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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
Hace meses indicamos que era preciso generar una vorágine de abajo hacia arriba a favor de una unidad con concepto. Esa vorágine llevaría a que –por convicción o por oportunismo- pocos admitan quedar fuera. Aunque todavía falta un impulso huracanado más intenso, el sector más dinámico del movimiento nacional y popular lo está logrando.
Como el ejemplo debe arrancar por casa, el movimiento obrero organizado alcanzó grandes niveles de confluencia entre quienes pocos años antes no marchaban juntos; a decir verdad, ni siquiera dialogaban. Así, la sabiduría de la Corriente Federal de Trabajadores evolucionó desde aquella Corriente Político Sindical Federal que vimos nacer tres años atrás, hasta este Frente Sindical para el Modelo Nacional, con moyanismo, Smata, regionales y claro está, toda la CFT adentro. Eso generó un polo de atracción potente: se coordinaron acciones con las organizaciones sociales, lo cual quedó evidenciado en las calles.
El camino unificador obrero produjo –en vínculo con la inteligencia de algunas referencias políticas- el reencuentro de zonas del movimiento nacional y popular hasta hace poco contrastantes. Así, es posible palpar la labor de Cristina Fernández de Kirchner, asumiendo su lugar pole position, para congregar figuras como José Manuel de la Sota (me cache en dié…), Verónica Magario y Felipe Solá, mientras se arriman Alberto Fernández –notables exposiciones kirchnerianas en programas de actualidad- , intendentes –asentados en el trípode Avellaneda – Ensenada – La Matanza) y los siempre chantajeados y zigzagueantes gobernadores.
Es probable que queden fuera los considerados macristas con poder electoral circunscripto y en batalla curiosa por votos parecidos a los de Cambiemos (Urtubey y Pichetto) en tanto Massa observa cómo la presencia de Felipe y Alberto en las articulaciones lo puede dejar sin base de sustentación. Lo peor que podría haber hecho el macrismo, en el orden político, fue pelearse con Hugo Moyano; eso resolvió muchas cosas puertas adentro del movimiento.
A partir de ahora los desafíos a resolver se encuadran dentro de la construcción propiamente dicha: no sólo nosotros, también los protagonistas directos se preguntan ¿internas previas a las PASO para definir lugares en una lista común? ¿PASO con el compromiso de admitir los resultados? ¿Mesa ampliada para armar las listas con consenso? La otra opción, tres listas peronistas, es un viaje sin escalas a la derrota. Los referentes ya lo saben.
La vorágine, que no es otra cosa que el anhelo colectivo de aunar fuerzas para echar al liberalismo oligárquico, ha llevado a dejar de lado tonteras y cruces internos propios de fuerzas pequeñas, no de movimientos integradores. Al percibirse con nitidez el respaldo a esta unificación por parte de Jorge Bergoglio, el envión del bloque nacional popular se fortalece. Sólo un puñado de activos en redes insisten con sacarse de encima a tal o cual protagonista, haciendo gala de un sectarismo que puede prohijar cuatro años más de hecatombre económica.
Pero el signo del presente, aunque aún no es la unidad, es el camino hacia la unidad con proyecto. Volvemos al comienzo: los que tienen convicción admitirán el programa –delineado desde el Frente Sindical para el Modelo Nacional- y los oportunistas dirán que si para no quedar fuera. Todo se basa en señalar que es preciso dinamizar el rol rector del Estado, priorizar el mercado interno, mejorar el nivel de vida promedio y promover la inversión productiva.
Esta situación es distinta a la registrada en Brasil. Pase lo que pase con el andamiaje judicial – político – mediático en nuestro país, es decir, metan preso a quien sea, si el andar mencionado no se obtura por motivos propios, quienes lideren las nóminas nacional populares pueden vencer en los comicios de 2019. He allí la desesperación oficial traducida en los grandes medios.
• Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.
Imagen: Paul Klee. El equilibrista
