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miércoles , abril 24 2024
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MARK KNOPFLER / Donde el camino nos lleve todavía

Por GUSTAVO RAMÍREZ *

I

¿Cuál es punto preciso del tiempo justo?

Es el comienzo del verano. La crisis se profundiza. El futuro está aquí. En las calles todo es demasiado solemne y trágico. El reflejo de las horas muestra la pesadilla de un tiempo que no es el tiempo y la cárcel de la miseria embriaga de ideología la mente de la corrección político.

El perfume del verano huele a mierda.

Son días donde las cosas se han puesto de cabeza. Así que más vale destapar una cerveza, sentarse a la sombra de la mansa tarde, cerrar los ojos y dejar pasar el viento viciado de ideología. Llamarse a silencio por instante y oír.

Ya no importa si hay mensaje en la música. No interesa. Se trata de recuperar el goce. Palabra que por estas horas parece estar vedada. No es el fin. Así que siempre hay algo que nos mueve. Entonces lo descubrís y te quedás un tanto más tranquilo. Los idiotas se cuentan de a cientos en la pantalla de televisión, en los diarios, en las radios. Uno apura el trago para que la cerveza no se caliente. Se le ocurre pensar en el lenguaje, pero ya no hay tiempo. No interesa. Cierra la puerta de calle y se entrega.

 

II

Down the road wherever es un disco simple y hermoso. Caigo. Esa palabra ha sido eliminada de nuestro vocabulario de sensibilidad. Mark Knopfler me la ha traído de regreso. Y allí estamos: Flotamos por encima de chalecos amarillos o damas esquizofrénicas. Por un instante el tiempo vuelve a ser nuestros. Mío.

¿Por dónde nos lleva el camino? No importa demasiado. El escosés nos ha traído música de nuevo. Un alivio que clama el ardor de las quemaduras. El viaje que nos propone el ex Dire Straits no tiene límites. Así que podemos estar bajo la sombra de viejos árboles o en las costas de Irlanda o en medio de un bar lleno de humo de cigarrillos baratos y olor a whisky esperando por Chet Baker. No es el pasado, tampoco el futuro. Es el presente.

Es posible que muchos esperaran un nuevo disco más nostálgico y con mucho menos vigor. Pero a esta altura del tiempo, músicos como Knopfler, dan cuenta que les importa un carajo lo que quiere el gran público. Simplemente se trata del goce, del placer de hacer música. Se mostrarnos que aun estamos en camino y que seguimos con la copa en la mano con toda la sensibilidad a cuestas.

Down the road wherever es un disco maduro, inmerso en climax dispares pero contundentes. No es un compendio de estados de ánimo, es un círculo de sonidos conocidos donde la música brota en cada acorde sin la compulsión del ruido cotidiano. Como en viejos tiempos el extraordinario guitarrista no invita a montarnos en el camino para experimentar un viaje musical singular por diversos géneros.

¿Vas a caer?

Antes que nada, el nuevo disco de Mark Knopfler es una pieza musical única para estas eras de velocidad hiper cifrada y premisas psico-tecnológicas. 16 tracks disímiles que componen una estructura compacta y sólida a lo largo de la obra. Es disco fresco y cálido a la vez, de sutil encanto que emite un esplendor del cual el rock adolece. El fraseo del viejo hombre recuerda el tranco ronco del entrañable Jhonny Cash. Esa voz subida al tono melancólico de las melodías conforma un coctel embriagador.

¿Dónde estamos?

 

III

¿En qué círculo del Infierno habría ubicado Dante al rock? No a este rock eternamente adolescente que tanto pega en Argentina y que además es asquerosamente solemne. Sino al viejo y olvidado rock que nos conmovió hasta las lágrimas disco a disco.

Falta poco. El tiempo es implacable. Muchos de los que aun están en el camino se irán. ¿Será soportable el vacío? Si, boludo. Todo se adapta y se vuelve a adaptar y se vuelve a adaptar y se adapta, una y otra vez, de manera circular e infinita. Pero es así, tenemos que morir.

Es cierto. Hay menos tiempo. Pero discos como Down the road wherever nos hacen, al menos por un puto instante (señor edito ¿se puede escribir puto en un texto periodístico?), sentir que el paso de ese tiempo no es en vano. Hacía rato que no disfrutaba de la tarde citadina de cara al sol, con un vaso con cerveza en la mano y buen disco besándome las entrañas.

La buena música trae buenos recuerdos. No hay manera de evitar envejecer. Músicos como Knopfler hacen esa distinción y nos advierten de que siempre se puede ir a un plano distinto. Universos que solemos olvidar precípitemente.

 

  • AGN Prensa Sindical / La Señal Medios

 

 

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