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sábado , mayo 18 2024
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MÁS NOS UNE LA SOLIDARIDAD DE DESTINO QUE LA IGUALDAD / Reflexión para el debate duro entre compañeros

Por NESTOR MIGUEL GOROJOVSKY *

 

Voy a ser políticamente incorrecto: en la práctica concreta, que es donde tenemos que actuar, EL «MEDIO PELO» NO SOLO SE SIENTE «SUPERIOR» A LOS «CABECITAS CHORIPANEROS», SINO QUE EN CIERTO SENTIDO MUY CONCRETO, LO ES.

Por más que, como dijera Perón, en una comunidad organizada, hay una sola clase de personas, las que trabajan, esas personas que trabajan se encuentran en posiciones diferentes dentro de la organización del trabajo social. Y dentro de esa comunidad, en la que la diversidad de posiciones relativas en la tarea productiva delimita clases sociales, para cada clase solo son sus «iguales» -a no ser que medie una inmensa conciencia política, que no tiene porqué ser el caso y por cierto no lo es en estos tiempos de descerebramiento intencional masivo- aquellos que pertenecen a la misma clase social.

No somos diferentes en eso a cualquier otra sociedad de clases. Por ejemplo, para que se entienda: en los países imperialistas, y frente a los países semicoloniales, las clases medias, las burguesías y hasta las franjas de menor calificación e ingresos de las clases trabajadoras están siempre, o normalmente, unificadas ¿Acaso se sienten «iguales»? No. Lo que los aglutina no es la idea de que unos son «iguales» a los otros, sino la certeza de que o se salvan todos juntos, o se hunden todos juntos. Sea en sus aspiraciones, sea en su nivel de instrucción, sea en las actividades que desarrolla para poder vivir, sea en los ingresos de que dispone, sea por los contactos a los que puede acceder para facilitarse la vida, en algunos casos sea incluso por su tez, la verdad es que el integrante del «medio pelo» argentino, nos guste o no nos guste, es en general considerado «superior» a quienes tienen menores ingresos y trabajos menos calificados por la compleja sociedad de clases en la que vivimos.

Los condicionamientos estructurales de esa desigualdad no son algo que EN ESTE MOMENTO podamos modificar. Por lo tanto, nuestra gran tarea no está en convencer al medio pelo de que NO ES «superior». Eso es estéril. De allí que la noble consigna «la patria es el otro» haya caído en saco roto. Para cualquier clase social, «el otro» es siempre «EL OTRO DE SU MISMA CLASE». Los demás son «los otros», que es otra cosa.

De lo que se trata es de encontrar maneras de que el medio pelo perciba que su destino y el de sus descendientes está inextrincablemente consolidado con el de los compatriotas más humildes (o que considera más humildes, dado que muchas veces disponen de más medios materiales y facilidades en la vida por el simple hecho de que existen los sindicatos, Y ESO DICHO SEA DE PASO ES UNO DE LOS FACTORES QUE FOMENTAN LA FAMOSA GRIETA).

Nuestra tarea se centra en convencerlos (es más: convencerlos y no necesariamente por la vía del razonamiento cartesiano, aunque eso parezca de «mala praxis») de que si a ellos les va mal, también les irá mal a los integrantes del medio pelo.

LOS INTEGRANTES Y MILITANTES DEL CAMPO NACIONAL TENEMOS QUE CONVERTIR EN PREJUICIO POPULAR LA IDEA DE QUE SALVO LA MINÚSCULA CASTA DE LAS «MIL FAMILIAS» DE LA OLIGARQUÍA, Y ALGÚN ENTENADO CERCANO, LOS 40 MILLONES DE ARGENTINOS QUE ESTÁN DEBAJO DE ESA MINORÍA DE CUATRO O CINCO MILLONES SE SALVAN JUNTOS O SE HUNDEN JUNTOS.

Se me dirá «si el medio pelo sale de ese equívoco, deja de ser medio pelo». Esto es relativo: la pertenencia al medio pelo se define, es cierto, por la aspiración a integrarse a la oligarquía. Pero al mismo tiempo esa aspiración expresa el deseo de NO CONVERTIRSE JAMÁS en «cabecita choripanero». Y esto lo hace más potente cuanto menores son los ingresos y otros rasgos pequeñoburgueses del medio pelo. Allí está la base de apoyo y operación, por ejemplo, del conservadurismo popular oligárquico, para ser más exactos, del populismo oligárquico, tan bien representado por Ritondo en la Capital.

Nuestra tarea está en encontrar nuestros propios Ritondos, no en sustituir a Ritondo, sin ánimo de ofender a nadie, por inofensivos profesores de ciencias sociales que, por su propia contextura, no son palatables para esa franja de nuestra sociedad. En la última contienda, el bloque antinacional nos venció porque percibió con claridad ese doble carácter del medio pelo. Nosotros solo nos quedamos con una parte. Después hubo otras cosas, pero me da la impresión de que por ahí anda Garay.

Con que ganemos ESA batalla cultural, la de la conciencia de la solidaridad de destino, ya estamos ganando. Pero es la batalla que tenemos que librar. La otra, si todo va bien en un futuro, se irá acomodando como los melones en un carro.

 

* Analista político / Patria y Pueblo / La Señal Medios.

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