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NAVE A LA DERIVA / Una Mirada Crítica acerca de los Premios Oscars

por FERNANDO INFANTE LIMA *

El principio de acción y reacción tiene siempre el respaldo de un fundamento fuerte que busca el equilibrio. El estímulo que incita el movimiento puede responder a orígenes diversos, que en ocasiones se da de un modo natural y en otras es alimentado para encontrar un propósito particular.

El planteo inicial tiene como objetivo intentar entender el sinuoso camino recorrido por las distintas generaciones de los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos, en torno al uso de su reconocimiento oficial: el Premio Oscar.

1- El premio fue creado en 1929 por Louis B. Mayer, presidente de la Metro Goldwyn Meyer, como un reconocimiento a la inclusión del trabajador, como una organización que mejoraría la imagen de la industria cinematográfica y ayudaría a mediar en las disputas laborales.

2- El crecimiento de la industria fue tan vertiginoso y dinámico, que los estudios comenzaron a trabajar en proyectos más ambiciosos, contratando a importantes artistas del continente europeo, invirtiendo en producciones fastuosas y la competencia muto de su carácter original, ya en busca si, de la excelencia cinematográfica.

3- Una economía saludable hace al negocio sustentable. Los estudios crearon un balance de fuerzas entre aquellas cintas que podían establecer una rápida empatía con el gran público, asegurando importantes dividendos y las que estarían confinadas a la visión de un grupo de escala media, pero que aportarían prestigio a la marca.

4- El criterio de selección se sostuvo incólume. El film elegido tenía siempre los méritos artísticos que sustentaba la aprobación. La discusión podía irradiar en la preferencia personal sobre un título que resbalo en la votación final.

5- Un contexto de alta competencia, presta un marco donde el margen de error es pequeño y una alteración en el gusto puede ser calificado como «injusticia».

Un caso que llamo la atención fue cuando «El Toro Salvaje» perdió frente a «Gente como Uno», pero al ampliar la lista de nominadas en ese año, 1980, aparecían «Tess» y «El Hombre Elefante». Es decir que competían entre si Robert Redford, David Lynch, Martin Scorsese y Roman Polanski. El premio a la «Película en Idioma Extranjero» fue también motivo de controversia, ya que «Moscu No Cree en Lágrimas» venció a «Kagemusha», «Confianza» y «El Ultimo Metro». Un director ignoto para el gran público, Vladimir Menshov, logro estar por encima de realizadores prestigiosos como Akira Kurosawa, Francois Truffaut e Istvan Szabo. Las polémicas persisten, pero en un breve repaso a los títulos y nombres en competencia, queda claro porque el prestigio del «Oscar» era en esos días, indiscutible.

6- La distorsión se da en los años noventa. El primer desvio fue en favor de premiar las películas que enriquecían las arcas de los estudios. La maquinaria de publicidad, el star system una vez más en auge y el creciente espacio en los medios, motivo a los votantes a tener en cuenta a las nuevas figuras que se habían ganado el favor del público. El advenimiento de este obscuro periodo, trajo consigo estatuillas para buenas películas que no daban en la talla («El Fugitivo»), otras discutibles («Titanic») y algunas inexplicables («Gladiador»). La misma sintonía se dio a la hora de reconocer a los intérpretes, premiando esfuerzos insuficientes a Julia Roberts y Gwyneth Paltrow o destacando a actores importantes en papeles intrascendentes, como se dio en el caso de Al Pacino en «Perfume de Mujer». Esta idea que surgió como una convicción, en su ámbito de dominio casi como una cuestión de sentido común, la máxima de «la industria premia a la industria», terminó resquebrajando la credibilidad del Oscar, traduciéndose en millones de espectadores que decidieron buscar una mejor opción en la múltiple oferta del servicio de cable.

7- Acción y reacción. El conteo de daños encendió las luces de alarma y obligó a un cambio de estrategia. El equilibrio de fuerzas imponía un nivel de títulos de una envergadura superior, sin dejar caer en el olvido las piezas de artillería que multiplicaban los saldos imposibles, irreales de las cuentas bancarias.

Un movimiento intencional motivó una reacción natural de resultados inesperados. Los títulos nominados cambiaron parcialmente el perfil, generando un espacio inusualmente generoso para las cintas del Reino Unido, una cuota pequeña pero firme para el cine independiente de los Estados Unidos y un drenaje menor para filmes pseudo arte de producción industrial.

8- La confusión se transformó en desconcierto cuando fueron incluidas a competir por el premio principal películas en idioma extranjero, reconocimiento al que solo pueden aspirar los filmes de habla inglesa. “La Vida es Bella” en 1999, hablada en italiano, “El Tigre y el Dragón” en 2001, hablada en chino, “Amour” en 2013, hablada en francés, fueron las favorecidas. El inexplicable papelón se coronó cuando esas mismas películas, nominadas también en la categoría en idioma extranjero, se alzaron con el premio y perdieron en el cuadro principal.

9- La inestabilidad en las mediciones de audiencia se sostuvo con fluctuaciones marcadas, sumando ocasionales picos ascendentes y una tendencia general descendente. Las estatuillas en manos de cintas británicas edulcoradas como «Shakespeare Apasionado» en 1999, «El Discurso del Rey» en 2010, o de películas olvidables como «Una Mente Brillante» en 2001, «Vidas Cruzadas» en 2006 y «Argo» en 2013, no consiguieron despertar un gran entusiasmo en el público.

10- El proceso de deterioro se acentuó apoyándose en políticas erráticas. Las continuas alteraciones en la cantidad de películas nominadas, el vano intento de establecer un muestrario amplio en base a criterios contradictorios y que ante la falta de mejores opciones se premie una película francesa, «El Artista» en 2012, en el cuadro principal con la excusa de que es muda, fueron señales de un tanteo a ciegas inconducente y peligroso.

11- La cantidad de artistas extranjeros nominados en las principales categorías, marcan la pauta que hay un conflicto de intereses entre la misión comercial de los estudios y los deseos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.

12- La revista «Variety», una publicación que se define en favor de la industria del cine, en un reciente editorial, aseguró que debe ser muy frustrante para un trabajador de la industria del cine, participar de una película que en poco tiempo nadie va a recordar.

13- Una revisión rápida a los títulos coronados en los últimos años, arroja un dato inquietante. “Birdman” en 2015 y “La Forma del Agua” en 2018, fueron dirigidas por Alejandro Gonzales Iñárritu y Guillermo del Toro respectivamente, exponiendo que en las cuatro últimas ediciones, dos de las películas ganadoras fueron dirigidas por realizadores mexicanos.

14- Las tres últimas ceremonias de entrega de premios fueron cooptadas por cuestiones extra cinematográficas: las críticas de la comunidad artística en torno a la figura del presidente Donald Trump, el boicot ejercido por la comunidad afro americana ante la falta de reconocimiento de su importante aporte y el movimiento «Me Too», que expuso los casos de abuso y acoso de índole sexual.

15- La edición 2019 de los premios “Oscar”, mantiene la tendencia de fallidos que dominan su escena: se volvió a modificar la cantidad de películas nominadas, una película hablada en español, «Roma», del realizador mexicano Alfonso Cuarón, fue nominada a mejor película y mejor película en idioma extranjero.

Entre los cinco candidatos a mejor director, tres son extranjeros; Alfonso Cuarón, Pawel Pawlikowski y Yorgos Lanthimos, entre los intérpretes suman cuatro nuevos nombres de diverso origen, Yalitza Aparicio, Marina de Tavira, Olivia Colman y Richard E. Grant.

“Pantera Negra”, una película de superhéroes accedió a la grilla final, dejando de lado títulos destacados del cine independiente, una elección que se ve obligada a combatir contra el prejuicio de una buena parte del público que año a año se mantiene fiel a la tradición de ver la películas antes de la premiación.

16- La ceremonia de entrega de los premios “Oscar”, que es transmitida en vivo a 130 países, en el 2018 perdió una masa de 20.000.000 de espectadores a nivel mundial, producto de la falta de credibilidad que genera la baja calidad títulos seleccionados.

La pregunta en suspenso, a la espera de las cifras oficiales que aporte la ceremonia el próximo 24 de febrero, es: ¿Se puede persistir en el estatus actual que se está consumiendo el escaso prestigio que el premio todavía sostiene?

El sentido común en la industria del cine está gobernado por el dinero, en la medida en que las arcas de los grandes estudios no se vea afectada, las posibilidades de resucitar la idea de premiar a la excelencia cinematográfica está condenada a una lenta agonía.

 

  • Terapia de Grupo / La Señal Medios

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