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BANDERAS / Apuntes filosóficos sobre el crimen de Villa Gesell y varios asuntos más

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Andar por las calles y escuchar el sonido de sus voces me lleva a insistir. Por estas horas el zonzo tiene altavoz y se percibe la ausencia de un plantar bandera que le diga al pueblo argentino así estamos y esta es Nuestra Causa.

ZONZOS. El decir habitual viene incluyendo las más vulgares acepciones del racismo, la intolerancia y la incomprensión. Las cosas que se escuchan son significativas y hablan de sectores medios involucrados en su Opción por los Ricos, como planteáramos allá lejos y hace tiempo en un texto de Página 12. (Cuando ese medio, con todo, absorbía otras miradas).

Es abrumador percibir que algunos de los mayores perjudicados por la operatoria de negocios macrista han resuelto hacer un tajo mental y evaluar –otra vez- que sus problemas radican en negros, planes, gremios y piqueteros. Ni siquiera el crimen del pibe los despabila.

Además del texto sobre Martín Guzmán y la postura oficial acerca de la deuda (https://radiografica.org.ar/2020/01/23/otra-vez-la-deuda-una-propuesta-oficial-que-merece-discusion/), encontré este material significativo en Ambito Financiero: https://www.ambito.com/opiniones/fmi/todo-el-dinero-del-fmi-se-utilizo-amortizar-deuda-privada-n5078464 . Es muy claro.

DINEROS. Pero a nivel público, hay una absoluta ignorancia sobre montos reales e incidencia en la economía y el cuerpo social. En las conversaciones reingresan bolsos con un puñado de dólares junto a precios de primera necesidad, sin que las dificultades estructurales impuestas por el liberalismo oligárquico merezcan, siquiera, una línea.

Aunque para muchos que seguimos el trazo político los objetivos inmediatos estén claros, lo cierto es que no lo están para el conjunto. Ni hablar de los estratégicos. Es evidente que buena parte del problema radica en la frenética tarea de la nueva gestión para resolver las urgencias.

En algún momento habrá que hacerse un lugar para hablar a la sociedad y señalar vamos hacia allá. Rumbo a tal o cual destino. Se dirá Argentina Potencia Industrial o Argentina puntal de la ciencia y la técnica,  o quizás Argentina Agroindustrial.  Se dirá Argentina en el marco de un nuevo alineamiento regional o inserta en tal variable mundial.

BANDERAS. Los lectores conocen cuáles son las variables que prefiero. Pero más allá de la mirada individual, es claro que habrá que definir caminos y para eso ajustar diagnósticos dando cuenta de los desafíos que hay que afrontar, las virtudes propias a potenciar y las trabas a superar.

Cuando una comunidad porta una bandera, es posible llenarla de contenidos. Este período de confusión, en el cual no quedan claros para el trazo grueso los objetivos a corto y mediano plazo tendrá que concluir en algún momento para evitar que las exigencias adopten senderos inapropiados.

Los defensores del gobierno no tienen elementos para responder ¿adónde vamos?

MEDIOCRES. Sin embargo, ese decir del zonzo potenciado en los sucesos de público conocimiento, también nos habla de la irrecuperabilidad de una zona enorme de la sociedad… para la vida en sociedad.

Uno sabe que todos saben cómo son las cosas. Pero hay segmentos hipócritas dentro de nuestro movimiento que relativizan y señalan no todo es tan así. Bueno bueno. Digamos: no todos los chetos son asesinos.

La obviedad de la respuesta afirmativa a la generalización no exime de marcar la tendencia. En derredor hay numerosísimas personas que viven en un gran país y creen vivir en un país de mierda. Han tenido más oportunidades para triunfar que el resto, pero su mediocridad se los ha impedido.

Entonces dicen que la culpa de su falta de trascendencia es el país, este pueblo, los que cobran planes, los peronistas, los kirchneristas; éste y aquél. La paja en el ojo ajeno, en vez de la viga en el propio. Y sin mayores virtudes, se quejan; que no es lo mismo que luchar aunque a veces lo parezca.

BANDERAS 2. Definir la Causa sirve para congregar los espíritus propios en una dirección y brindar los argumentos firmes que se necesitan para lograr hegemonía cultural relativa. Pero no para recuperar a esas personas.

Con respecto a los opositores y muy especialmente a ese sostén de mediocres que opera como columna vertebral, la labor está en disolver la coalición liderada por el macrismo y reducirlos a dos vertientes –liberal oligárquicos por un lado y radicales medio pelo por otro-, como ocurrió antes del 2015.

Esa tarea patriótica redundará en pingues beneficios para el pueblo argentino. Pero no alcanzará para sumar a esas mierditas a la Causa. Sus familias han atravesado cerebralmente indemnes los bombardeos del 55, la represión de los 60, la dictadura salvaje del 76. Los 90; el macrismo. E insisten.

Cada tanto una excepción se desprende. Y la misma sirve para teorizar sobre la nacionalización de tal o cual sector, o del giro a la izquierda de tal o cual otro. Si, puede ser. Pero el bloque sigue ahí. Con ese odio esperpéntico y antiguo, actualizado a los códigos de las redes sociales.

Es que la medianía del que no puede, no se resuelve con el crecimiento nacional. La bronca de quien carece del piné adecuado pero declama estar por encima de los demás, no se disuelve con oportunidades. Este es un país donde al abrirse las gateras, los meritócratas pierden.

Y qué furia les da.

CONCENTRACIÓN. Esa es la verdad acerca de la monopolización de distintas actividades. Conozco desde dentro compañías  concentradas y empresas medianas y cooperativas. Sin segregar, dejemos por un instante fuera las firmas pequeñas, con un dueño y uno o dos empleados; el kiosquito, por caso.

Comparando las concentradas, las medianas y las cooperativas, hallaremos que estas últimas están mejor administradas y reciben menos beneficios extra que las primeras. Las medianas y cooperativas necesitan un puñado de cosas razonables para poder funcionar bien.

Básicamente, un mercado; compradores con algunos pesos en el bolsillo. A su vez, reglas de juego claras: los cambios en el valor de la moneda local y los tarifazos las descolocan y les generan serias dificultades. Asimismo, acceso al crédito. Circunscripto a necesidades puntuales, con intereses razonables.

Con eso, apenas, pueden generar más producción de mayor calidad y más mano de obra (así como presencia en el PBI nacional), que las grandes. Estas, por su parte, exigen subsidios –contra lo que se piensa-, exenciones tarifarias, posibilidades exportadoras, y sobre todo, el monopolio de su región productiva y de la comercialización.

Y eso que estamos hablando de toda una zona inversora. Si la comparación se extiende a las empresas financieras, el asunto se pone aún más peliagudo. Esto es, deficitario para el país. Del cruce de monopolios y finanzas surge la mentalidad que caracteriza las franjas altas argentinas y sus émulos sin vento, los zonzos.

HIJOS E HIJAS DE LA VIDA. Ahora bien, los descendientes de estos sectores asumen como buenos los valores prácticos de sus mayores. Y dicen las tonterías que se desprenden de semejante accionar. Hay un ejemplo muy evidente pero que suele barrerse bajo la alfombra.

Se trata de la frase “esos negros que no quieren trabajar”. Digámoslo: no hay actividad productiva nacional, desde el fondo de nuestra historia, que no haya sido impulsada y realizada por los sectores populares, habitualmente más oscuros en su tez debido al rico mestizaje local.

Las paredes que nos rodean, pero también el ARSAT que orbita el planeta, han sido realizados por variantes sectoriales de “los negros” argentinos. Resulta extraño, y digno de mención, que en esas y tantas otras concreciones emerja un apellido patricio o se destaque la tarea directa de un ciudadano de la zona medio alta.

Lo que es más: las organizaciones que convocan al vituperado espacio social se dividen entre las que demandan continuidad laboral y mejoras para el mercado (sindicatos, asociaciones profesionales) y aquellas que exigen trabajo asalariado para quienes lo han perdido (sociales – piqueteros).

La consideración habitual sobre personas que no quieren trabajar carece de un ejemplo nítido que admita su formulación. Mucho menos su establecimiento como verdad analítica de la realidad argentina, tal como lo hacen no pocos colegas en distintos espacios comunicacionales.

RESULTADOS. Es que el asunto no es cuestionar a un capitalismo para el cual el que gana, lo merece, y el que pierde, queda fuera por su propia incapacidad. Condenar ese esquema está bien, pero configura un cuestionamiento hacia una sociedad que todavía no existe.

La sociedad real, la que habitamos hoy en la Argentina puede caracterizarse como la hegemonía de los peores. El triunfo forzado de quienes logran todo sin competir. La imposición de la mediocridad sobre el talento.

Sobre un perfil distinto al planteado en el fragmento anterior, podemos abordar el caso de Diego Armando Maradona. Objeto de odio extendido en el medio pelo, no es posible dar con un crítico del ídolo que posea una décima de su capacidad en el rubro que lo ocupa o lo apasiona.

Y lo digo en esa dirección porque allí es donde se instala la injuria. Maradona, considerando el conjunto de su carrera como futbolista y director técnico, evaluando sus apreciaciones y comentarios y repasando sus acciones, es más talentoso, más inteligente y más valiente que todos y cada uno de sus objetores.

El problema es que los mismos mueren de envidia (ojalá, en realidad sólo la padecen) por ese negrito que con su labor gana tanto dinero, y es más querido y reconocido de lo que serán ellos en toda su existencia, aunque tuvieran la posibilidad de reencarnar y vivir varias vidas.

Ese tema fue abordado por Alberto Laiseca y llevado a la televisión en base a su relato: la historia de un mediocre que hacía un pacto con el diablo para volver atrás y mejorar las cosas. Pero ningún retorno, ninguna nueva oportunidad lo redimía, pues el problema no estaba en los demás.

¿El planteo es individualista? En cierto modo, sí. Pero.

RESUMEN. En definitiva están los que pelean para que los demás no crezcan, y en base a esa triste batalla desmerecen lo que otros realizan, y aquellos que intentamos pelear para desarrollar nuestras posibilidades y las de los demás.

Por eso cuando uno percibe, siente, el talento y la capacidad de una clase social o de uno de sus miembros, en vez de rezongar y devaluar, aplaude. Y trata de aprender. Los rugbiers de Zárate en Gesell canalizaron todas las frustraciones de su grisácea condición social; emitieron un mensaje.

Mostraron su identidad.

 

  • Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal

 

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