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jueves , mayo 2 2024
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LA IDEA / Las dificultades son muy grandes. Es importante comprenderlas para elaborar una salida. El sentido de la misma está ligado a los intereses de sus autores.

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

Aunque los diagnósticos adecuados son importantes, el posicionamiento para su análisis es decisivo. No basta con acertar en la descripción de los problemas, sino delinear las soluciones según el interés social.En estas semanas los textos de Carlos Pagni, de La Nación, son muy consultados por los compañeros. No está mal, pero es preciso efectuar una consideración: ese periodista opera como los servicios de inteligencia que parten de unas cuantas verdades y derivan en un disparate que entierra al interlocutor.No estamos diciendo que sea un agente. Es periodista de La Nación, lo cual empeora la caracterización. Pagni describe los dilemas económicos presentes con certeza y señala la necesidad de un Estado que piense la salida de la cuarentena con capacidad y precisión.

Cuando logra ante sus lectores un alto nivel de credibilidad, indica que para eso es pertinente ayudar a las grandes empresas en vez de intentar fortalecer el poderío estatal. Recurre, entonces, a los viejos argumentos de la eficiencia privada y el autoritarismo de los gobiernos.

De tal modo, en las conclusiones interlineadas, aunque finge un análisis de ultra actualidad, clama por una reposición del orden liberal conservador con empresas monopólicas y fuertes acompañadas por un estado tenue que se ocupe de la salud y esos asuntos –una concesión inevitable- y deje de inventar impuestos incómodos.

Es interesante este arranque aclaratorio porque de otro modo las coincidencias numéricas pueden gestar derivaciones confluyentes. Y nada más lejos de la verdad que el lineamiento editorial presente (tan ligado al propio histórico) del matutino mitrista.

Sucede que el panorama es bien complicado. Y eso es innegable. La recesión récord impuesta por el macrismo durante sus cuatro años de gobierno ya habían originado un cuadro de situación del cual resultaba difícil salir. Sobre llovido envirulado, el surgimiento del Covid 19 y la táctica del aislamiento social implica un aplanamiento agudo de la economía local.

El consuelo que nos envuelve –en el resto del mundo, también- no sirve para evitar los desafíos que se avecinan. Cada nación tendrá que abocarse a resolver sus asuntos y las que salgan airosas ocuparán un lugar destacado mientras las demás intentarán sembrar sobre tierra arrasada.

En ese camino tendrán que visualizar con nitidez la conveniencia de las alianzas tomando en cuenta una serie de factores entre los cuales el financiero no será el único, pero si el vertebrador de la articulación económica. Precisamente para no volver a caer en las garras del capital financiero.

Vamos a lo cierto. Con la herencia señalada, la Argentina priorizó la salud de su población y paralizó una zona central de su producción, lo cual llevará a una caída importante del Producto Bruto Interno, combinada con la ostensible baja en la recaudación, en un marco inflacionario injustificable pero real.

El tema commodities está siendo analizado desde una sola perspectiva, pero su trasfondo es más grave porque además de involucrar al difundido hundimiento del precio del petróleo, es preciso añadir que el de la soja ha vuelto a descender.

En esa dirección, mientras los liberales argumentan que resulta ilógico alzar cargas impositivas sobre los productores primarios exportadores, nosotros pensamos que es un buen momento para recobrar el comercio exterior a pleno.

Porqué. Por un lado la caída de la soja no impide que, de todos modos, las ganancias sean cuantiosas. Por otro, si el esquema presente pervive, las presiones sobre el “atraso cambiario” serán cada vez más intensas, con todo lo que ello implica.

La derivación concreta surge con naturalidad. La Argentina necesita quebrar la dominación interna de quienes concentran la elaboración de alimentos y productos de primera necesidad. Con recursos naturales visibles y un respaldo apreciable como el indicado en el párrafo anterior, la conformación de empresas social – estatales se impone.

En ese marco, mientras sigue la inversión estatal para la contención de los problemas sociales –con baja recaudación, recordamos- el sistema financiero funciona como si nada hubiera sucedido y no ofrece aporte alguno a la vida nacional.

Todo esto repercute abajo, abajo como dice Serrat. Ha crecido el desempleo, aumentaron las suspensiones y se ha configurado un raro imaginario en el cual el retroceso salarial termina siendo una opción atractiva para los que desean conservar la ocupación.

Pero ese retroceso se asienta sobre los aumentos de precios y tarifas más salvajes de la historia, promovidos por elaboradores de alimentos y empresas de servicios privatizadas que vivieron su fiesta por cuatro años y se niegan a perder todo privilegio.

Hay un tiempo para todo. Es probable que en medio de la emergencia la actitud del presidente Alberto Fernández de ir llevando al conjunto sin generar mayores oleajes tenga un sentido práctico de valor. Así lo ha comprendido la sociedad, que respalda su andar.

Pero es probable también que sobre el filo de la salida se puedan aprovechar la natural capacidad de desarrollo argentino y los respaldos internacionales sólidos para inyectar audacia en el proceder. Incluyendo a todos los que sea posible. Ahí hay una clave y no es retórica: a quienes realmente sea posible incluir.

Lo hemos señalado: el Consejo Económico es una buena idea, en tanto las voces del movimiento obrero y las empresas medianas ligadas al mercado interno sean más escuchadas que las otras. De allí pueden surgir algunos conceptos en acción más que interesantes.

Mencionamos el control del comercio exterior y podríamos añadir la expansión del poder del Banco Central. Los depósitos en las entidades crediticias privadas pueden pasar a disposición de las necesidades fiscales sin afectar a los ahorristas.

En la misma línea, las firmas privatizadas de servicios públicos serían más eficaces y menos onerosas para la población si quedaran bajo el ya maduro y potente esquema cooperativo con control estatal que ha desplegado desde hace dos décadas el pueblo argentino.

Las relaciones con Eurasia, bajo la vigilancia del Papa Francisco, pueden ofrecer alternativas de financiamiento muy distintas a las conocidas hasta este momento. Y si bien habrá que volver a impulsar el Unasur, es evidente que el país no puede esperar a que el mismo se reconfigure para actuar internacionalmente.

Es decir, sí es preciso reflexionar y planificar desde el Estado para atisbar la salida de la cuarentena con capacidad y precisión. Será pertinente escuchar las voces justas, las que necesitan salir, para sacar conclusiones inversas a las de Pagni, que exige volver.

Pasa que “Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. La metáfora de El Plumerillo es exacta, pero las conclusiones que deben surgir de allí son diferentes a las ofertadas por La Nación.

Como sugirió Sun Tzu en esa célebre y aguda expresión, José de San Martín estaba construyendo para avanzar y liberar; para vencer. No para retrotraer todo al orden colonial. El presente mundial es un acelerador de hadrones que, como la máquina de Dios, no modifica el Universo sino que apura elementos sobre su propia configuración.

Varias naciones emergentes ya son potencia. Europa se desmembra y decae. El vínculo de ese continente con los Estados Unidos es lábil y su decurso depende más del accionar de algunas empresas que de varios de los gobiernos involucrados.

En ese marco, la Argentina, autora intelectual de La Idea, puede exigir un muy buen lugar.

 

• Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal

 

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