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Por FERNANDO INFANTE LIMA *
1- La Argentina está a la deriva. Es un momento en que sostener la línea de flotación es la única prioridad, evitar el persistente fantasma de un naufragio, que por razones políticas fue repetida y falsamente anunciado, pero que aún está en el ojo de la tormenta.
2- La idea del gobierno es jugar a tres bandas: emitir señales de calma al mercado, asumir el ajuste pactado con el Fondo Monetario Internacional y adormecer los sentidos de los golpeados ciudadanos ante un nuevo aumentos de tarifas en los servicios básicos. Una tarea improbable de cumplir en el escenario de inestabilidad actual y cuyas consecuencias, en caso de no transitar con éxito esta gestión, trasciende el temor de tener pagar el costo político ante la opinión publica en un año electoral.
3- El único partido de la oposición con posibilidades de ganar y ser gobierno, se encerró en un laberinto de indecisiones, mezquindades y ambiciones, un laberinto que cae en la sospecha de ser una trampa perfecta, un laberinto sin salida.
4- El partido de gobierno es un hábil jugador a la hora de armar una estrategia electoral, es probablemente el único activo que le queda. La oposición ha pecado de inocencia en una cuerda extremadamente sensible. El humor social es cambiante y no ha sabido aprovechar el viento a favor.
5- Cambiemos tiene definidos a sus candidatos, impulsa el desdoblamiento en las elecciones y prepara una batería de operaciones en los medios. El riesgo de que la gestión desgaste a sus figuras, también está en la hoja de cálculos. El Partido Justicialista aun continúa partido en varios frentes y no ha sabido aportar una figura que contenga y canalice el descontento social. Hasta aquí no ha podido mostrarse como una opción confiable y sigue durmiendo el sueño de los justos.
6- El desafío es preparar un programa de contingencia teniendo en cuenta una red de acción social que reintegre el tejido dañado y al mismo tiempo pensar en afrontar vencimientos de deuda de hasta 100.000 millones de dólares en los próximos tres años. ¿Es posible?
7- El escenario de crisis que se avecina es de una densidad mayor a la cruda realidad que se vive hoy. La idea de un pacto social que involucre a todos los espacios políticos, siempre se ha trivializado, se ha manifestado como una expresión de deseo y en rigor siempre fue impulsado por figuras políticas que habían sido desplazadas y buscaban una nueva oportunidad en la centralidad de la escena. La perspectiva a futuro es de una gravedad extrema y es necesario encontrar un acuerdo en puntos básicos que defina un modelo de país. Un blindaje que garantice una dirección definitiva y que en las distintas sucesiones, el gobierno en ejercicio pueda expresar su sensibilidad sin alterar las pautas acordadas. Es inviable un país que inicia de cero su gestión después de uno o dos periodos de gobierno. Si lo consiguieron llevar adelante otros países de la región, tiene que ser posible en la Argentina.
8- El 2019 será un año de transición sin importar quien gane la próxima elección, lo que se define es para que lado caerá la balanza. Está en juego el movimiento que profundice el modelo de exclusión o la restauración de un sistema de gobierno que este abierto a albergar a todos las expresiones sociales.
9- Las cartas están sobre la mesa y es tiempo de tomar decisiones. El gobierno busca estirar su mandato y una venia del electorado para impulsar las reformas que dejarían a la sociedad argentina en un desequilibrio equitativo sin precedentes. El Partido Justicialista, teniendo en cuenta todas sus vertientes, tiene todavía la posibilidad de impulsar un candidato, un piloto de tormenta, un líder cuya imagen contagie seguridad y confianza.
10- La indecisión en política es equiparable al pecado de omisión, en medio de esas deudas hay un pueblo que no quiere caer en el olvido.
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