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Apuntes sobre Saúl Ubaldini y Lorenzo Miguel. Nada es para siempre

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Entre nosotros. El texto Saúl Ubaldini y Lorenzo Miguel contiene muchos elementos implícitos que se pueden desplegar a modo de apuntes. El principal es la importancia de desandar la idea de un movimiento obrero que no combatió a la dictadura.

Sospechando de la versión tradicional, hace tiempo el investigador Pablo Pozzi se lanzó a indagar y encontró muchas de las actividades realizadas por entonces. Las llevó al libro y publicó “Resistencia obrera a la dictadura”. Un volumen que incluye enorme cantidad de huelgas, actos, protestas que sólo habían quedado en la memoria de quienes participaron en vivo y en directo.

Otros textos, como los que indica en su comentario Javier Vitale, hicieron justicia. Pero la idea demostraría ser un hueso duro de roer.

Más cerca del 2001 el querido Guillermo Cieza, del Peronismo de Base, me decía “cuánto se peleó, y nadie sabe nada. Qué kilombos que hicimos con vos y con tantos compañeros. ¡Pasa que no había intelectuales para contarlo! Y los medios eran todos todos de la dictadura”. Cierto: entre las desapariciones y el exilio, quedaron pocos narradores que, además, carecían de soporte para la difusión.

Es difícil transmitir cómo era un mundo sin internet. Sin telefonía celular. Aunque todo es reciente, a uno mismo le cuesta explicarlo. Para contar que hubo una marcha enorme desde el Smata de La Plata hasta el Bosque, antes del partido, había que esperar a hacerse de un teléfono fijo, de preferencia público para eludir la escucha de los servicios; y ahí se podía informar ¡a una persona por vez! Otra que watssap. Sólo quiero que conste: esa marcha, como tantas otras, existió. Allí, a lo largo de las diagonales, retumbó la voz unificada de decenas de miles de trabajadores “Se va a acabar / se va a acabar / la dictadura militar”.

El otro asunto es preciso y quizás determinante. La derrota de 1983 no sólo dejó a la luz el impacto que había recibido el peronismo desde las fuerzas represivas sino también que el proceso de maduración del que hablamos en la nota previa se seguía desarrollando con interrupciones importantes. Esto quedó claro en el acto de la cancha de Vélez. No en la 9 de Julio, con el recordado gesto de Herminio. La liebre saltó en Liniers.

Vélez estaba a reventar. La amalgama era difícil. El más abucheado de los oradores fue Lorenzo Miguel y los silbidos –acompañados por tirantes de madera que dejaban de sostener las banderas para surcar el aire del Fortín- provinieron de la Lista Marrón de Foetra, que por ese entonces seguía en la hipótesis de combatir a la “burocracia” como prioridad. Con su ímpetu esta agrupación logró la adhesión de algunas zonas juveniles cercanas y la situación se tornó un pandemonium. Todo se completó con un grupo de la JPRA residual que cantaba “Los desaparecidos, se quedan donde están” y los volantes de un tal Frente de Acción Nacional Justicialista (FANJ) que sólo tenía como programa la persecución de izquierdistas. Para esos tontos la definición le calzaba justo a todos los demás. El único que mereció algún respaldo colectivo fue Felipe Deolindo Bittel, por su discurso llano, campechano y su imagen de peronista del interior.

Ese acto hizo daño porque tantos de los que habían transitado la lucha contra la dictadura con Saúl Ubaldini, las regionales cegetistas y el amparo de la UOM, observaban el panorama con gran confusión. Hay una lista que desgrana Carlos Díaz en otro comentario.

La reproducción mediática –ahí sí, no se la iban a perder- de los incidentes, espantó a una parte del posible respaldo de las capas medias. Con franqueza, aunque voté y promoví Lista 2 completa, nunca consideré irracional ese miedo porque los compañeros listos para seguir a los tiros estaban bien cerca.

En la misma línea, eramos varios los que combinábamos la pelea de base con el respaldo a los organismos de derechos humanos que, en definitiva, pedían por nuestros compañeros. Ahí se dio otro quiebre de interés, ya que la desconfianza mutua entre las direcciones de tales entidades y las de varios sectores del peronismo era patente y se descontrolaba con una chispa nomás.

El sendero de unidad, tan trabajoso, asentado en el levantamiento masivo del 2001 y ordenado parcialmente durante el kirchnerismo, fue de valía. La perspicacia de Néstor Kirchner, al hilvanar sindicalismo y juventud, organismos y agrupaciones políticas en el interior del movimiento, e integrar nuevas generaciones que tras la hegemonía menemista de los 90 tenían una visión negativa de nuestra identidad, configuró un relanzamiento de la vida política nacional popular.

Aunque la gestión de Cristina Fernández fue genuinamente nacional, su ruptura con una parte del movimiento obrero –responsabilidades compartidas- mostró que nada es para siempre y que los logros hay que revalidarlos día a día. Es probable que en la mente de la entonces presidenta hayan persistido aquellos prejuicios que se narran en el artículo y derivaron en la hecatombe interior del primer tramo de los 70.

(Miren si será importante intentar un balance situado y equilibrado de lo ocurrido).

También, que en el peronismo se discute todo, pero la conducción política necesita afirmarse.

(Ambos períodos estuvieron atravesados por esa lógica).

Créase o no, aunque algunos amigos sí que lo creen, estoy hablando de actualidad.

Por eso el cierre anterior se refirió a la declamación. Desde aquellos lejanos tiempos hasta este difícil presente es posible registrar una constante. Mientras vastos sectores populares se esforzaron en construir colectivamente aciertos enormes desafiando poderes colosales, y tuvieron algunos errores que pagaron bien caro, nunca faltó un alma bella que desde la individualidad más extrema retó y descalificó a todos, señalando que carecíamos de conciencia, que no íbamos a fondo, que nos faltaba esto y quizás aquello también. En cada tramo, esa alma nos imputaba falta de decisión o de coraje, cuando no de patriotismo y hasta de peronismo.

-“Acá la gente apoyó a la dictadura. ¡Si nadie hizo nada!” es una de las frases más escuchada.

Sin esperanzas de revertir la idea, me permito de todos modos presentar estos apuntes.

 

  • Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal

 

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