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Shot Me Down

Por GUSTAVO RAMÍREZ *

“¡Bang, bang!

Yo te abatía

¡Bang, bang!

Tú caías al suelo

¡Bang, bang!

Ese horrible sonido

¡Bang, bang!

Solía abatirte a tiros”

Shot me down, Nancy Sinatra

I

“Desde el primer momento, nos dedicamos a reunir y a exponer razones para justificar el derrocamiento de Husein y a estudiar cómo echarlo del poder para transformar Irak en un país nuevo. Y sabíamos que si conseguíamos expulsarlo de allí, habríamos dado con la solución integral del problema. De lo que se trataba, pues, era de hallar el modo de hacerlo. Eso era lo que marcaba el tono de nuestros trabajos por entonces. El presidente nos decía: “Perfecto. Busquen cómo conseguirlo”. Ex secretario del Tesoro Paul O’ Neill, en el libro del periodista Jeremy Scahill, Guerras Sucias.

Para el 2001 Emile Nakhleh era un analista de alto nivel en la CIA. El gobierno de Bush, con sus halcones Donald Rumsfeld, Secretario de Defensa y su subsecretario, Pual Wolfowitz, ejercieron sobre él una importante presión para que diera indicios que detrás de los atentados del 11-S asomara Irak. En una reunión, según relata el Sacahill en su libro, un Nakhleh cansado expresó: “Si quieren ir por ese hijo de perra (Sadam) para arreglar todas las cuentas pendientes con él, adelante, pero nosotros no tenemos información alguna de que Sadam estuviera vinculado a al-Qaeda o con el terrorismo, y tampoco disponemos de información mínimamente clara”.

Jean-Charles Brisard es francés y experto en terrorismo. Investigó el atentado para una demanda civil realizada por los familiares de las víctimas. En su testimonio para el Senado estadounidense, en octubre de 2003 aseveró: “En junio de 2001, Jhon O’ Neil, el difunto jefe de la sección de antiterrorismo del FBI, me dijo que “todas las respuestas, todas las calves que nos permiten desmantelar la red Bin Landen están en Arabia Saudita”.

 

II

El pasado 15 de julio el Congreso de Estados Unidos dio a conocer un archivo clasificado de 28 páginas sobre el ataque a las Torres. El informe fue mantenido en secreto por el gobierno de George W. Bush. Por su parte, la gestión de Barack Obama sólo autorizó la publicación luego de una minuciosa revisión. Trascendidos de la Casa Blanca aseguran que desde el gobierno temían que dicho informe hiciera mella sobre las relaciones históricas que Estados Unidos mantiene con la monarquía saudí.

El informe resulta ambiguo en varios pasajes. Genera confusión para quien pueda leerlo. Sin embargo logra establecer algunos nexos interesantes que pueden implicar un giro en la versión oficial de los hechos. Por un lado se revela que: “En Estados Unidos, algunos de los secuestradores del 11 de septiembre estaban en contacto y recibieron el apoyo o asistencia de individuos que pueden haber estado en contacto con el gobierno de Arabia Saudita”. Del informe se desprende que al menos dos de esos individuos supuestamente eran agentes de inteligencia de ese país. La fuente citada en esta parte del informe es el FBI.

En otra parte el informe señala: “En sus testimonios, ni los testigos de la CIA ni del FBI fueron capaces de identificar definitivamente el grado de apoyo de Arabia Saudita a la actividad terrorista a nivel mundial o dentro de Estados Unidos”. La explicación del informe, respecto a la participación de Arabia, tiene que ver con el hecho de que Estados Unidos solo empezó una investigación seria y a fondo sólo después de los atentados.

Meses atrás, el canciller de Arabia Saudita hizo llegar, por diversos medios, un mensaje a la gestión Obama. Su país retiraría de Estados Unidos, un total de 750 mil millones de dólares en valores del Tesoro y otros activos, si el Congreso aprueba la ley que les permite a los familiares de las víctimas accionar una demanda civil contra su país. Si bien la operación es compleja en términos técnicos la amenaza hizo mella en las relaciones bilaterales y Obama, antes de su ida a Riad, en abril, aseguró que vetará la ley de aprobarse.

 

III

Nada es casual. Arabia Saudita ha sido funcional, desde su propia creación, primero a los intereses británicos en Asia, sobre todo en India. Y luego a Estados Unidos en Medio Oriente. Diversos especialistas sostienen que han financiado todo tipo de organizaciones terroristas. Las relaciones son carnales.

Entre los años 1983 y 2005, Bandar bin Sultan, ex jefe  de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita, ofició como embajador en Estados Unidos. Su relación con la clase política estadounidense es estrecha. Sobre todo con la familia Bush. Junto a Donald Rumsfeld planificó, en enero de 2002, el ataque a Irak. También actúa con fuerza en Siria. En 2013 proveyó a los rebeldes con armas químicas para perpetrar un ataque en ese país.

Pero no es todo. Según una nota del diario británico The Independet, da cuenta que princesa Haifa bint Sultan, esposa de Bandar, entregó 75 mil dólares a Osama Basnan. Basnan fue uno de los secuestradores del vuelo 77 de American Airline que impactó en la Torres Gemelas.

Otro informe del Congreso de Estados Unidos, a la cual se le ha dado poca importancia en términos generales, es uno de 335 páginas y que fue publicado en julio del 2012. Allí el Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado revela en un capítulo de 50 páginas, los vínculos entre el banco HSBC y el banco Al Rajhi. Éste último es el banco privado más importante de Arabia Saudita. Tiene más de 500 sucursales y 59.000 millones de dólares en activos. Según informes de la CIA y del propio Tesoro de Estados Unidos, Sulaimán bin Abdulaziz al Rajhi, director del banco, es uno de los financiadores más importante de Al Qaeda. El HSBC y el banco Al Rajhi rompieron su relación comercial en el año 2010.

Arabia Saudita es un socio importante para Estados Unidos e Israel en Medio Oriente. Luego de la llamada Primavera Árabe hubo un cambio de relaciones de fuerzas en la región. Países como Arabia Saudita, siempre funcionales a Gran Bretaña y Estados Unidos, vieron la posibilidad de acrecentar su poder y su dominio estratégico como “líderes” del mundo árabe. Frente a ellos Libia, Siria e Irán, Irak en su momento, son obstáculos como países autónomos e independientes. Tanto desde plano político-económico como social y militar. Por ello ahora son objetivos a eliminar.

La investigación sobre el atentado del 11-S aun no da cuenta real de las dimensiones que ha tomado tal acto. Lo que se oculta es burdo frente a la muerte pero también ante hechos políticos vitales. Desde La Señal Medios alertamos sobre la complicidad de Arabia Saudita en estos y otros atentados. El mundo es complejo, la verdad parece que también.

* La Señal Medios

 

 

 

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