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CARRILLO / Habráse visto

Por CARLOS BALMACEDA *

 

Ramón Carrillo, que en otro país y tal vez en otro mundo debió ser como mínimo Premio Nobel de Medicina, proyectó el Hospital Posadas.

Lo hizo respaldado por la Fundación Eva Perón.

Si los Gloster Meteor jamás hubiesen despegado en junio del ´55, es posible que Carrillo no hubiera muerto en medio de la selva brasileña, y el Posadas se hubiese convertido en un centro de salud único en el mundo.

Pero los Gloster dispararon, Perón se fue, morimos unos cuantos y nos hicieron callar a todos.

Y el Posadas anduvo a contramano del país en el que había proyectado ser.

Gigante en medio de enanos al que lo destratan como a un grandulón sonso e inútil, sufrió sobre sus 72.000 metros cuadrados de cemento, el destino que otros gigantes de carne y hueso, padecieron con la caída del peronismo, por caso, Hugo Del Carril, director de cine excepcional, cantor portentoso, actor, hombre íntegro y decente, que cualquier potencia emergente podría haber reclamado como símbolo de su cultura, menos aquí, claro, donde lo que se necesita es la chatura que simula excelencia, el enano subido a un banquito que mueve el dedo y se cree alto como Ginobili. Ayer, con la Fusiladora, fue un Sebrelli más o menos agudo y joven; hoy, este Sebrelli, caricatura decrépita, más un Andahazi, dando la medida de mediocridad que necesita esta colonia a la que quieren ofrendar a imperios esquivos.

Cuestión que el Posadas anduvo desde el ´58 molestando a la «Revolución Libertadora» con sus bríos de patria libre, con su apuesta al futuro, con su pecado original: un hospital de alto nivel para el pueblo.

Habráse visto.

Recién en el ´70 se le añaden 360 camas y empieza a atender gente, y entonces, como las olas de la historia no se aquietan por aquí, los tiempos nuevos se encarnarán en la mole, no sin la reticencia de los poderes fácticos, claro.

Por ejemplo, el lunes 3 de Julio de 1972, Clarín publicaba una nota titulada «Un lujo demasiado grande» y trataba al hospital de «monstruo», anticipando los «se acostumbraron a que podían tener satélites» que publicaría 45 años después.

A partir de 1973, el Posadas se pone a tono con la épica y la generosidad de la época. El proyecto que lo inspira tiene «como premisa básica la participación democrática de los trabajadores y de la comunidad aledaña, con asambleas conjuntas para definir el funcionamiento diario de la institución y elaborar políticas sanitarias en base a las necesidades de los barrios aledaños» tal como nos lo cuenta el informe elaborado en años recientes por la Secretaría de Derechos Humanos.

Ese proyecto debía ser descabezado. Había que sacar esa mala hierba. Y eso pasó desde el mismo 24 de marzo de 1976. Entre el 28 y el 31 de ese mes, más de 50 trabajadores son detenidos ilegalmente con la ocupación militar del centro de salud.

Se dijo que allí había postas sanitarias para atender «elementos subversivos» (casualmente, la denominación que usa la policía cuando allana las casas de los detenidos en manifestaciones por estos días), y al personal se lo clasificó para controlar su salida, entrada y detención en “activista de izquierda”, “dirigente sindical”, “elemento perturbador”, “comunista”, “elemento subversivo”, “afiliado al Partido Comunista”, “reclutador de elementos de izquierda”, “activista virulento”, “activista ideológico”.

Luego, el ejército «oficial» dejará paso a grupos parapoliciales, que se harán cargo de la represión y control en forma absoluta.
El llamado «Grupo Swat» es el encargado de estos menesteres. Durante un año, el «chalet» que fue vivienda del director y lugar de encuentro y comunicación distendida del personal, se convertirá en centro clandestino de detención. El propio director será detenido y torturado en la Superintendencia de Seguridad Federal.

La Fuerza Aérea desplazará a estos elementos por presión de los propios familiares de desaparecidos y personal del hospital. El signo del horror ya había sido impreso en el lugar. El trabajo sucio, como diría Prat Gay, ya había sido hecho.
Desde entonces, se cuenta entre el personal del hospital con una decena de desaparecidos, así como de vecinos de las zonas aledañas.

Recién en el año 2011 se podrá enjuiciar a quienes cometieron estos delitos de lesa humanidad, entre ellos, a Reynaldo Bignone y a los represores Luis Muiña y Argentino Ríos.

Muiña, por si no lo recuerdan, fue el que estuvo fugazmente en prisión domiciliaria con la avanzada del 2 x 1.

Cambiemos se hace cargo del hospital con plena conciencia de su historia, por eso designa a Bertoldi Hepburn, un tipo puesto a dedo por Majdalani -numero 2 de la AFI-, como director.

Por eso mismo, será denunciado por la senadora Macha por sospecha de realizar espionaje contra militantes políticos y sociales en el Hospital Posadas.

Bertoldi fue aportante de Cambiemos y aconseja «cerrar la legislatura, tomar las calles y linchar delincuentes» tal como oportunamente señaló el blog El Disenso.

La Gendarmería tiene allí un destacamento, y entre el personal jerárquico nos podemos encontrar con personas como Gabriela Symms del Partido Popular de la Reconstrucción, una organización fundada por Breide Obeid, activo carapintada en los alzamientos de los ochenta.

Como se ve, el nazismo se ha incorporado con mejores modales a la estructura del partido de gobierno.

Con incomodidad, pero no sin cierta astucia las autoridades hacen sus actos por la memoria, y hasta son capaces de convocar obras de Teatro X la identidad que ¡ay la ingenuidad de algunos de nuestros artistas! concurren a exhibirlas sin saber que gran parte de su público está compuesto por servicios de inteligencia.

Como una ironía de estos tiempos, hace un mes se encontraron enterrados en el mismo hospital, los restos del doctor Jorge Roitman, torturado y empalado en «El Chalet».

Los sonsos que dicen que en estos últimos 70 años, el país no avanzó por culpa del peronismo, deberían repasar la historia del Posadas, sus proyecciones de grandeza para el país que debía ser, sus utopias revolucionarias para el que lo intentó en medio del fuego y todos los horrores dispuestos que no son más que impedimentos para trabar la historia: el «lujo demasiado grande», los grupos de tareas, el vaciamiento de la salud pública.

Hoy echaron a 120 trabajadores, entre ellos la única especialista en cáncer.

El Posadas sigue siendo el carozo de la nación, el fractal de la patria, un espejo que adelanta.

 

* Humorista sociólogo y dramaturgo, como tal escribió la pieza «Ningún cielo más querido» / La Señal Medios.

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