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Por GABRIEL FERNÁNDEZ *
El Plenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas evidenció, para quien desee observar, la persistencia del despliegue mundial multilateral, los pataleos de los representantes de un capital financiero con poder acotado, la resolución pacífica de conflictos entre los protagonistas de la nueva era y –en mirada local- que el problema lo tiene la Argentina, a contramano del rumbo descripto.
Las potencias asentadas en varios años de crecimiento productivo con orientación estatal se mostraron lozanas y serenas a la hora de efectuar sus planteos. El contraste entre los Estados Unidos y China, agitado por los medios concentrados hasta el borde de anunciar una conflagración inminente, quedó licuado; las distensiones en el Mar de China Meridional y en la región de las dos Coreas, se han desarrollado –deuda pública mediante- sin altibajos.
El presidente norteamericano volvió a jugar con su verba y, mientras hace esfuerzos por rearmar su estructura industrial y asimilarse a la Multilateralidad, lanzó dardos en varias direcciones y terminó admitiendo que podría dialogar con el mandatario venezolano Nicolás Maduro. En la zona, el riesgo se llama OTAN: la cháchara de Emmanuel Macron denota la desesperación belicista de lo poco que queda del eje atlantista tras los corcoveos de varios miembros. En verdad el riesgo para Venezuela radica en Colombia, nuevo miembro observador del conglomerado europeo, que lo integró pues no confía en el “belicismo” trumpiano.
Como detalle, en el colmo del descrédito periodístico, el autodenominado diario global El País de la España arrodillada presenta al presidente francés como “adalid del nuevo multilateralismo” cuando encarna exactamente lo contrario. En la misma dirección Clarín, de la Argentina arrodillada, nos brinda una pauta de la solidez euroasiática al titular: “Trump ya tiene su contrapeso en la arena mundial: Macron”. Si ese es el contrapeso, el Papa Francisco está venciendo.
(Sin ofender a las cercanías –con la verdad… decía Artigas- señalemos que las acusaciones por acoso sexual estuvieron a la orden del día, con gran perfil y mejor puntería: una para el flamante titular del Ejecutivo mexicano Andrés Manuel López Obrador, y otra para el candidato de Trump al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Brett Kavanaugh. Ya sabemos lo que esas oportunas denunciantes piensan de Vladimir Putin, así que ahora, todos los escandalizados por el machismo multilateral pretenden anular el curso internacional con la sencillez con que levantaron la exitosa serie “populista” House of Cards)
En cuanto al acuerdo con el FMI de los representantes de operatorias privadas que fingen ser funcionarios argentinos, cabe indicar: no hubo 20 mil millones adicionales como se anunció, pero tampoco siete mil, como volantean por estas horas las vergüenzas comunicacionales sureñas. La cifra que sea está condicionada al crecimiento cero de nuestra masa monetaria y de la inversión estatal, es decir, a la inexistencia de la economía argentina. Si se lee con detenimiento la clave del pacto, puede colegirse que la Argentina sólo recibirá dinero, si desaparece.
El mundo sigue andando, como ha señalado oportunamente Alfredo Le Pera. Quien ha resuelto cerrar sus ojos y dejarlo pasar (en un gran momento) es nuestro país.
BCRA / PASADO Y FUTURO. Dejemos por un momento el antes y el después en la historia del Banco Central de la República Argentina y situémonos en el período que puede resultar interesante a la hora de diseñar políticas futuras. Aunque suene optimista, pensar lo que viene también implica insuflar poder a las batallas presentes. Y si bien los tramos locales e internacionales resultan diferentes, hay acciones económicas concretas que vale considerar como ejemplos a tomar en cuenta.
La difusión de una breve historia de la institución realizada por Mario Rapoport, quien ha sabido hacerse un lugar entre los liberales sin perder tonalidad nacional –seguramente mostrando un perfil más bajo que su potencial- nos permite leer y reflexionar. Gracias Alicia Ester por el envío, del cual nos permitimos extraer los dos párrafos que interesan a la hora de pensar en diseños hacia un porvenir distinto.
Nos cuenta el historiador y economista que “Bajo la influencia del recién electo presidente Perón, en marzo de 1946 un decreto del general Farrell estatizó el Banco Central, cesando la participación de capitales privados y extranjeros. Esta reforma también dispuso centralizar los depósitos, que ahora los bancos captarían por cuenta y orden del BCRA, quien asignaba el crédito a los diversos sectores de actividad, de acuerdo con las prioridades estipuladas en los planes quinquenales. Además de instrumento anticíclico, el Banco Central pasó a cumplir un rol de fomento y orientación del desarrollo económico”.
De tal modo “Quedaron bajo su égida todos los bancos oficiales nacionales, el organismo de comercio exterior IAPI, las juntas reguladoras de la producción de granos, carnes y vinos, entre otras, así como también el control de cambios”. ¿Cuál era el objetivo? “Las políticas monetaria, fiscal y sectorial comenzaron a coordinarse, con el propósito de estimular crecimiento económico”.
¿Cuáles, entonces, fueron los resultados? “La reforma constitucional de 1949 puso al Banco Central bajo el control del Ministerio de Finanzas, sellando dicha coordinación. En las dos décadas siguientes, Argentina continuó el predominio del proceso de industrialización, que funcionaba en el paradigma del orden económico mundial de posguerra muy diferente al de la etapa agroexportadora”.
Al observar el decurso de los acontecimientos, es necesario admitir la trascendencia en el control de este organismo, así como la diferencia abrupta que se registra si el mismo tiene una orientación u otra. Aunque la discusión es mucho más extensa, sólo comparando lo alcanzado en el decenio mencionado con este presente, se resuelven muchos de los interrogantes sobre qué hacer con las finanzas en nuestro país.
* Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica
