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jueves , abril 25 2024
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MUNDO / Un fino tejido

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
 
El delicado equilibrio internacional tiene algunos componentes para tomar en cuenta. En la víspera brindamos la información sobre la ruptura del Tratado INF que se venía aplicando desde 1987. Dimos a conocer los ejes de la preocupación que eso suscitaba y la inocultable responsabilidad estadounidense, sin ahorrar detalles al respecto.
 
Poco después se conoció la sugerencia del presidente norteamericano Donald Trump sobre incorporar a Rusia al Grupo de los 7. De ese modo, a los Estados Unidos, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido se sumaría un factor Multipolar en verdad significativo.
 
En sintonía, la visita de Vladimir Putin a Francia y su diálogo con Emmanuel Macron permitió al jefe moscovita atenuar diferencias, pero sobre todo extender influencia sobre una Europa que asiste, agobiada, a la hegemonía sin beneficios de un suprapoder que carece de horizonte.
 
Pero el fino tejido mundial tuvo una sorpresa que no parece ajena a todas esas movidas: la revelación de contactos soterrados entre los Estados Unidos y Venezuela. Recordarán que sobre comienzos de año editorializamos explicando la solidez bolivariana y la saludable verba sin tiros del gobierno norteño.
 
Por supuesto que nadie afloja un tranco de pollo porque cada gestión implica tensión: la bella María Zajárova aseguró que su país aguarda una propuesta concreta. Esta vocera indicó que resulta preciso «trasladar la discusión de este tema de la esfera de entretenimiento público a la profesional, si los Siete quieren posicionarse como un formato serio».
 
En el mismo sostenimiento de la cuerda tirante, Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), negó este lunes haber mantenido reuniones secretas con enviados del Gobierno de los Estados Unidos.
 
Como música de fondo –alta- se escucha el tira y afloje de la relación entre los Estados Unidos y China. Las medidas productivistas de ambos –aranceles y devaluación– han servido para ganar tiempo mientras los PBI se desarrollan, aunque con distintas perspectivas. El lector avezado comprenderá que esa “guerra” siempre está por detonar… y no detona.
 
Pero hay que ver: el ministro británico del Brexit, Steve Barclay, aseguró que el Reino Unido acudirá a menos de la mitad de las reuniones que organice la Unión Europea a partir de septiembre. «Esto permitirá que nuestros ministros y funcionarios tengan más tiempo libre para llevar a cabo los preparativos para nuestra salida el próximo 31 de octubre”.
 
Mientras Italia reacomoda sus fichas, un confiable periodista argentino radicado en Europa se acerca y nos dice: Atenti con Portugal. Nadie habla de Portugal porque allí se desarrolla un proyecto que acá podríamos identificar como “peronista”. ¿Y España? Ah, no: allí insisten con aquello de “¡los populistas, no pasarán!”. La que no pasará al futuro será España, claro.
 
Giro del mapa por un instante para señalar: la ruptura del pacto nuclear con Irán no representó nada para unos ni para otros. Siria se afirma a niveles insospechados y la fotito color del hijo de Hafez aparece –voluntariamente- por todos lados. En Africa, la creciente musulmana no molesta a los acaudalados representantes chinos que arriban con finanzas limpias.
 
En el medio, conflictos a diestra y siniestra; pero todos, sin intensidad mundial. Hong Kong por un lado, Cachemira, Afganistán, Ucrania, frontera indo pakistaní, el persistente daño colombiano con respaldo de la OTAN sobre su vecindad, entre otros. Nada que por el momento resulte inmanejable, sin olvidar el lamentable coste humano.
 
Quienes logran mirar el horizonte tras repasar el panorama presente, verán que la hipótesis sigue en pie. Es probable que jamás haya paz, una paz plena, en un planeta habitado por seres humanos. Pero lo que se abre ante nuestros ojos es el asombro por una nueva era más equilibrada, sin patrones absolutos que indiquen al resto lo que debe hacer.
 
El apuntalamiento de la dirección señalada que puede implicar un retorno de la Argentina a la racionalidad política económica está más allá de nuestra propia comprensión. El genio político de Evo Morales tracciona sin alardes. Entre ambos, contribuirán por peso específico –créase o no- a que Brasil vuelva a ser la B. No la del Boludo de Bolsonaro, sino la del BRICS.
 
La brisa fría lleva las hojas por aquí y por allá; uno no sabe dónde caerá cada una. Pero se arremolinan.
 
• Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica

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