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LA EXPO PRADO EN URUGUAY ¿ES EL PROBLEMA?

 

Por CÉSAR TREJO *

 

Hay que pasar de la simulación ideológica a una auténtica política de Patria Grande Suramericana

 

Encabezados por el Gobernador de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, Gustavo Melella, referentes del Frente de Todos, académicos y algunos ex combatientes de Malvinas, suscribieron una nota hace una semana, titulada Nuestros caídos en Malvinas no deben volver a morir en Uruguay”, llamando a la reflexión al pueblo de la República Oriental del Uruguay, con motivo de la instalación de un stand del ilegítimo gobierno británico de las Islas Malvinas en la muestra agrícola-ganadera denominada EXPO PRADO, que se desarrolla anualmente en Montevideo.

Antes de analizar su contenido y propósitos, conviene hacer un poco de memoria reciente sobre las relaciones argentino-uruguayas, como requisito que entendemos indispensable para comprender la situación.

La Cumbre de las Américas desarrollada en la ciudad de Mar del Plata el 5 de Noviembre de 2005, constituyó un hito significativo para el proceso de integración latinoamericana. Bajo el liderazgo de los Presidentes Luis Inácio “Lula” Da Silva (Brasil), Néstor Carlos Kirchner (Argentina) y Hugo Chávez Frías (Venezuela), la mayoría de los países latinoamericanos rechazaron la propuesta de los EE.UU. de integrar el ALCA, priorizando la integración subregional, de la cual surgirían la UNASUR (2008), y la CELAC (2010).

Pero el poder imperial liderado por los EE.UU. y sus aliados (en especial, el Reino Unido de Gran Bretaña), no se resignarían a esa derrota táctica. Inmediatamente, potenciaron con éxito un diferendo existente entre dos de los países hispano-parlantes constitutivos del MERCOSUR, corazón de la unidad suramericana: el conflicto entre la Argentina y el Uruguay por la instalación de las pasteras en el margen oriental del Río Uruguay.

Apenas un mes y medio después de la llamada “Contracumbre” de Mar del Plata, la autodenominada Asamblea Ambiental de Gualeguaychú (que hasta ese momento convocaba a menos de una docena de vecinos), inició el 23 de Diciembre de 2005 el corte del puente que une Gualeguaychú con la ciudad de Fray Bentos. El canal de televisión TN instaló un equipo de transmisión permanente sobre el margen occidental del río, incentivando la participación de los vecinos y militantes ambientalistas procedentes desde todo el país.

Sin apercibirse de la provocación, el Gobierno de Néstor Kirchner escaló el conflicto con Uruguay, suscribiendo las posturas del CEDHA (Centro de Estudios de Derechos Humanos y Ambientales), presidido por Romina Picolotti, que daba sustento ideológico a la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú.

En su página web institucional, el CEDHA, con sede en la ciudad de Córdoba, daba cuenta de sus principales aportes financieros; casi el 90 % de sus ingresos procedían de la Embajada británica en Buenos Aires, de ONGs. ligadas al Departamento de Estado de los EE.UU. y de una fundación privada presidida por un matrimonio de norteamericanos.

El 30 de abril de 2006, la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú convocó a una nueva marcha en el puente internacional Gualeguaychú-Fray Bentos, luego que Uruguay presentó una demanda contra la Argentina en el sistema arbitral del MERCOSUR, y la Cancillería argentina –recurriendo a un mecanismo establecido en el Estatuto del Río Uruguay de 1975, previo a la conformación del MERCOSUR-, presentó una demanda contra Uruguay ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Comenzó así un largo conflicto jurídico, político y diplomático bilateral entre la Argentina y el Uruguay, que finalizó formalmente el 20 de abril de 2010, cuando la Corte Internacional de Justicia de La Haya dictó su sentencia, claramente a favor de la posición uruguaya.

El equipo diplomático argentino estuvo liderado por la Embajadora radical Susana Ruiz Cerrutti, y como abogados de parte se enlistaron varios leguleyos de nacionalidad británica, mientras Uruguay contrató a abogados de origen norte-americano.

¡Un conflicto que debía dirimirse entre países hermanos, fue potenciado internacionalmente, y las partes buscaron asesoría legal entre las potencias que ocupan militarmente el Atlántico Sur!

La relación argentina-uruguaya sufrió durante más de cinco años un deterioro inusitado, pese a la declamación de la voluntad integracionista de ambos gobiernos de signo “progresista”.

El 5 de Mayo de 2006, el Presidente argentino Néstor Kirchner encabezó un acto multitudinario en el puente que une Gualeguaychú-Fray Bentos, convocando a los Gobernadores y a numerosa militancia, que la prensa nacional comparó con la aparición de Galtieri en Plaza de Mayo durante los actos multitudinarios por la recuperación de Malvinas.

Como respuesta, el Presidente uruguayo Tabaré Vázquez convocó a una reunión de su gabinete en Fray Bentos para el 25 de Mayo, que finalmente se realizó cuatro días más tarde en Montevideo, para abonar a la distensión, no sin declarar la movilización del Ejército oriental hacia la zona del conflicto.

Mientras tanto, en la ciudad de Buenos Aires aparecían pegados por las calles del micro-centro, afiches del Partido Justicialista de la Ciudad, que presidía en ese momento Alberto Fernández, con la leyenda: “CHAU URUGUAY: siempre fuiste traidor”, aunque después las autoridades partidarias desmintieron su autoría.

Como ciudadano “de a pie”, el autor de esta nota viajó a Montevideo, para requerirle opinión a uno de los “argentinos orientales” (como le gustaba definirse), sobre la crisis. Alberto “Tucho” Methol Ferré, el gran pensador de la Patria Grande, tenía información que luego se comprobó certera, acerca del bajo nivel de contaminación que las tecnologías aplicadas por la empresa finlandesa garantizaba, y advirtió (con la humildad y generosidad que lo caracterizaban), que “el gobierno de Kirchner se apresuró”.

¿Por qué razón al Gobierno de Kirchner no se le ocurrió consultar a los amigos de la Argentina, y confió en una ONG financiada por nuestros enemigos?

No sólo eso. Romina Picolotti, autora ideológica de la toma del puente por parte de la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, fue propuesta por el Jefe de Gabinete de Ministros del Presidente Kirchner, Alberto Fernández, como Secretaria de Medio Ambiente de la Nación, cargo que ejerció entre 2006 y 2008, cuando tuvo que renunciar por denuncias de administración fraudulenta de fondos del Estado. (Algunos, con cierta malicia, la rebautizaron como “la María Julia progresista”).

Los gruesos errores cometidos por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner respecto a nuestro socio fundador del MERCOSUR revelaron la ausencia de una mirada estratégica en la construcción de la Unidad Suramericana.

A fines de Septiembre de 2010, cuando el Reino Unido de Gran Bretaña incluyó en el Proyecto de Estatuto de la Unión Europea a Malvinas y demás territorios coloniales como “territorios de ultramar”, desde el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús organizamos el Primer Congreso Latinoamericano “Malvinas, Causa de la Patria Grande”, con la participación de pensadores, académicos, diplomáticos, políticos y dirigentes sindicales y sociales de toda la Región.

El documento final consistió en una carta dirigida a los Presidentes del Cono Sur de América, solicitándoles sumarse a un bloqueo económico y logístico a la potencia que usurpa nuestros territorios, con la finalidad de aumentar los costos de la ocupación. Ello también derivaría en el avance de la integración suramericana

El Presidente José “Pepe” Mujica, en sendas oportunidades (septiembre de 2010 y diciembre de 2011), ordenó impedir el amarre de buques militares británicos en Montevideo, en un atrevido gesto de solidaridad con el reclamo argentino sobre la soberanía en Malvinas. El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner agradeció el gesto de Mujica y dictó el Decreto PEN N° 256/2010 con la finalidad de penalizar a los buques británicos que transiten desde el territorio en disputa hacia el continente argentino.

No obstante, se rehusó a ejecutar lo ordenado por las Leyes “Gaucho Rivero”, sancionadas en las Provincias de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en Chubut y en Santa Cruz (2011), y luego en Río Negro y Buenos Aires (2012), que impiden los amarres en los puertos de esas Provincias a buques que operan en las Islas Malvinas.

Aunque el Gobierno Nacional nunca emitió un comunicado oficial sobre las Leyes “Gaucho Rivero”, su posición quedó explícita cuando la Provincia de Tierra del Fuego impidió el amarre en Ushuaia de los cruceros turísticos Star Princess y Adonia, ambos procedentes de Puerto Argentino, a fines de febrero de 2012.

Además de argumentar que esas eran facultades indelegables del Estado Nacional, el actual Embajador argentino ante el Reino Unido, Javier Figueroa, le confesó a quien esto escribe, que en realidad el principal factor para no respetar las Leyes “Gaucho Rivero” consistió en mantener a Ushuaia como principal puerto en el Atlántico Sur, so pena de perder esa ventaja respecto del puerto chileno de Punta Arenas.

De esta manera, se abandonó en la práctica la estrategia de encarecer los costos de la ocupación al colonialismo británico, varios años antes de la clara política macrista de retornar a las “relaciones carnales” con el Reino Unido de Gran Bretaña, desairando los apoyos brindados por la República Oriental del Uruguay en dos oportunidades, y de la República Federativa del Brasil bajo la Presidencia de Dilma Roussef, en 2011.

Bajo la segunda Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, nuestro país cometió otra medida desatinada, cuando en junio de 2012 fue destituido el Presidente de la República del Paraguay, Fernando Lugo. Fue la mandataria argentina quien pidió la suspensión de Paraguay como miembro pleno del MERCOSUR, aplicando la “cláusula democrática” contra ese país, lo que luego se reveló inconducente, porque los países de la Región reconocieron que, aunque bajo métodos poco ortodoxos, la Constitución paraguaya preveía legalmente el cese de funciones del Obispo devenido Presidente de ese país.

Lo que quizás no se percató la Presidenta argentina, es que el “golpe blanco” contra Fernando Lugo fue instigado por los hacendados brasileños que cultivan soja y se adueñaron de la mayor parte de las tierras guaraníes, al sentirse amenazados por la promesa del Presidente paraguayo de avanzar con la reforma agraria. Detrás de escena, el Gobierno “progresista” de Brasil dio luz verde al golpe institucional de los “brasiguayos”, procurando la caída del mismo al que oportunamente el presidente “Lula” ayudara para su acceso a la Presidencia, pero que hizo abdicar cuando mostró “desobediencia”.

De esta manera, en breve plazo, el Gobierno supuestamente latinoamericanista y progresista de Buenos Aires, dinamitó el vector estratégico de la integración regional (el MERCOSUR), enemistándose con los dos países hispano-parlantes de la alianza sureña.

La situación no podía ser más propicia para que un gobierno neoliberal, anti-integración suramericana y pro-alianza con las potencias anglosajonas como fue el Gobierno encabezado por Mauricio Macri, terminara de sepultar (provisoriamente, esperamos), los sueños de unidad suramericana

Una de las primeras medidas del macrismo, con el falso argumento de la integración, fue la derogación del Decreto N° 1108/2013, que prohibía que mercaderías argentinas pudieran salir a través del puerto de Montevideo, tal como lo pretenden las potencias mundiales que trafican con los Superpanamax. Lo que nos hizo perder control fiscal de nuestras exportaciones, a la vez que una de las herramientas estratégicas de negociación con el país hermano.

Estos son hechos objetivos, a los que cualquier lector puede acceder en los buscadores de las redes virtuales.

Contrastando con estas realidades, se pretende abrir paso a un relato o “postverdad”, acusando al actual Gobierno uruguayo de “traición”, e inculpándolo de complicidad con las “nuevas muertes de nuestros caídos en Malvinas”.

Es cierto que desde hace varios años, los británicos organizan su presencia en la EXPO PRADO de la República Oriental del Uruguay, en Montevideo, con la instalación de un stand del ilegítimo gobierno kelper en nuestras Islas Malvinas.

Bajo el pretexto de promocionar el turismo, los negocios y la agricultura de las Islas, la diplomacia británica arremete en el corazón del MERCOSUR (Montevideo es sede el PARLASUR), para profundizar su clásica estrategia de “dividir para reinar”. Pero Uruguay no es la excepción, sino la regla de esta estrategia colonialista en cada uno de los países suramericanos, incluyendo la propia Argentina.

La primera que se pronunció en protesta fue la Cancillería argentina, quien desde su Tweet oficial, proclamó: “Rechazamos que en un stand británico, en una exposición privada de agricultura en Montevideo, se pretenda promover a las Islas Malvinas como una entidad separada de Argentina. Apelamos al tradicional apoyo de Uruguay en la Cuestión Malvinas para evitar que el hecho se repita”.

El repudio fue compartido, acto seguido, por el Instituto Patria y el Grupo por la Soberanía (GPS), integrado por ex combatientes de Malvinas que preside el actual Director del Museo Malvinas y del Atlántico Sur, Edgardo Esteban.

Acto seguido, se suscribió una nota firmada colectivamente, encabezada por el Gobernador Melella, quien durante su campaña electoral suscribió junto al también candidato Alberto Fernández, el compromiso de ambos por denunciar los conocidos como “Acuerdos de Madrid I y II” y el “Pacto Foradori-Duncan”.

Por supuesto que estamos completamente de acuerdo en contrarrestar la estrategia británica en el Cono Sur de América, y avanzar en el proceso de unidad en contra de cualquier forma de colonialismo. No obstante, creemos que es necesario reclamar coherencia y predicar con el ejemplo.

Como afirma el refrán popular: “la caridad bien entendida, empieza por casa”.

¿Cómo le podemos pedir al Gobierno de Uruguay que impida la presencia de un stand de los colonialistas británicos en una feria privada, cuando nuestro actual Secretario de Minería de la Nación Alberto HENSEL, se reúne con la Cámara de Comercio Argentino-Británica y el Embajador Mark Kent para ofrecerles “nuevas oportunidades de negocio” a las mineras de origen británico?

¿Qué cara hay que poner para “apelar al tradicional apoyo de Uruguay en la Cuestión Malvinas”, mientras la Ministra de Mujeres, Diversidad y Géneros, Elizabeth Gómez Alcorta, se reúne con el representante pirata para cooperar y define a la usurpación de más de un tercio del territorio nacional como una simple “controversia”?

Sabemos que en el Uruguay, a semejanza del resto de las Repúblicas suramericanas, pugnan los modelos de subordinación a las grandes potencias, con los de la construcción de proyectos de emancipación nacional. Sin embargo, pretender exigir a las actuales autoridades uruguayas una actitud firme contra los británicos, mientras el Ministro de Salud de la Nación Ginés González García, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza, la Presidenta del INADI, Victoria Donda, la Vicegobernadora de Buenos Aires, Verónica Magario y la ya nombrada Gómez Alcorta, se reúnen con el Embajador de la potencia ocupante, Mark Kent, en completa continuidad con el Pacto Foradori-Duncan, resulta de una total incoherencia y una enorme hipocresía.

Decía el ya citado “Tucho” Methol Ferré, que los argentinos no teníamos conciencia del impulso que la recuperación de Malvinas le había dado al proceso de integración Regional, como ningún otro acontecimiento desde las Guerras por la Independencia. Y aprovechaba su condición de uruguayo (del “paisito”, bromeaba), para reprocharnos la falta de percepción de nuestro rol de liderazgo (el de los argentinos), para unir a la mitad hispano-parlante de Suramérica.

Entendía que la construcción de la Patria Grande sólo era posible si la Argentina cumplía con este “Destino Manifiesto” de unir a las partes disociadas de la herencia española, para luego sentarse en pie de igualdad con el Brasil (la otra mitad, luso-parlante, de Suramérica). Esa unidad lograda, sería eje de la reconstrucción de la Nación Latinoamericana inconclusa, pre-condición de la incorporación con Dignidad a la globalización. Y esto, reconocía, lo había aprendido de Perón, y es lo que incansablemente enseñó durante décadas a quien se prestara a escucharlo (entre sus oyentes y alumnos, entre otros, se encuentran el actual Papa Francisco y el ex Presidente del Uruguay, “Pepe” Mujica).

Es hora de recuperar esa visión estratégica, y no exportar a nuestros países hermanos nuestras incapacidades y cobardías locales. No va a ser con soberbia ni con simulaciones ideológicas con las que vamos a construir la Unidad de la Patria Grande.

Porque los caídos en Malvinas vuelven a morir en nuestros propios corazones y en nuestras mentes, cuando carecemos de patriotismo genuino y honestidad intelectual.

 

* Ex Soldado combatiente en Malvinas. Responsable del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús

 

 

 

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