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martes , marzo 19 2024
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TIRONEOS

 Por HORACIO VERBITSKY *

El choque de intereses entre grupos de poder puede derivar en una crisis política

 

Durante su mensaje en la feria Expoagro, que organizan los diarios La Nación y Clarín, el presidente Maurizio Macrì reiteró su propósito de convertir a la Argentina de granero en supermercado del mundo. Pero con la caída del consumo y el simultáneo aumento de la importación, esa es una consigna hueca desmentida por los hechos. Quien lo puntualizó fue el ex ministro de Devaluación y Pesificación Asimétrica José de Mendiguren. “El mundo nos está llenando las góndolas a nosotros”, replicó sin remilgos.

La empresa que organiza la feria Expoagro es Exponenciar, cuyos accionistas son los dos grandes diarios. El municipio de San Nicolás les regaló el usufructo de esas 150 hectáreas expropiadas en el kilómetro 225 de la Ruta Nacional 9. Además se hizo cargo del movimiento de suelo, tendido de un doble alambrado olímpico, hormigonado de tres hectáreas, construcción de baños, cableado subterráneo, tendido de agua con perforaciones y bombas, más 4000 metros del predio asfaltados. La decisión la tomó el intendente justicialista Ismael Passaglia, quien luego se pasó al PRO e integra el gabinete de María Eugenia Vidal, mientras su hijo homónimo fue designado director de Provincia Bursátil y el municipio quedó a cargo de su otro hijo, Manuel Passaglia, concejal del FpV. La renovación peronista que alienta el gobierno no consiste en arrojar viejos por la ventana sino en promoverlos al nivel superior una vez mimetizados. “El peronismo nos acercó a Vidal”, dijo Baby Passaglia. Este es el espécimen más joven de la fauna política provincial al frente de una intendencia. Su acercamiento al gobierno provincial es un proyecto en escala nacional y con perspectiva de futuro.

Mendiguren no habla por boca propia; es el altoparlante de los grupos económicos locales que paradójicamente conduce la trasnacional italiana Techint, cuyo CEO, Paolo Rocca, se reunió dos veces en una semana con el jefe del gabinete de ministros Marcos Peña Braun, para intentar que el choque de intereses no derive en una crisis política.

 

Paolo Rocca y Macri: la necesidad de no soltar del todo la mano.

 

Ese sector, del que también forman parte Arcor y el Grupo Clarín y que toma las decisiones en la Unión Industrial, se alineó con el bando devaluacionista en la pugna con los dolarizadores durante la crisis de fin de siglo, y con el Frente Renovador de Sergio Massa en 2015 y 2017. La evaporación de esa alternativa lleva a los grupos económicos a expresarse en forma directa. La facilidad discursiva con que Macrì llama mafioso a cualquiera que no se pliegue a los deseos del Ingeniero Jefe de la Nueva Revolución Argentina (según la desopilante parodia de Carlos Barragán en el noticiario La Argentina es así) y la detención por unas horas del ex presidente de la UIA Juan Carlos Lascurain hicieron temer a los sindicalistas patronales que el gobierno pudiera reservarles el mismo trato que a los sindicalistas obreros. Pregonar y punir la venalidad ajena es una original manera de afirmar la presunta virtud propia. Al ladrón, al ladrón es un grito muy pragmático en medio de una multitud dispuesta a linchar a alguien, y el Hit del Verano aceleraría las pulsaciones de cualquiera a quien fuera dedicado.

 

Cerrar filas

Ya en agosto de 2010 el hombre de Clarín Héctor Magnetto recibió en su departamento de Alvear y Cerrito a Macrì y a la plana mayor del Peornismo Opositor, de cuyas figuras hoy sólo subsiste Felipe Solá. También se sentaron a la mesa los principales periodistas de Clarín que, sin embargo, no informaron sobre el encuentro. Sí lo hizo su socio La Nación: se trató de acercar posiciones para conformar la alianza electoral antikirchnerista que interesaba al anfitrión. Al mes siguiente, Magnetto reveló la razón de su urgencia en una inusual entrevista al Financial Times. Dijo que la administración de Cristina Kirchner “está entrando en una fase confiscatoria”. Si esto fuera cierto valdría todo para impedirlo.

Pero en 2011 Macrì se dejó convencer por su coach personal Jaime Durán Barba de que sólo podía aspirar a la reelección como alcalde porteño, y en 2015 que se desdibujaría si acordara con Sergio Massa y un sector del peronismo. Pero también había escépticos entre los renovadores. El ex ministro de Economía Roberto Lavagna, por ejemplo, dijo que “con Macrì se puede ganar una elección pero después no se puede gobernar, eso no le sirve al país”. Gran premonición.

Por más diferencias que tuvieran, las distintas fracciones de capital coincidían entonces y siguen de acuerdo hoy en la exclusión del kirchnerismo cuando se discute de política, y en el achicamiento de la participación de los trabajadores en el Producto Interno Bruto si se habla de efectividades conducentes. Ése es su punto de unidad, que cada vez resulta menos eficaz para disimular sus intereses contradictorios. Ahora, igual que entre 1976 y 2002, el patrón de acumulación de capital se inscribe dentro de la valorización financiera, como analiza en otro artículo de esta edición* Ricardo Aronskind. Pero entonces el control del Estado estaba en manos de los grupos económicos locales y no del capital financiero internacional, las empresas multinacionales de hidrocarburos y energía y el sector agropecuario, como bajo la gestión de Cambiemos.

Los lenguaraces del oficialismo utilizaron los tironeos con la Unión Industrial para refutar que el de Macrì sea el gobierno de los ricos. Esta es una confusión intencionada porque la ruptura entre ambas fracciones del capital (que dio lugar a la irrupción de los gobiernos nacionales y populares, con sus propias peculiaridades y etapas, que permanecieron hasta 2015) fue profunda y no se pudo superar, ni siquiera en las postrimerías del gobierno del FpV, como lo muestra la subsistencia de las dos expresiones políticas dentro de los sectores dominantes: la alianza entre el PRO y los radicales (Cambiemos) que expresa los intereses del capital financiero internacional y el Frente Renovador que hace lo propio respecto a los grupos económicos locales.

 

La voz del Tío

Además de insistir con la idea del supermercado, Macrì dijo en Expoagro que los propietarios rurales sí cumplieron, en otra indirecta a los grupos económicos de la UIA. Anunció la prórroga de todos los vencimientos de los créditos (lo cual permitirá aumentar su monto) y la eliminación de controles, que equiparó con “la pata encima”: el registro fiscal de operaciones de granos, el de tierras rurales, el de usuarios de semillas. “De siete declaraciones juradas que tienen que presentar ahora quedará solo una, y vamos a seguir anulando todos los trámites que genera el Estado. Somos un equipo. Valoramos los cientos de miles de puestos de trabajo que genera el campo y puede generar muchos más. Ustedes respondieron con las dos cosechas más importantes de la historia, todo lo que ganan lo reinvierten”. Macrì habló con la voz de su familia materna.

Con 26.381 hectáreas en la provincia de Buenos Aires, el Grupo Agropecuario Blanco Villegas integra la cúpula de los mayores propietarios del país. Sus accionistas son la madre y un hermano del presidente Macrì (Alicia Blanco Villegas y Gianfranco Macrì); sus tíos Lía Esther y Jorge Alberto Blanco Villegas, la esposa de Jorge, Argentina Cinque, y Julio H. D’Hers, propietarios de las sociedades Cabalgando, Quequén Grande, Agropecuaria San Juan de Deane, Las Tijeretas, Los Aperos, El Tinglado, El Jilguero, El Patacón, La Cebadilla, La Reserva y cuatro condominios. Jorge Alberto fue presidente de la Unión Industrial, por su armaduría de kits importados, instalada en el paraíso subsidiado de Tierra del Fuego. También fue concesionario de FIAT cuando los Macrì dirigieron su operación y presidió el Banco Comercial. Difícil encontrar mejor paradigma de la oligarquía diversificada que describe en sus trabajos teóricos Eduardo Basualdo.

La idea de que los patrones rurales reinvierten todo lo que ganan y que son grandes generadores de empleo es el chiste con que todo orador convencional hace más ameno su mensaje. La Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados sobre Fuga de Divisas durante el año 2001 publicó un informe con la lista de quienes desfondaron aquel año la economía argentina, entre ellos Franco Macrì y Jorge Blanco Villegas, quienes junto con el actual presidente formaban la cúpula de SOCMA, que quiere decir Sociedades Macrì. Lejos de reinvertir, fugan y son expertos en guaridas fiscales. Durante su discurso de 2016 ante la Sociedad Rural, el presidente hizo un gran aporte a la lingüística: descubrió que gauchada deriva de gaucho. Para calcular la dimensión de la gauchada, los investigadores del CEPA establecieron el costo de las retenciones abolidas sobre el monto de las exportaciones realizadas. Sólo el 1% de las exportaciones estaba exento del pago de derechos mientras desde entonces no paga derechos el 65% de los dólares exportados. En 2016 el gobierno debería haber recaudado por retenciones 9.561 millones de dólares, pero sólo ingresaron 4.869 millones. CEPA agrega que el sector agropecuario se apoderó del 69% de ese beneficio, una tajada que en 2016 ascendió a 48.000 millones de pesos. Pese a ello, su producción y sus exportaciones se contrajeron en 2016 y crecieron mucho menos que la inflación y que las importaciones desde entonces. Tomando las exportaciones de 2017 y aplicándoles la alícuota de 2018 para la soja, con una reducción del 0,5%, CEPA estima que si los volúmenes exportados fueran los mismos este año, la disminución de retenciones a la exportación de soja implicaría una transferencia a favor de los exportadores de 395 millones de dólares sólo por la soja, equivalentes a 8.144 millones de pesos al tipo de cambio de esta semana. En un contexto donde imperó el ajuste a los jubilados para resolver un problema de déficit fiscal y una presión fortísima para que los trabajadores negocien paritarias a la baja, ese dinero no sólo se detrae del resto de la sociedad, sino que además contribuye al alto precio de los alimentos, que merma el poder adquisitivo del salario.

  • El cohete a la luna / LSM

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