber descubierto su tono expresivo, su voz ideal.
