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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
Pasan las horas. Si bien todavía es pronto para realizar una evaluación de la reacción oficial, efectuamos algunos apuntes relacionados con el mensaje electoral y las soluciones a mano. Estamos en desacuerdo con el contenido de los debates y lo objetamos aquí. Verán.
El primer punto está señalado en el texto Mensajes y hacemos un añadido para calibrar la dimensión del problema: Juntos por el Cambio no creció, mientras el Frente de Todos disminuyó el caudal en seis millones de votos.
Es decir, la crítica fue interna y planteada por nuestra gente. Entre el ausentismo, el voto en blanco o anulado y la dispersión, quedó claro que esa franja no se sumó al liberalismo sino que afirmó su pertenencia social de un modo diferente a quienes sí concurrieron a votar.
El segundo punto es grave. Todo lo que señalamos a partir de aquí fue subrayado claramente en todas las Fuentes Seguras, desde el arranque hasta la más reciente.
Por estas horas, con las informaciones disponibles, el Gobierno piensa resolver con emisión y reorientación presupuestaria un impulso en favor de la asistencia y la mejoría relativa de los ingresos sociales.
¿Por qué es grave si eso es correcto? Al imponerse la reactivación de tono desarrollista ha quedado fuera toda intención de tomar el toro por las astas y convertir al Estado en gran empresario, empleador y contenedor de precios.
Para eso es preciso quebrar el ideario reinante y absorber el Comercio Exterior; en su defecto, estatizar Vicentin o Molino Cañuelas. También, tomar control de las compañías energéticas y gasíferas y del 49 por ciento que resta de YPF. Sólo para empezar.
Es ostensible que esas medidas contribuirían a brindar volumen al fisco, equilibrar los precios internos, disponer la Energía y los combustibles según las necesidades productivas y los valores descargados sobre la sociedad.
Resulta sano recordar, a la hora de cuestionar las propuestas destinadas a incrementar la presencia estatal en la vida económica, que las empresas privatizadas durante los años 90 son regularmente subsidiadas con recursos públicos.
El empresariado genuinamente nacional, que está mejorando su panorama y ha sido convocado junto al sindicalismo para dinamizar la producción local, no alcanza para revertir la herencia y para generar los puestos de trabajo imprescindibles. Sólo el Estado puede hacerlo.
Hay más para conversar pero dejamos los dos puntos iniciales planteados así. El problema que observamos es que no están circulando esas ideas. Empresas públicas y empleo en blanco. Con un 50 por ciento de pobreza, no alcanza una inyección en los planes y cualquier variante asistencial.
- Director La Señal Medios
