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viernes , abril 26 2024
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HANOI / La realidad

 

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

El desarrollo del encuentro de Hanoi así como la evolución de la situación en Venezuela permiten visualizar a un presidente norteamericano que habla y habla mientras, envuelto en palabras, escapa de la imposición bélica de la tríada finanzas – armas – drogas que configura el suprapoder.

Donald Trump sigue situando a los Estados Unidos en el mundo. Como señalamos en el Editorial, el equilibrio asiático se sostiene: Corea del Norte no se desnucleariza, obviamente no utilizará su armamento, EE.UU no levantará las “sanciones” y las cosas siguen en paz.

A eso la prensa internacional llama “fracaso”. Es el éxito de una diplomacia verbal no invasiva que recompone las energías norteamericanas para situarlas dentro de su territorio. Y admite la existencia de potencias equivalentes dentro del panorama Multipolar.

Con nitidez lo expresó hace pocas horas en Vietnam el titular del Ejecutivo estadounidense: «China es el mayor donante de Corea del Norte, hasta el 93% de la ayuda a Corea del Norte procede de China, que tiene un gran prestigio y ayuda mucho [en la resolución], Rusia también ayuda mucho en este proceso”.

Esas son las naciones que hacen pie en la región y así como se facilitó hace dos años que los seis países asiáticos que demandan control total o parcial sobre el mayor paso comercial del mundo resolvieran sus diferencias puertas adentro, hoy se anuncia a todos esa admisión de poder.

Y por estos pagos, después de tanto lío, Trump y sus operadores lograron –para fastidio de la CNN y The New York Times, de El País y de La Nación- que todo quedara en una algarada que en definitiva contribuyera a ratificar el potencial de la institucionalidad de masas en Venezuela.

¿Y las invasiones? Las aventuras bélicas sanguinarias han costado al erario público norteamericano fortunas indecibles, al punto de doblegar su economía otrora potente. Al no activar, por tres años ya, acciones de esa naturaleza, las cuentas fiscales del Norte se han ordenado y su PBI industrial ha crecido.

Empresas como Blackwater –por mencionar la más conocida- han vaciado las arcas públicas en su beneficio para operar mundialmente en nombre de los Estados Unidos sobre territorios ajenos. Sus accionistas, como los de CNN, son parte del trípode mencionado.

Nada está pre definido, pero en el último tramo de su gestión, Trump deberá esforzarse al máximo para que no caiga de sus manos alguna ojiva nuclear con las que hace malabarismos cada vez que sale a recorrer el planeta.

Es admirable que en todo este período haya logrado que su país sincere el potencial real y acepte el de otros jugadores. La mención satisfactoria sobre China y Rusia efectuada en Hanoi, más una calidez excepcional hacia Kim Jong un –contrastante con el trato a Mauricio Macri y a Emmanuel Macron, por ejemplo, meses atrás- dan cuenta de la talla de un realista.

En un período temporal semejante al transitado por esta gestión, las administraciones previas habían invadido y destruido Libia e Irak, insertado bandas terroristas en Oriente Medio, y diseminado compañías de mercenarios por el orbe portando la bandera norteamericana, mientras decrecía la capacidad productiva local.

Por estas horas, lo único que puede difundirse de Trump son gestos recios y amenazantes, pero no avances bélicos concretos ni crímenes masivos en nombre directo de su Estado. Los damnificados por esta política siguen operando; creer que el panorama está resuelto implica un desconocimiento tan profundo como pensar que el rubicundo es más de lo mismo.

De hecho, hoy se acrecienta la provocación en la frontera indo pakistaní. Allí los intereses desplazados por la Multipolaridad agitan las contiendas suscitadas desde 1947 por el Imperio Británico en busca de una colisión entre ambas naciones con poderío nuclear. La Organización para la Cooperación de Shangai deberá esforzarse para desactivar la tensión.

En definitiva, desde aquellas horas iniciales, cuando percibimos los resultados de la visita del Papa Francisco a los Estados Unidos, señalamos los roces internos en el Partido Demócrata y caracterizamos la derivación hacia esta zona corcoveante del Partido Republicano, podemos sostener el diagnóstico con serenidad y algo de satisfacción; para qué ocultarlo.

Estamos sorprendidos de haber acertado porque, a decir verdad, en varias ocasiones pensamos que el suprapoder iba a terminar imponiendo su política exterior belicista. El desafío era tan grande que dudamos –también es preciso admitirlo- de nuestro propio cuadro de situación.

Sobre este mapa mundial redoblamos la apuesta e indicamos, temerariamente: en un año, vamos a estar debatiendo la reconstitución del Unasur. En esa dirección se encamina este planeta sobre el que nos toca vivir.

 

• Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.

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