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jueves , marzo 28 2024
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MACRISMO / Un Tranvía Llamado Deseo

Por GUSTAVO RAMÍREZ *

I

Víctor Frankenstein creó un monstruo para exponer al mundo su propia encarnadura social y replicar en él las patologías que emanaban del corpus ciudadano. De alguna manera el Moderno Prometeo representó la ideología de su creador y a la vez su propia contraposición discursiva.

Si el Monstruo es la voluntad de la muerte para el conjunto social se debe al impulso de su propio creador que lo presentó como aberración de la vida, aun cuando sintiera cierta empatía por su desviación científica.

Macri logró instalar, a través de una fuerte campaña política, judicial y mediática que la encarnadura de su Monstruo es el peronismo. La salvedad está dada en que el Ingeniero no fue su creador. Sólo adoptó una versión narrativa de lo que considera una aberración política, económica y social.

Entre sus acólitos ideológicos la imagen del Monstruo se apartó de Prometeo y se inclinó sobre la espalda de un Quasimodo posmoderno. La trama argumentativa que enfrenta al Otro social, en el imaginario de Cambiemos, es la abultada significación de un mal diabólico que debe ser barrido de la historia para bien de la humanidad.

Macri no es Víctor Frankenstein. En todo caso el papel del científico desquiciado lo pueden representar los medios que en su voracidad anti-peronista han creado una imagen aberrante del Peronismo en su variable cristinista. La ecuación sobre la deformidad del Monstruo, según la intimidad de Cambiemos, reditúa en votos. Cuantos más aberrante resulta ese Monstruo en la trama moral y narrativa, es decir en la ficción del realismo capitalista, más pura y redituable se asoma la figura del Presidente.

Un optimismo desmedido, por cierto. Sobre todo porque como en el texto de Mary Shelley, los sectores populares terminaron por sentir empatía con el Monstruo. Macri recreó un Frankenstein en el cristinismo para objetivar a su enemigo. Ese enemigo es lo que encarna el peronismo, sus trabajadores, los sectores populares.

II

Los diagnósticos de Cambiemos se parecen más a expresiones de deseo que a lecturas políticas efectivas. Es como decir que de alguna manera se terminan por creer sus propias mentiras. En ese contexto parecen mantener el ánimo elevado por los resultados de una elección que como las PASO no son definitivas y donde los resultados no le fueron del todo favorables.

No obstante, desde los organismos financieros que promueven el ajuste, la expectativa es alta. De la misma manera que lo eran durante el 2001 y ya sabemos cómo se llegó al final del juego. Así en la disertación que brindaron funcionarios del gobierno y agentes financieros en el Council of the Americas, sujetos como Alejandro Werne, director del Fondo Monetario Internacional, precisó que “desde el FMI ven el impacto que las reformas tributarias en Argentina están teniendo en el fomento de la inversión y la rentabilidad”.

Con ese margen  y con la lectura infantil de los resultados electorales desde el Gobierno pretenden pisar el acelerador y avanzar con la “Agenda Pendiente”. Cuál es el contenido de dicha agenda: Reforma fiscal, reforma laboral, reformar previsional y reforma en la Coparticipación Federal.

Desde Gobierno decodifican el signo de las PASO como un desplazamiento favorable hacia su redil político. Macri indicó a su círculo íntimo, Vidal, Caputo y a su jefe de Gabinete que se comience cuanto antes con la segunda fase del plan. La primera, según aseguran desde el Gobierno, fue la de ordenamiento, ahora viene la parte más profunda de cambios estructurales. Anhelos del niño bien cuando apenas era un empresario que dependía de las decisiones paternas.

En Cambiemos creen que las PASO y la exigua producción de “brotes verdes” son señales unívocas de que hasta el momento han hecho las cosas bien. En ese mapeo de lectura simplista aspiran a sacar 10 puntos de ventaja sobre el kirchnerismo a nivel nacional y 15 puntos sobre el peronismo en general. Dejan fuera de circulación a Massa y a Randazzo. Esa línea residual de interpretación política y económica es la que se reproduce en los editoriales amigos y sobre-protectores.

Ese enjambre de apreciaciones incluye la torpe visión que observa a una CGT en ruptura. Voceros de la Casa Rosada aseguran que Macri rompió lanzas sólo con el moyanismo y que aun pretende poder arrastrar a varios gremios a su mesa. Sin embargo avanza contra los sindicatos y sus obras sociales como respuesta represiva a la marcha del 22 de agosto. Una marcha que dolió y duele en el seno del Gobierno.

 

III

Subido al tranvía del deseo el Gobierno pierde la compostura cuando la calle se colma de reclamos. Lejos de su optimismo republicano, banco y pulcro, el conflicto social se incrementa y las tensiones políticas son cada vez más tensa. Lentamente el clima social parece transformarse.

La desaparición de Santiago Maldonado le ha generado más que un dolor de cabeza a nivel internacional a Cambiemos. El patético papel de la Ministra Bullrich deja expuesta, una vez más, las relaciones de los agentes de la actual gestión con el pasado represivo en el país. Macri y sus funcionarios se han cansado de justificar a la dictadura cívico-militar. Ahora justifican sin inmutarse la desaparición forzada de Maldonado.

Aun así el discurso Pro prende en el núcleo duro de una población que se niega a abrir los ojos. Encausada en el predominio de la exaltación moral antes que la emergencia política. No obstante, ese círculo duro del macrismo no parece ser suficiente para sostener el peso específico de la relación electoral  a nivel global.

Macri tiene una obsesión: No aparecer ante la opinión pública como un nuevo De La Rúa. La pornográfica manipulación de votos en la Provincia de Buenos Aires, la maniobra mediática que presentó el falso festejo de un triunfo que no fue, tienden a mostrarse en esa dirección.

La campaña de cara a octubre volverá a recaer sobre el Monstruo. La otredad mostrada como una abyección repulsiva creada por el Monstruo populista. El espacio ideológico donde lo moral no distingue  lo político. Pero refuerza una y otra vez la idea del peronismo como el mayor mal de  la Argentina.

Por ahora el macrismo se embriaga en su propio relato. El tranvía del deseo se impulsa a base de operaciones mediáticas y políticas más que con fuerza real. La inversión de los valores sociales le sirve al Gobierno para mostrar una fortaleza endeble. Cambiemos, el falso Frankenstein, no se ha dado cuenta que el Monstruo no ha muerto. Desde el ’55 intentan matarlo. Pero el Moderno Prometeo suele burlar a la muerte y dotarla de vida.

 

* AGN Prensa Sindical / La Señal Medios.

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