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sábado , abril 20 2024
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APUNTES SOBRE LA REVOLUCIÓN

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

Prepare el mate compañero. A pocos días de las primeras elecciones decisivas del año, podemos charlar en confianza. Con la advertencia de siempre, renovada: nuestros análisis no tienen la intención de generar acuerdos, sino de ayudar a pensar. Si de lo conversado quedan conceptos picando como una Pulpo sobre un terreno irregular –eso es nuestro cerebro- entonces vale. A quién se le ocurre que a través de un artículo vamos a lograr unanimidad. Ni ahí.

En las horas recientes observamos un recrudecimiento de cierta campaña “interior”. En las redes, venimos atosigados por ideologistas super peronistas que se posicionan en minoría que de tan sabia encarna las mayorías y juzga a los demás; a raíz de esa intensa propaganda se dispararon estas reflexiones discontinuas. En principio: la revolución es un lío. Todo anhelo de perfección y diseño estricto es barrido por la acción cotidiana que crea, inventa, improvisa sobre un perfil propio.

Podemos hablar del asunto desde esta región del mundo, porque tenemos la experiencia. Hicimos la revolución, sólo que cuando la hacemos los argentinos queda devaluada por razones técnicas. 1945 y 2001, por situar. En otros lugares del mundo donde se realizó «La Revolución» con mayúsculas, escuadra y tiralíneas el efecto no ha perdurado con más intensidad que por estos pagos. Si queremos doblar la apuesta, digamos: la influencia del peronismo es superior a la registrada por corrientes dogmáticas en otros territorios.

Sucede que la Revolución Peronista es un lío, y el Proyecto Nacional una guía que necesita instrumentarse paso a paso en cada área, en cada zona, pero no ofrece recetas específicas. Cuando se extrapolan soluciones circunstanciales y se las transforma en leyes a cumplir, se ideologiza la doctrina. Así, se coincide con el resto de los sectores, para quienes lo que hace el peronismo nunca da la medida, nunca responde a lo que debe ser. Seducidos, y abandonados.

Para los que hablan de un camino perfecto, el movimiento irregular, mundano, discontinuo de nuestro gigante, suele tener sobras por un lado, faltantes por el otro. Durante mucho tiempo nos fatigaron con la idea de “las limitaciones del peronismo”. Esas limitaciones serían acciones borrosas a superar por la prístina labor de quienes sí saben cómo hay que hacer las cosas. La izquierda se lleva las palmas en semejantes observaciones, pero de un tiempo a esta parte el mismo comportamiento se percibe con energía en los super peronistas ideologizados.

Es más. Cuando se menoscaba la revolución en la Argentina puede percibirse el aroma del modelo de la Revolución Socialista. Y si no, no. Acá la revolución es Peronista y eso, en vez de situarnos por detrás de la verticalidad y la cerrazón, nos ubica delante. Esa es la Comunidad Organizada (1946 – 1955) y (2003 – 2015). Menciono los dos tramos porque el Proyecto Nacional no es un futuro perfecto por venir sino un presente mundano inexacto y en construcción continua. Y porque muchos militantes han vivido un período transformador y no se dieron cuenta pues los carteles indicadores de la revolución no eran los que esperaban.

Es más. También late en ese menoscabo la ilusión de la victoria definitiva. Pero no hay victorias definitivas. A tal punto que el promocionado triunfo del Norte sobre el Sur estadounidense fue quebrado por el capital financiero que reimpulsó la renta cuando se pensaba que ese país tenía un irremediable destino industrial. Y el muro ruso cayó, por obra de las mismas manos. Ambas grandes naciones, para su reconversión, tuvieron que abrevar, el lustro reciente, en el peronismo. La política exterior lanzada en 1953, con raigambre previa, fue desplegada durante la Década Ganada de modo pleno, hasta convertir esta nación en orientadora de la gran batalla internacional entre los dos modelos en pugna.

Esas son revoluciones, que tanto. Dos períodos en los cuales se señaló un sendero al mundo mientras se lo articulaba puertas adentro. Que las realizaciones fueran defectuosas no es más que la ratificación de su vivacidad. En todos los objetores late la desconfianza hacia el peronismo, aunque posen como super peronistas para detectar cada falencia con afán detectivesco. La boba desconfianza de una franja de la militancia kirchnerista hacia “el peronismo” le privó de la densidad histórica pertinente para avanzar con más confianza; es decir, con apertura y menos sectarismo. La tonta desconfianza super peronista hacia “el kirchnerismo” daña las perspectivas de unidad presente en el marco de un debate que podría ser fructífero.

Todo todo todo lo que se lee y se escucha a diario está destinado a hundir la industria argentina y desprestigiar a quienes la sostienen directa ¡o indirectamente! El esquema de poder financiero y sus escuetos aliados sabe que el freno a la primarización de nuestra economía es el peronismo con sus variantes, con su movimiento obrero y sus luchas sociales. En vez de percibir semejante realidad que nos cae encima con toda la violencia oligárquica, tantos compañeros se hacen los trascendentes y pretenden explicar desde una filosofía elitista que el peronismo no es así, que fulano es marxista, perengano liberal y mengano, corrupto. El peronismo pasaría a ser, entonces, un ideal lejano que se concretará algún día, cuando haya verdaderos peronistas.

¿Fundarán alguna variante del PPI (Partido Peronista Intransigente)? mientras los demás, corroídos por las luchas cotidianas, nos lanzamos a elaborar el presente, en medio de la maleza. A veces, desmalezando; otras, aprovechando la vegetación tupida para imponer las tres banderas a como dé lugar. Quien no desea moverse en las turbias selvas de la política, a la cual califica como politiquería electorera, no desea hacer política nacional popular. Prefiere una autopista lisa y bien señalizada, donde cada cual va por su carril. A la usanza jaunbejustista desdeña la “política criolla” y quiere las cosas “bien claras”; donde los buenos sean buenos y los malos, malos.

Lo difícil es admitir que Uno nunca sabe, como escribió el Negro. En ese marco de debate llama la atención una tendencia extrema a confundir doctrina con ideología, y a trasladar temporalmente frases sueltas del líder pronunciadas en circunstancias muy determinadas. Ahora bien, sin negar la honradez de los difusores cabe preguntarse ¿de dónde surge esta campaña que hace de la pureza y las trayectorias rectas preceptos antes desconocidos para nuestro movimiento? ¿Desde cuándo un peronista, en vez mirar hacia dentro para atisbar el propio andar, asienta su conducta en señalar con el dedo las falencias de los otros?

La versatilidad y la intransigencia, la dureza y el sentido de la oportunidad, la capacidad de lucha y de negociación han sido elementos básicos y no excluyentes en la configuración del quehacer nacional popular en la Argentina. De allí que en distintas etapas las caras visibles del movimiento puedan evidenciarse como recorrida de todo el espinel político con raíz peronista. Aún más curiosa que esa desmemoria reciente resulta la caracterización de las fórmulas que encabezarán el Frente de Todos en PASO y Octubre: la combinación de Alberto Fernández – Cristina Kirchner y de Axel Kicillof – Veronica Magario, es de las más peronistas presentadas históricamente desde la muerte del general Juan Domingo Perón al presente. Una recorrida por los nombres precedentes no vendría nada mal y cualquiera puede realizarlos en su propia cabeza, si refresca con franqueza.

Así las cosas, la liebre ha saltado desde un perfil inesperado. Los que reclamaban amplitud ahora, con la amplitud –y el enorme respaldo del movimiento obrero organizado- patalean por la amplitud. Algo huele mal entre los puros. Cuando un elemento vivo se mantiene en la misma posición por demasiado tiempo, sin la energía vital que brinda el mismo caminar, tiende a descomponerse y emite un aroma desagradable. El peronismo es todo lo contrario: siempre en acción, ofrece luz y transformación, ayuda al tránsito de sangre fresca por todo el cuerpo, está listo para afrontar las más variadas contingencias.

Las banderas cristalizadas, no flamean.

 

• Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica

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