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GARCÍA LUPO / Prensa Latina, CGT de los Argentinos, y la investigación a fondo

Así se trabaja. Como lo hizo hasta ayer Rogelio García Lupo. El periodismo argentino logró, con su labor, adultez plena, rigurosidad, veracidad. Llegar a fondo con datos certeros, transmitir con claridad expositiva, resultaron parámetros centrales en una tarea que se extendió a lo largo de tramos decisivos de la vida argentina y latinoamericana.

Entre otras aseveraciones, indicó: «Hay un concepto de la investigación periodística que es una malversación del término. Es lo que los españoles llaman «dar el pelotazo». Es decir, tomar un tema, informar un poco y dejarlo de lado cuando llega el nuevo tema. Y no se avanzó nada. A mi me interesa seguir el tema bien a fondo».

Por eso, y por toda su obra, especialmente la ligada a la gestación de la Agencia Latinoamericana de Noticias Prensa Latina junto a Jorge Masetti y Rodolfo Walsh, y al periódico de la CGT de los Argentinos, con el propio Walsh, Horacio Verbitsky y el impulso combativo y creador de Raimundo Ongaro, lo evocamos en La Señal Medios.

Sin equipararnos, hemos buscado aprender de una trayectoria sin igual.

GABRIEL FERNÁNDEZ

 

GARCÍA LUPO / El cierre de un periodista ejemplar
Rogelio García Lupo,“Pajarito”, participó durante más de seis décadas en decenas de publicaciones de actualidad locales y extranjeras, incluyendo la fundación de la agencia cubana de noticias Prensa Latina (Prela) y en numerosos proyectos editoriales, entre ellos Eudeba.

Culto, afable, irónico, García Lupo cultivó un estilo de sabueso metódico que le dio fama de ser un “seguidor” constante de temas que no siempre se ven en la superficie pero resultan decisivos a la hora de entenderla. A esa forma de trabajo, recopilando artesanalmente cientos de recortes en cajas antes de la existencia de la PC, le sumó el uso de datos precisos y la consulta a fuentes diversas.

En el 2007, su antiguo compañero de trabajo en la agencia cubana, Gabriel García Márquez, le entregó el premio homenaje de la Fundación Nuevo Periodismo como reconocimiento a su obra, estructurada en base a artículos temáticos a los que luego daba forma de libros.

Al “partido militar”, tan decisivo en la historia nacional, le dedicó “La rebelión de los generales (1962), “Contra la ocupación extranjera” (1968) y “Mercenarios y Monopolios en la Argentina -de Onganía a Lanusse-” (1971). Fue lúcido al ligar el interés económico concentrado con el poder castrense, evitando las simplificaciones.

Parte de esas notas ya habían visto la luz en el semanario “Marcha” de Montevideo, donde escribió libre de las ataduras durante casi una década, hasta su clausura en 1973.

Luego amplió esa obra periodística a otros tópicos internacionales, como en “Diplomacia secreta y rendición incondicional” (1983) y sobretodo en “El Paraguay de Stroessner” (1989), libro que puso bajo la lupa al banquero saudita Gaith Pharaon, lavador de dinero de la política, el narcotráfico y el comercio de armas.

Se retiró como colaborador del diario Clarín pero siguió editando libros para la española Ediciones B, y además de publicar sus dos últimas obras -“Últimas Noticias de Perón y su tiempo” (2006) y “Últimas noticias de Fidel y el Che” (2007)- trabajaba en sus memorias, que quedaron inconclusas por su enfermedad.

Convertido ya en una figura de consulta para sus colegas más jóvenes, García Lupo nunca dejó de considerar al periodismo como “el oficio más lindo del mundo”, aunque resaltando la “tensión permanente” que debe regir en la relación entre medios y gobiernos.

Con la perspectiva de lo vivido, aseguraba también que la “prensa estatal” había sido “un experimento malo”, y desconfiaba -al mismo tiempo- del “periodismo militante” si las visiones ideológicas -de las que nunca abjuró- no se asentaban en la información “dura”.

Nacido Buenos Aires en noviembre de 1931, García Lupo aterrizó en el periodismo como la mayoría de sus colegas de esa generación, a través de la militancia política y no de las academias, en su caso el paso juvenil por el nacionalismo, del que nunca renegó.

En un documental filmado por uno de sus cuatro hijos, Santiago García Isler (“A vuelo de Pajarito”, https://vimeo.com/100222593), Garcia Lupo evocó el ambiente familiar durante los años de la Segunda Guerra Mundial, con simpatías por el Eje, y también su paso por la Alianza Libertadora Nacionalista cuando cursaba el secundario en el colegio Roca de Belgrano.

En ese ámbito político conoció a sus grandes amigos Rodolfo Walsh, tres años mayor que él, y Jorge Ricardo Masetti, dos años más grande, con quienes marchó año más tarde a Cuba para fundar en los primeros meses de la revolución de Fidel Castro la agencia noticiosa Prensa Latina (PreLa), la primera en transmitir su servicio internacional en español.

A mediados de 1955 pasó cien días detenido en el “cuadro 9” de presos políticos de la Cárcel de Villa Devoto acusado de participar de una campaña de prensa contra Perón. Sus convicciones sociales no menguaron; se distanció de toda verticalidad y ratificó su ideario.

Sus primeras colaboraciones periodísticas fueron publicadas en 1953 en “Opinión Económica”, editada por la Confederación General Económica , y luego con “Continente”, una lujosa publicación de tono cultural dirigida por Oscar Lomuto que reflejaba los puntos de vista de la cancillería.

Tras la caída del peronismo pasó por “Noticias Gráficas” y, en 1957, por la revista de actualidad “Qué”, cuyos principales columnistas fueron Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y el desarrollista Marcos Merchensky. Allí se reivindicaban los aspectos centrales de la política popular desplegada durante la década peronista.

Un año después siguió con expectativa el ascenso de Arturo Frondizi y trabajó junto a Rodolfo Walsh en la comisión de la Cámara de Diputados que investigó el asesinato del abogado Marcos Satanowsky para robarle el paquete accionario del diario La Razón, pero el giro del gobierno lo alejó.

Así lo encontró la convocatoria de Masetti para viajar a La Habana con un grupo de periodistas antiguos compañeros de militancia (Walsh, Carlos Aguirre, Alfredo “Chango” Muñoz Unsain y Ernesto Ghiachetti), con quienes integró el mítico primer staff de PreLa, junto a cubanos y corresponsales de la talla de Juan Carlos Onetti, García Márquez y Jean Paul Sartre.

De aquel período evocaba la cobertura de la frustrada invasión a Playa Girón, la efervescencia revolucionaria y sus conversaciones con el Che, quien lo visitada cuando era jefe de turno de la madrugada para tener las ultimas noticias y tomar unos mates.

En 1961 Masetti dejó la conducción de la agencia para convertirse en el primer guerrillero guevarista del continente; Walsh volvió a Buenos Aires y García Lupo marchó de corresponsal a Guayaquil y a Santiago de Chile.

De regreso al país, comenzó a escribir sus columnas semanales para el montevideano “Marcha”, que inició una presencia que se prolongó en la primera de las grandes revistas políticas de los ‘60, el semanario “Usted”, dirigido por Luis González O’Donnell, previo a la aparición de “Primera Plana”, en la que también estuvo presente.

Con Walsh volvió a colaborar en 1968 en el periódico de la CGT de los Argentinos, que se realizaba en el edificio de Avenida Paseo Colón 731, en la Ciudad de Buenos Aires, y tras un paso por la agencia Intepres, en 1973 se desempeño como gerente de la editorial universitaria EUDEBA durante la gestión de Arturo Jauretche.

Amenazado por la Triple A en 1974, viajo a España y a su regreso volvió a ganarse la vida en una empresa de construcción, retornando plenamente al periodismo político e histórico recién en 1982, para la revista “El Periodista”, desde donde siguió la transición democrática. En 1991 comenzó a colaborar con «Clarín», publicación en la que escribió de manera regular.

Los detalles de una vida intensa pensaba volcarlos en un libro de memorias en el cual trabaja.

En los últimos meses sufrió sucesivas internaciones y un cuadro de creciente deterioro físico que lo mantenía postrado y virtualmente sin conocimiento

 

El periódico CGT de los Argentinos

*Por Carlos Leavi

Hace 45 años, el 1ero de mayo de 1968, se publicó en el primer número del diario de la CGT de los Argentinos el “Mensaje a los trabajadores y al pueblo argentino”[1]. En medio de la dictadura de Onganía, aquel ejemplo de herramienta comunicacional era dirigida por Rodolfo Walsh y vale la pena en esta fecha recordar aquella gesta, aquel manifiesto fundacional y algunas de sus implicancias.

En el “Mensaje” podíamos leer que durante aquella dictadura que se vivía y “agraviados en nuestra dignidad, heridos en nuestros derechos, despojados de nuestras conquistas, venimos a alzar, en el punto donde otros las dejaron, las viejas banderas de lucha”. Esta afirmación inscribía a la CGT de los Argentinos como una experiencia que se reconocía en un matriz múltiple de luchas de los trabajadores en nuestro país. No se trataba de una propuesta aislada, sino que promovía, invitaba y convocaba al conjunto de los sectores que daban pelea, a luchar juntos.

Esta idea se complementa con una definición que no deja lugar a dudas respecto desde donde se pensaba la relación entre capital/trabajo, pero también cómo, para qué y con quienes organizarse valorando la participación política y repudiando los esquemas represivos: “El movimiento obrero no es un edificio ni cien edificios; no es una personería ni cien personerías; no es un sello de goma, ni un comité; no es una comisión delegada, ni es un secretariado. El movimiento obrero es la voluntad organizada del pueblo, y como tal no se puede clausurar ni intervenir”.

Respecto del rol de lo sindical también es sumamente claro al sostener que frente “a los que afirman que los trabajadores deben permanecer indiferentes al destino del país y pretenden que nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con las palabras de un inolvidable compañero, Amado Olmos, quien días antes de morir, desentraño para siempre esta farsa: “El obrero no quiere la solución por arriba, porque hace dos años que la sufre y no sirve. El trabajador quiere un sindicalismo integral, que se proyecte hacia el control del poder, que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo…”

Este mensaje que traemos al presente funcionó como la matriz orientadora de un modo de intervención política/social/sindical y también -decimos nosotros- comunicacional. Así lo expresamos en un material de la cátedra Comunicación y Teorías I, al afirmar que “uno de los intelectuales vinculados con mayor dedicación a la nueva central obrera es Rodolfo Walsh quien, junto con Raimundo Ongaro, tuvo a su cargo la redacción del documento fundacional de la CGTA, y, especialmente, el “Mensaje del 1ro de mayo” que convocaba a estudiantes, profesionales e intelectuales a unirse al movimiento obrero clasista para enfrentar al golpe. Además, Walsh dirige el Semanario CGT, que edita 55 ejemplares entre el 1ro de mayo y febrero de 1970 (los últimos cinco, fueron realizados en forma clandestina, luego de ser clausurado por instigar el Cordobazo). En el periódico colaboran, entre otros, Rogelio García Lupo, Horacio Verbitsky y Ricardo Carpani”[2]. En el mismo sentido, Natalia Vinelli[3], afirma que “en Walsh, la gestación del Semanario CGT terminó de definir su convicción y su militancia política. (…) quién frente a cada coyuntura, se planteó métodos de lucha en el terreno político comunicacional adecuados a la realidad que vivía el país: su participación en Prensa Latina y en el Seminario CGT le había permitido conocer, en concreto, las posibilidades de la prensa como factor de organización y combate”.

Por último, porque en este caso apenas se trata de recordar estas líneas, releer aquel mensaje, y retomar sus legados a 45 años en este 1ero de mayo de 2013, es oportuno tomar del manifiesto la interpelación a “los universitarios, intelectuales y artistas”, al considerar que “un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.

*Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

 

[1] Semanario CGT de los Argentinos, fundado por Raimundo Ongaro y Ricardo De Luca. Dirigido por Rodolfo Walsh. Editorial La Página y Universidad Nacional de Quilmes, publicado con la edición de Página 12. Colección Documentos. Buenos Aires. 1997.

[2] Comunicación y praxis militante en Argentina (1955-1976). Elementos para una genealogía en torno al eje comunicación/política. Ficha de cátedra de Comunicación y Teorías I, producida por Ezequiel Bustos, Federico Rodrigo, Guillermo Romero, Federico Sager y Julia Varela.

[3] “Ancla: una experiencia de comunicación clandestina orientada por Rodolfo Walsh”, Natalia Vinelli. Cooperativa Gráfica El Río Suena, 4ta edición, Buenos Aires, 2011.

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