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martes , marzo 19 2024
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OTAN / Apuntes sobre Bruselas, desafíos para el Sur

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

La mención efectuada por Donald Trump sobre una Alemania relacionada con Rusia hizo vibrar una cuerda que despliega su latido en el corazón de la humanidad. Si el desplazamiento de los fragmentos de Pangea hubiera sido más potente en esa zona del planeta, quizás un tremendo oceáno contribuiría con su misterio a disipar esos temores para incorporar otros; pero las cosas quedaron así. A tiro de piedra (a balazo de Kalashnikov, digamos).

La visita a Bruselas, el encuentro en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (una entidad llamada NATO por el diario La Nación en la Argentina) resultó una nueva muestra del talento feroz del presidente norteamericano para jugar con fuego y utilizar su natural y molesto decir vaquero para mostrar cartas que en su anverso representan exactamente lo contrario.

El globalismo existe en la ligazón etérea del mundo financiero; el internacionalismo en el anhelo de pueblos batalladores; los Estados Nación en quienes se afirman como pueden con herramientas trascendentes que advienen vetustas. Los grandes bloques continentales se despliegan potentes al enlazar esa zona del presente que acelera para zarpar hacia el futuro. Esto lo decimos desde La Señal Medios. Y nos sirve para definir nuestro lineamiento.

Trump ganó tiempo. Luego diremos cómo; ahora nos preguntamos para qué: con el objetivo explícito de transitar esta dura época en la cual su país desciende una categoría después de haber jugado (sólo) en la Liga Mayor. La lucha del exaltado para ubicar a los Estados Unidos dentro de un perímetro de influencia manejable según su verdadero potencial es encomiable. Debe contentar a un poder interno al cual intenta desplazar, pero también a una opinión pública engañada acerca de las posibilidades reales del país que habita.

Entonces, vamos al cómo: llegó gritando que los otros miembros de la OTAN debían incrementar sus gastos en Defensa para fundamentar la disminución de los aportes norteamericanos en el rubro. Exactamente lo contrario de lo requerido por el complejo militar industrial ya fagocitado por los espacios financieros. Y mientras los curiosos intérpretes mediáticos –de izquierda a derecha, de este a oeste, de norte a sur- cuestionaban el “belicismo” trumpista implícito en la idea, el marido de Melania licuaba parcialmente el poderío castrense atlantista y corría a su país de planes invasivos.

Vamos a pensar (también) en base a las acciones de factores colaterales. Por eso se arrimó Colombia a la OTAN. Las grandes finanzas que controlan armas y narcotráfico no pueden confiar en que los Estados Unidos impulsen a ese gran país latinoamericano hacia acciones violentistas que damnifiquen la experiencia venezolana y operen como amenaza persistente contra el resto. Necesitaban contenerla estructuralmente en la coalición bélica por antonomasia, que sí está resuelta a interferir con la paz en Medio Oriente, en varios puntos asiáticos, en Africa… y en nuestra región. Colombia va a la OTAN porque la OTAN no confía en Trump. Israel observa la experiencia.

En una dirección semejante, el presidente norteamericano, cerca de su encuentro con el líder ruso Vladimir Putin, “acusa” a Alemania por su relación estructural con Rusia. En realidad desvela su deseo y ayuda a Angela Merkel al soñado despegue –por tercera vez en cien años- del país que conceptuó Hegel, de Europa. Se cubre ante propios y ajenos: qué tanto hablar de mi relación con Putin si por acá nomás están en tratativas bien profundas; el problema lo tienen ustedes y quieren que sigamos sosteniendo países que remiten a otros poderes.

Ayuda a entender lo que sucede la lectura de este párrafo sin desperdicio planteado por El País, que desde España se postula como un “periódico global”, sobre el encuentro atlántico: “Porque Trump no sólo desvirtúa los códigos básicos, mezclando asuntos de rencillas comerciales con un asunto vital como la seguridad, en un chantaje sin precedentes. También, a esa Europa a quien se le pide (con razón) mayor responsabilidad, se le exige el disparate de aumentar a un 4% del PIB el gasto en defensa, de paso comprando americano. Y el enemigo que podría justificarlo todo, la Rusia de Putin, no sabe si es tal, dependiendo del día y la hora”. Brillante en el equívoco intencionado, al punto de objetar el porcentual sin dejar de justificar el belicismo.

Como si esto fuera poco, a lo largo de la cumbre  -a decir verdad, todo el tiempo- sobrevoló el progresivo alejamiento de Gran Bretaña. Cada vez más temerosos de la debacle europea, los ingleses buscan acuerdos para la nueva era considerando su volumen real, su lugar como plaza financiera, su aprovisionamiento de materias primas esenciales y valorando en gran medida su posesión en el Atlántico Sur, puerta hacia otro mundo. Allí es donde la vieja dupla se renueva. La premier Theresa May fue explícita: «No hay una alianza más fuerte que la de nuestra relación especial con los Estados Unidos Y no habrá una más importante en los próximos años», afirmó en un comunicado.

De tal modo, la proyección no es sencilla para América latina en general y América del Sud en particular. Es ostensible que dentro del intento norteamericano por desmembrar la Europa financiera, late la pretensión de sostener pactos de fondo con el Reino Unido. Ante esta táctica, es bueno recordar que se respeta lo que se fortalece: nuestros países sólo podrán afrontar el nuevo ordenamiento si retoman con energía Mercosur y Unasur con gobiernos ensamblados mediante estados que promuevan el cuidado de sus bienes naturales, el desarrollo científico técnico y la inversión productiva. El actual archipiélago de gestiones saqueadoras y rentísticas abre las puertas a que cualquiera de los poderes internacionales avance con decisión sobre las tentadoras riquezas sureñas.

En ese sentido, la mirada que ofrecemos sobre la realidad norteamericana no encuentra escollos, pues mientras afirma su búsqueda autocentrada de reconversión industrial, sólo tiene que respaldar la presencia británica en nuestras islas; y ante las demandas de los propios gobiernos de la zona, habilitar empresarios y militares norteños para que vayan ocupando sin esfuerzo regiones que deberían pertenecernos. Como hemos visto, resulta más razonable para este Norte negociar respetuosamente con un México que respalda a Andrés Manuel López Obrador que con una Argentina que tiene a Mauricio Macri al frente de esta gran nación que se extiende hacia la Antártida.

Se viene, en Helsinki, el encuentro entre Putin y Trump. Lo observaremos con detenimiento y lo analizaremos, con la mayor precisión posible, junto a los lectores.

 

  • Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.

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