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lunes , abril 29 2024
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SINDICATOS Y PROYECTO / Cuanto peor, peor

Por LAUTARO FERNÁNDEZ ELEM *
El movimiento obrero vive una etapa (lamentablemente) provechosa para la coordinación y la convergencia de sus dirigentes. El pasado 29 de abril se logró una masiva movilización donde confluyeron más de 300.000 trabajadores, en su mayoría sindicalizados pero también «sueltos» y otros tantos nucleados en organizaciones sociales y políticas.
No han sido pocos los análisis que señalaron la «superación» de las bases gremiales por sobre las cúpulas sindicales. Aunque hay algo de cierto, no se debe menospreciar la actitud de las mismas, ya que en los momentos difíciles y pese a las diferencias, están demostrando comprensión e iniciativa política.
Sucedió en la década infame de los 90, sucedió en los comienzos del 2000 y también durante el kirchnerismo, donde el sindicalismo no fue un inocuo «oficialismo manso» (como hoy lo son Fernández y Barrionuevo) sino que buena parte del mismo se puso al hombro la reactivación de las paritarias y la reorganización de la clase trabajadora.
Junto a los sectores políticos nacionales y populares, dió batalla en favor de los modelos de organización y relaciones político económicas que favorecieron la inclusión y la participación de los sectores obreros.
En linea con este decurso, lo que aquí intentamos destacar es que no es el retroceso económico y político el que genera y finaliza a las organizaciones sindicales. No existe el «cuanto peor mejor» sino que la fortaleza de los gremios proviene del fortalecimiento de la política como herramienta transformadora en manos del pueblo. Es impensable sostener una movilización de la calidad organizativa, numérica y sobre todo en niveles de conciencia y solidaridad política de los trabajadores como la del último 29 de abril.
En esa linea podemos afirmar que también existe una nueva camada de dirigentes y militantes surgidos de las bases obreras que entienden la responsabilidad y de hecho, han sido los que asumieron dar la disputa interna para lograr una renovación de las políticas sindicales y acercarlas a las nuevas visiones surgidas en el campo nacional del Siglo XXI.
El problema surge, cuando desde «la política» se detiene el crecimiento de las nuevas perspectivas intentando dominarlas en lugar de conducirlas.
Finalmente, la derrota electoral levantó aquel techo, pero también hizo visible otro: el de algunas acuerdistas dirigencias obsoletas. Hoy las bases y su organización tienen la oportunidad de recuperar los valores históricos del momento obrero argentino y plasmarlos en un programa de país visto desde los laburantes. Pero no debe descansar antes de llegar a la meta, puesto que la derecha avanza, el macrismo golpea y, cuanto peor, peor.
* CPSF / La Señal Medios

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