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domingo , abril 28 2024
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Apuntes sobre el presente nacional. FOGON DE HUELLA

 

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Lo que se vive por estas horas evidencia que el peronismo está en condiciones de ganar las elecciones generales. Esto se debe a la gestión económica que sacó el país de la recesión y generó empleo, al establecimiento de una infraestructura energética promisoria, a la memoria cercana de un período previo de crecimiento, al sinceramiento de las propuestas reaccionarias de Cambiemos y a la modificación en las relaciones de fuerza mundiales. Todos esos vectores están confluyendo y se van convirtiendo en una Flecha.

Se observa que el intento desestabilizador es una combinación de poder financiero (presiones devaluatorias) y judicial – mediático, aunque con un andamiaje político débil. En esa dirección, la posición internacional de la Argentina contrasta con los intereses del Norte que pretenden anular el vínculo con Brasil, con el Sur continental y con las potencias emergentes multipolares.

La acción desatada en el último tramo, primero con la persecución judicial al peronismo, en particular contra la vicepresidenta, luego con las corridas y la elevación del dólar ilegal y ahora con la Corte postergando elecciones en dos provincias, son parte de un mismo esquema que percibe, con preocupación, que nuestra país se le escapa de las manos. Sin declamación, con crecimiento y determinaciones propias.

La existencia de errores y faltantes, e incluso de concesiones, en el gobierno del Frente de Todos, no alcanza para disuadir al espacio financiero internacional de meter mano en estas tierras. Es que intenta paliar su deterioro en el orden global (pérdida de aliados, dificultades bélicas en Ucrania, caída de los PBI centrales, baja en la influencia del dólar) con un fortalecimiento del control sobre América latina. Región que considera parte de la herencia recibida de la anterior expansión del capital productivo.

Pero ya no es lo mismo. Los Estados Unidos y Europa no pueden ofrecer inversiones (Alianza para el Progreso, años 60 hacia los primeros 70), sino apenas exacciones de dinero y recursos naturales. El Consenso de Washington (fines de los 80 hacia los 90) ha terminado. Esto fue llevando a la supervivencia de los hostigados procesos transformadores cubano, venezolano y nicaragüense –muchos celebraron sus presuntos derrumbes- y a la recomposición nacional popular en México, Bolivia, Argentina, Brasil entre otros.

En el caso albiceleste, es preciso añadir que las políticas de Defensa elaboradas por Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, asentadas en el respeto al orden institucional, al sentimiento de soberanía y a los derechos humanos, anularon las perspectivas de intervención militar en contra de los intereses populares, lamentablemente tradicionales en los períodos previos. De allí que los intentos desestabilizadores presentes se remitan a los medios, el Poder Judicial, los representantes de las corporaciones financieras. Y los zonzos, que jamás se ausentan.

La sensación de derrota inyectada sobre una parte del activo nacional popular se asienta en dos grandes perfiles que incluyen matices. La identificación comunicacional de un planeta regentado por el bloque anglosajón que remite a más de dos décadas atrás y la devaluación de lo alcanzado en los tres años recientes por la labor gubernamental. Si el primer aspecto se difunde a través de las empresas de difusión cooptadas por el capital financiero, el segundo se expande mediante los medios locales y las pugnas internas del movimiento nacional. Ambos caminos confluyen en la desmovilización de una franja que cree estar perdiendo.

La responsabilidad, por lo tanto, está en manos del peronismo en particular y del campo nacional popular en general. Hay dos grandes coaliciones en el país: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. La que concurra dividida a los comicios, será derrotada. Si gana la zona orientada por los liberales antinacionales, las perspectivas favorables enumeradas en los primeros tramos de este artículo, se desmoronarán. Eso ya lo anunciaron sus dirigentes y, como lo han hecho en períodos anteriores, sabemos que cumplirán.

Cabe recordar que la unidad masiva para vencer no se configura con una sola corriente ideológicamente homogénea –mucho menos si opera acusando a sus alrededores con grueso calibre- sino con la asociación de numerosos sectores con puntos de contactos básicos aunque diferencias entre sí. A simple vista, el FDT cuenta con potencial: todas las agrupaciones peronistas nacionales y distritales, varios gobernadores e intendentes, movimiento obrero, movimientos sociales, empresas medianas y cooperativas, empresas grandes ligadas a la producción local, entre otros espacios.

Todos ellos, por el momento disgregados, necesitan evitar el retorno del liberalismo antinacional y antiproductivo. Precisan, específicamente, un Proyecto Nacional con ejes aglutinantes en derredor del control estatal, la inversión productiva, el trabajo, el consumo de masas, la unidad del Sur continental y el vínculo con el mundo según los propios intereses. Ahí está la definición estructural de la Flecha. Parece importante revertir esa tendencia centrífuga, con vistas a las próximas elecciones y, sobre todo, al próximo gobierno nacional.

Algunas noches, la lluvia arrecia sobre la llanura. Apenas se entrevé la luna cuando el viento abre una extraña zanja celestial. Otras, cuando todo es limpio y hasta se percibe el horizonte, la oscuridad se torna azul de tanto que brilla la guardiana solitaria, fría y orgullosa. No es atinado emprender un viaje sin saber que habrá que atravesar por ambas situaciones. El que tenga la fortuna de cabalgar en la plenitud, avanzará con rapidez. El que padezca las borrascas, tendrá que pelechar. Pero quien confunda un panorama con el otro, tal vez no supere ninguno.

 

 

  • Director La Señal Medios

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