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Por GUSTAVO RAMÍREZ *
La conducción de la CGT ha cambiado el rumbo de la disputa contra las políticas económicas y sociales que impulsa la gestión de Mauricio Macri. La definición de la marcha del 22 agosto se enmarca no ya en las diferencias internas en la CGT sino en la lectura del mapa social. Ese mapeo social se explayó con elocuencia durante el inédito plenario de Secretarios Generales realizado en ferro a principios de Agosto. Más allá del debate y las diferencias internas, aquél encuentro marcó la coincidencia global en el diagnóstico negativo y consolidó la decisión firme de salir a la calle con el conjunto del Movimiento Obrero.
Luego del proceso electoral, manoseado hasta el hartazgo por el sector político y mediático que maneja el Gobierno, la fuerza que adquiere la movilización a Plaza de Mayo se dinamiza y potencia. La expresión social de las urnas fue contundente en el rechazo al Gobierno. Durante la última semana el Triunvirato que conduce la CGT salió airoso del fuego cruzado que montó una operación política y mediática. La misma hostigó con soberbia malicie a la marcha. Sobre todos porque el escenario, al rojo vivo, confirma la lectura de un Gobierno en retroceso. Claro que ese revés en las urnas y en el terreno social no implica observar a una gestión vencida.
Este martes se dará cuenta de esta parte del diagnóstico. La organización del acto será rigurosa para que no existan fisuras y se desvirtué la convocatoria. Habrá un solo orador y es posible que sea Juan Carlos Schmid, titular también de la CATT. Se espera un discurso endurecido, con datos en la mano. De éste encuentro saldrá la fecha para convocar a un Confederal que decida los pasos a seguir después de octubre. La necedad de la ansiedad emocional del militante promedio reclama un nuevo paro general nacional. La dinámica sindical no se marca con los arrebatos ideológicos. Maneja sus propios tiempos con cierta autonomía e independencia del humor social sectorial. El nuevo Confederal que se espera para septiembre marcará parte de la discusión y de la agenda próxima y segura del Movimiento Obrero.
¿Dónde está el dato? En el documento de unidad en la acción que ratificaron dirigentes de la CTA y de la CGT éste último viernes. Es probable que el paro nacional exista pero sólo después de las elecciones de octubre y más allá del resultado. Lo expuesto por el Movimiento Obrero lleva a razonar sobre las condiciones objetivas de unidad en el terreno político, donde parece que el campo nacional no encuentra verticalidad para sostener sus sentido orgánico. Aun con una dirigencia cuestionada la unidad en acción no se resquebraja. Menos aún cuando las campaña abierta contra el sindicalismo se realza en cada editorial y se reproduce con fría naturalidad en las redes sociales de compradores compulsivos de pescado podrido.
Frente a lecturas lineales y reduccionistas cabe señalar que la CGT se encamina a una recomposición en su estructura interna. La mayoría de los dirigentes que componen la central coinciden en señalar que es muy difícil conducir cuando la decisión se reparte entre tres. De la misma manera acuerdan de que no existe la emergencia de un liderazgo sólido. El tiempo se encargará de enmarcar la coyuntura interna. Lo concreto es que a paso de dicha renovación surgió el Plenario Nacional de Secretario Generales que dio pie a la movilización del 22 de agosto.
El sindicalismo puede resultar incorregible para los desprevenidos que miran al mundo desde su propio mundo. Goza de mala prensa porque ha sido, es y será, el pilar fundamental de la comunicad organizada. Feos, sucios y malos los sindicatos peronistas continúan en la reivindicación política e ideológica de las conquistas sociales. El Movimiento Obrero, aun con sus propias contradicciones a cuestas, se pone la camiseta opositora contra las políticas neoliberales, como ha sucedido en otras etapas históricas. Algo que todavía no ha hecho con suficiencia el ámbito político.
* AGN Prensa Sindical / La Señal Medios.
