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domingo , abril 28 2024
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CALAMA, LA PRIMERA TRAGEDIA

 

Por ARMANDO VIDAL *

 

En el lugar donde se jugará el jueves 27 el partido entre las selecciones de Chile y la Argentina,  la ciudad de  Calama, un profundo dolor andino callará su razón por haber nacido boliviana y transformada en chilena. Fue hace 143 años cuando el poderoso ejército de Chile, camino hacia Perú, aplastó su endeble defensa.

Primera tragedia de la llamada Guerra del Pacífico, uno de los nombres del conflicto.

Desierto de Atacama. Mares de sal. Sal de mares de otras eras geológicas. Sal de mares secos explotada en la segunda mitad del siglo XIX por empresas inglesas para la fabricación de explosivos porque el salitral, que es nitrato de potasio, es fundamental (75%), en su  combinación con carbón y azufre y porque a altas temperaturas genera oxígeno.

Inglaterra, imperio, dominio, capitalismo y balas.

De allí, también el nombre de la Guerra del Salitre o bien el de la Guerra del Guano, nombre de la bosta de aves marinas, como el pelicano, que cubren islas enteras en la zonas costeras áridas del Perú, de donde salían barcos recargados de esa pestilencia con destino a Europa para ser usada como abono.

Tiempos de miedo por las teorías de Thomas Malthus (1766/1834) que pronosticaba un mundo muerto de hambre por el crecimiento poblacional.

Un día, al mediodía

Con 1.400 hombres, ocho cañones  y tres ametralladoras pesadas, el ejército chileno llegó hasta las inmediaciones de Calama, de donde partió una delegación a cargo del propio comandante de apellido Ramírez que pidió hablar con el máximo representante del humilde pueblo.

En un momento estaba ante él Eduardo Avaroa, representante de un gobierno, en La Paz, del otro lado de la cordillera, tan lejano como indiferente en tiempos del  poco presentable presidente, general Hilarión Daza.

El jefe militar chileno pidió la rendición. El civil y comerciante boliviano aludió a los derechos de su país desde la época del Collasuyo y de la jurisdicción heredada de la Real Audiencia de Charcas. Dijo que no se rendía. El comandante chileno le fijó un plazo para que lo pensara: “mañana, al mediodía”.

Al día siguiente, 23 de marzo de 1879, al mediodía, antes o después del inicio de las acciones, O quizás antes y después Avaroa gritó para la historia: “¡Que se rinda su abuela!”  y dio batalla con otros 135 valientes. Y murió en combate como tantos otros.

Avaroa es el máximo héroe de su país. Sus restos, que en señal de reconocimiento, fueron enterrados por los chilenos en el cementerio de Calama, hoy descansan en la Catedral Metropolitana de La Paz.

 

 

El centenario

El 23 de marzo de 1979, al cumplirse el centenario de lo que fue el inicio de la Guerra del Pacífico, o la Guerra del Salitre, o la Guerra del Guano, se realizó un acto formal, profundo y simple en la plaza principal de La Paz.

Lo encabezaba, el presidente de entonces, general David Padilla Arancibia, uno de los militares mejor intencionados de la historia boliviana. Los soldados cubrían con su formación toda la plaza y un toque de silencio por un clarín vibrante voló al cielo entre las montañas.

Eso fue todo. Un siglo en cinco minutos.

Como invitado especial al palco del Palacio Quemado estaba quien escribe estas líneas por haber promovido desde la sección Internacionales del diario en el que trabajaba la importancia de esa guerra en la cual Bolivia perdió su salida al mar y Perú tres provincias, de las cuales recuperaría una.

Todo comenzó en Calama, una guerra  que sólo los pueblos podrán superar con acuerdos reparadores, y que es el  lugar elegido por la dirigencia chilena porque cree que los 2.600 metros de altura afectarán al equipo de la Argentina. Desde allí, dicen, el equipo chileno viajará a La Paz para jugar contra Bolivia.

Mezquino razonamiento que pretende ignorar el significado de Calama.

Una historia llena de referencias ignoradas y escondidas. Y en la cual la Argentina no es ajena para nada.

Valga una sola mención conocida: Roque Sáenz Peña, soldado voluntario del ejército peruano y héroe reconocido, lo mismo que Indalecio Gómez, salteño, otro soldado voluntario,  años después presidente y ministro del Interior, respectivamente, en 1912 impusieron la Argentina la ley del voto secreto, universal y obligatorio, contra la oligarquía de ayer y  de hoy.

Hay más y no es precisamente una cuestión futbolera la que vincula a la Argentina con esa maldita guerra entre pueblos hermanos.

 

 

  • Periodista. Clarín / De acá para allá / Congreso Abierto / La Señal Medios

 

Foto. Civiles bolivianos que defendieron Calama. 1879.

Pinturas. Juan Lepiani, Javier Haeger Soto

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