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El fútbol, equivalente moral de la guerra
Por ABEL B. FERNÁNDEZ *
Este es uno de los títulos, y de las ideas, menos originales que subí al blog. Y eso que me copio bastante. Así que sólo voy a escribir algunas observaciones breves que se me ocurren ahora, programo el post para mañana y me voy a dormir. La emoción también te deja cansado.
Eso sí, mantengo mi costumbre de empezar aclarando los tantos. El fútbol es esfuerzo y es arte, pero no es, no puede ser, lo que pedía el filósofo que buscaba un equivalente moral de la guerra. No obliga al esfuerzo organizado de toda una sociedad, de una nación. No exige a todos ese esfuerzo. Los que ponen el cuerpo y el alma son los jugadores, el DT, el cuerpo técnico. Los demás, alentamos, a lo mejor mantenemos algunas cábalas.
Pero el fútbol, bah, los Mundiales, cada cuatro años, pueden conseguir una emoción colectiva, un entusiasmo generoso, porque no tiene ni pide ninguna recompensa más allá de esa emoción. En un país amargo, venenosamente dividido como el nuestro -y como bastantes otros- esos muchachos corriendo detrás de una pelota, nos unen a (casi) todos por encima de cualquier grieta. Y, si son hábiles, geniales en algunos momentos, como lo son los nuestros, y los dioses del fútbol nos sonríen, nos dan la alegría del triunfo. Sin muertes, sin destrucción, a lo sumo alguna patada. Sí, en eso es el equivalente moral de la guerra.
No crean, no me creo, que esa emoción colectiva que vemos en las calles «supera las divisiones». No. Un montón de nosotros se aferra a sus odios digitales (lo pongo así porque se nota sobre todo en twitter). Y se seguirán aferrando, porque forma parte de su identidad. Son Unos porque no son como los Otros.
Pero esa emoción que sentimos nos recuerda que es posible tener un amor en común. Y el amor no siempre es más fuerte que el odio -bah, la mayoría de las veces no lo es- pero nos hace sentir mejores. Y hasta nos ayuda a serlo.
- El blog de Abel / Pensando en voz alta
Sobre la canción
Por ANALÍA EFROM *
Así es para el pueblo argentino: vamos a defender la bandera contra la opresión imperialista y a nuestra Selección contra los aparatos mundiales.
«No te lo puedo explicar/porque no vas a entender/ las finales que perdimos cuantos años las lloré», lloramos por esta derrota y por todas las veces que el pueblo perdió.
Se acabó la derrota en el Maracaná. Brasil nos hizo la guerra en el siglo XIX y nos compitió fuertemente en el XX, la » tierra del Diego y Lionel» la conquistamos en duras campañas, la última dirigida por Perón, cuando Brasil era el abanderado de EEUU, que lo armaba hasta los dientes y a nosotros no nos vendía, ni nos permitía comprar un puto fusil en ningún lado.
Ahora «se terminó» también esa amenaza, nuestros presidentes son amigos. Este pasado, de las décadas del 30 en adelante, está en la memoria del fútbol.
Las finales son equiparadas en la canción con batallas decisivas. Y queremos ganarlas, como ganamos copas mundiales.
Finalmente el Diego (y todos nuestros héroes patrios, desde San Martín, Perón y Evita hasta Nestor) no se murieron, los podemos ver en el cielo, porque seguimos la gesta nacional. La lucha es lo que nos permite verlos, como si estuvieran aquí.
Y termina reforzando estos sentidos: Diego en el cielo esta con Don Diego y con la Tota, así como nosotros estamos junto a los padres de la Argentina. «Alentándolo a Lionel», el continuador de la epopeya nacional.
Ningún canto nacional fue tan masivamente adoptado como este, el docente que lo escribió es versado en teología y captó el alma del pueblo así como su necesidad de reparar las perdidas: Malvinas, el Diego, la dominación norteamericana que instrumentó a Brasil contra la Argentina de Perón y hasta el FMI que hoy nos agobia están nombrados o implícitos en esta magnífica canción.
- Periodista
Alejandro Dolina
https://www.radionacional.com.ar/ayer-se-puede-recordar-como-el-dia-de-la-felicidad-argentina/
https://ar.radiocut.fm/audiocut/dolina-sobre-festejos-por-mundial/
Alejandro Fabbri
Profesor Daniel Guiñazú
