BIGtheme.net http://bigtheme.net/ecommerce/opencart OpenCart Templates
domingo , abril 28 2024
Inicio / Tramas / LA CONCIENCIA / Una primera aproximación

LA CONCIENCIA / Una primera aproximación

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Hace poco publicamos una suscinta historia de los pasos recientes del movimiento obrero. Recientes en sentido relativo: la idea es mensurar los tiempos históricos con algo más de inteligencia y restar impacto a los análisis que se restringen a las últimas semanas.

Es deficiente tomar las definiciones que hace pocas horas planteó un dirigente determinado y a partir de allí intentar describir el conjunto de la trayectoria de esta creación de larga data, relanzada con una intensidad significativa por el peronismo.

Desde poco antes de la eclosión popular del 2001, este espacio empleó su experiencia para dar a luz instancias referenciadas en las dificultades inmediatas y tangibles. Así surgieron las organizaciones sociales, las empresas recuperadas, las nuevas cooperativas.

El movimiento obrero organizado, en tanto, siguió existiendo. Y logró acrecentar su vigor y su influencia social entre el 2003 y la actualidad.

¿Cuál es la intención de ese texto, como de otros que hemos difundido? Si tenemos que condensarla podemos indicar: brindar un módico aporte para realzar la conciencia del pueblo argentino acerca de sus propias realizaciones y de su potencial.

Prepárese unos mates y apréstese a pensar en factores que, habitualmente, el análisis político desdeña.

INDIVIDUO Y PUEBLO. La lectura de los pasos seguidos recluyéndolos en la emergencia sólo permite una valoración objetiva si esas soluciones parciales son englobadas por el conocimiento del origen y la admisión del entorno que los definió y los inspiró.

Fíjese. Hay una conciencia individual y una colectiva. Eso es lo verdaderamente extraño y asombroso del ser humano. Ambas se desarrollan en el marco de la vida en general, fenómeno más raro aún, envuelto a su vez por la existencia del Todo, sorprendente trascendencia.

La percepción y el pensamiento pueden analizarse y conocerse –con dificultades-. Pero la conciencia es inasible y la ciencia no ha logrado explicarla, salvo mediante definiciones negativas, excluyentes. De allí que la aproximación más importante sea la concepción de alma.

La ciencia puede explicar lo acaecido físicamente desde el big bang hacia el presente, pero no logra desentrañar, tras afirmar que nada se crea de la nada, cómo es posible que esa creación haya ocurrido.

La Tierra parece haber sido configurada a través del tiempo y colocada justo en el lugar que habilita la vida. Un poco más al borde del sistema solar, se congelaría; un poco más al centro –apenas unos kilómetros- se encendería. En cualquier caso, la vida no sería posible.

DIOS. En esa realidad no sólo surgió un crisol de vida, sino también lo imposible: la mismidad, en definición macedónica, y la colectividad. La combinación de ambas conciencias sólo calza en la humanidad, llamativa obra que no logra explicarse por el estudio de la materia gris ni la conexión de neuronas.

Llegado este punto, es preciso señalar que la creación del Universo y la existencia de la conciencia – alma, pueden explicarse admitiendo la existencia de Dios. Pues no hay forma de encerrar los procesos que confluyeron apenas narrando una secuencia de acciones físicas y químicas.

Es interesante observar que, con el correr de los siglos, una región minúscula de ese Universo, situada en la Tierra, combinó intereses y culturas, pero también conciencias. Eso ocurrió en América latina y logró un potente desarrollo en su zona sur.

Aquí no se trata de delinear una historia que nos presente superiores a nadie –está más o menos claro que no lo somos, si los resultados prácticos son comparados- pero sí que ese trayecto se concretó y dio a luz un pueblo que ha sabido relacionar dinámicamente lo individual y lo colectivo.

EXPERIENCIA Y CONCIENCIA. Esa experiencia acumulada es intangible. No hay computadora –inteligencia artificial- que pueda comprender ironías o sarcasmos, ni aprehender el doble sentido en el empleo de una palabra. Del mismo modo, no hay conglomerados de artefactos que puedan sentirse unidos por una economía o un ideario en común.

Es intangible pero está. Nadie ha logrado desentrañar lo que no se ve, los científicos apenas lograron certificar lo evidente. Perciben el mundo microscópico y las galaxias lejanas, pero no alcanzan a describir la potentísima experiencia de sentirse uno mismo, y de saberse parte de un grupo humano determinado.

Esto tampoco se puede simplificar en el concepto de un Ser Nacional que deriva en posiciones circunstanciales, aunque esa caracterización sirvió para aproximarse a la idea. La cuestión parece estar situada en el sentido profundo y estratégico de una Comunidad Organizada que anhela hilvanar sus componentes sin que los mismos dejen de ser únicos.

Ahora bien, resulta necesario entonces señalar que la plasmación de esas dos conciencias, individual y colectiva, exige la introspección; otra actividad bien humana que se relaciona con el pensamiento aunque incluye los sentimientos. La autoconciencia.

SABERSE UNO, SABERSE PARTE. La palabra es de por sí compleja pues toda conciencia incluye, en cierto modo, el saberse, el sentirse un ser. La utilizamos, a falta de mejores expresiones, para transmitir la noción de valor para fijar y desplegar los méritos alcanzados, aceptarlos y volver a lanzarlos para operar sobre las nuevas realidades.

Es decir, la conciencia individual es un primer movimiento, la conciencia social un segundo movimiento y la autoconciencia un tercero, que engloba, conjuga y despliega a los anteriores.

La historia argentina es tremendamente educativa en ese sentido y la historia del sector laboral de nuestro pueblo también. De allí que las acciones destinadas a transfigurar la primera y devaluar la segunda sigan siendo afanosas y persistentes por parte de quienes, en base a otros intereses, han gestado otro tipo de conciencia; adversa al desarrollo humano.

Esto explica también porqué hemos evaluado las actividades historiográficas y formativas, así como comunicacionales, importantes para apuntalar el tercer movimiento de la conciencia. E insistimos en que el lugar desde el cual se impulsan es decisivo, pues necesitan surgir del mismo sector considerado aquí.

El re conocimiento de lo actuado (de lo pensado, de lo sufrido, de lo disfrutado, de lo sentido, de lo percibido, y de nuevo, de lo actuado) permite mejorar el diseño de lo porvenir en tanto la reacción automática, por así decir, se vincula con la razón. La razón es pensamiento y sentimiento ligados en continuidad.

Vale considerar la importancia de ese movimiento (la autoconciencia) al observar otros pueblos. La experiencia histórica no habita en Brasil, en Italia, en España o en Sudán con la misma intensidad con que pervive en la Argentina y zonas cercanas. Ese dato pone de relieve lo afirmado sobre las derivaciones que las luchas populares han tenido y poseen en nuestra Patria.

Semejante vinculación de saberes no puede restringirse a las definiciones tradicionales de conciencia de clase, pese a que, refrendamos, son acercamientos lógicos efectuados por personas que intentaron dar cuenta del fenómeno. Es más aproximado hablar de conciencia nacional. En los dos casos se trata de subrayados contemporáneos para intentar asir algo que supera las palabras.

LA AUTOCONCIENCIA. Lo cierto es que comprender por qué actuamos como lo hacemos y qué bagaje nos acompaña es clave para su defensa, desarrollo y profundización. Así como en vez de todo un Universo, si nos atenemos a las reglas científicas, podría haber Nada, en lugar de un espacio de Conciencia imbricado y pertinaz, bullente y vigoroso, podría existir un montón de individuos sin registro de sí mismos, ni de los otros.

De allí que pensemos: no es lo mismo saber nuestro decurso que ignorarlo. Si las percepciones y la aquilatación de conocimientos origina resultados parecidos, podemos coincidir, de todos modos, que no han de ser iguales. La lucidez implica una mirada abarcativa sin negación del sujeto particular.

La relación entre ambas ha tenido explosiones significativas que operaron como estimuladores de las mismas. Por sintetizar digamos: el 17 de Octubre, El Cordobazo, el 2001. Todo taller de Forja parece un mundo que se derrumba. La continuidad, en cada caso, se reveló en nuevas vertebraciones, en otras capacidades organizativas.

Esas dos conciencias enlazadas nos permiten Vivir. El pensarlas y sentirlas hasta tornarlas autoconciencia, quizás nos facilite la construcción de un mejor futuro. Dejar de lado este proceso de comprensión integral en beneficio de un puñado de cuentas puede empequeñecer la dimensión humana aunque las conclusiones resulten, en lo cercano, correctas.

 

  • Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal

 

Ilustración Mirta Benavente

Comentarios

comentarios

Visite también

Paz Interior

  Por NORMA ROSA TORELLO *    Néctar para el alma Una de las aristas ...