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jueves , abril 25 2024
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ARGENTINA / Versos Satánicos

Por GUSTAVO RAMÍREZ *

 

“La velocidad, la sensación de velocidad volvió, silbando su nota escalofriante”

Salman Rushdi

I

El tiempo puede ser vértigo. Los cambios propiciados por el Gobierno, durante éste año de gestión, rompieron los diques de contención social ya aceleraron el proceso de crisis, que no es precisamente una herencia.

La decisión política de Cambiemos se plasma en el discurso que arma una narración ficcional para desandar el camino del “populismo”. La expresión dura del macrismo ronda en la desvalorización del Estado como agente promotor de la movilidad social.

La transferencia de recursos económicos a los sectores más enriquecidos proporciona un desajuste en el equilibrio social que produce mayor pobreza, menor capacidad de producción, pérdida de puestos de trabajo, mayor endeudamiento social.

No se ha propiciado el mercado para fortalecer la circulación virtuosa del mercado interno. Por el contrario se generó el terreno para el capital no llegue, sino que se retire. Las líneas gruesas del entramado económico supuran y abren brechas de profunda desigualdad social.

Un informe del Centro de Economía Política Argentina da cuenta que la fuga de capitales alcanzó entre enero y noviembre del 2016 un incremento del 118 % respecto al mismo período del año anterior. En tanto, el falso optimismo del Gobierno se traduce en eyecciones anunciadas del Gabinete. Prat Gay, Ministro de Hacienda, hizo parte del trabajo sucio. Gracias y adiós.

 

II

La marca social del Gobierno carece de significante sensible. Parte de la estructura política, hombres y nombres, está compuesta por agentes que durante la crisis del 2001 montaron un escenario para proteger a los bancos.

La desmemoria tiene un tinte ideológico que se traduce en ficciones políticas. El imaginario colectivo sentenció el final de un Gobierno Peronista después de llenarse la panza y acumular ahorros para comprar míseras sumas de dólares. Esos dólares ahora serán cambiados para parar la olla. La clase media es un sueño eterno. Pero tiene cierta influencia de contagio sobre las clases populares. Producto de la movilidad social.

“Nuestro creativo presidente nos propone, ante la falta de resultados de su política sobre el poder adquisitivo, una política de civilización”. La frase pertenece a Thomas Piketty, el profesor en economía francés, no habla de Macri. O sí. Hace referencia a Sarkozy. El texto data del 14 de enero del 2008. Es decir, hay referencias del universo conservador sobre un discurso moralizante que tapa las desventuras del proceso económico y social. Y esto es una decisión política.

A principio del 2016 los datos eran desoladores. Para marzo los despidos trepaban a 141.542. La veracidad de los datos puede ser puesta en duda si los emite el INDEC, si antes no era confiable porque debería serlo ahora. Aun así el organismo reconoce que en el segundo semestre del año el desempleo llegó al 9,3% y afectó a 1.165.000 personas. Si los datos no son creíbles y nos permitimos esa duda, podemos entender que los números son superiores.

Los datos industriales no son mejores. Según el informe de Coyuntura del CEPA la industria nacional perdió más de lo que ganó. Curioso, en la década anterior, la UIA se quejaba pero sus ganancias incrementaban sus arcas. Los números atestiguan la caída: El retroceso, en los primeros diez meses del año, alcanza un 4,9%. En tanto que la UIA ese margen trepa al 5,4%. “Caída de demanda, aumento de los costos y desplazamiento en el mercado por la apertura importadora”.

Los optimistas del modelo son los de “siempre”. Los ganadores. Los que parece que nunca van caer. Claro, hasta que surja un nuevo Lehman Brothers. En éste surrealismo económico el Informe del CEPA establece que según las estadísticas del Banco Central los bancos obtuvieron una ganancia interanual del 44%.

¿A quién salva Dios en ésta carrera? 28 de octubre del 2008. Escribe Piketty: “Cuarenta mil millones para recapitalizar los bancos franceses, 320.000 millones para garantizar sus préstamos, 1,7 billones a nivel europeo”.

Algún periodista aficionado al paracaidismo de la comodidad le preguntará alguna vez al Empresario-Presidente si ha comprendido la dimensión de la crisis mundial. Utopías. Cierto.

 

III

Para generar espacios de proliferación de la especulación económica, réditos del capital financiero, el Gobierno generó escenarios de crisis económicas. El endeudamiento no se traduce en contención social, es dependencia política.

Aun así, si uno sale de las periferias del micro clima, existe una amplio sector social que se pierde en su propio laberinto. Entre espejos de significantes vacíos y alacenas conservadas llenas discurren sobre temas que le son ajenos: Seguridad, corrupción, más seguridad y más corrupción. No es que estos temas sean menores, pero más allá del calor de los medios, son abstracciones. Que se entienda. No se niega la problemática. Pero los índices se mantienen estables en éste sentido. Pero pueden cambiar frente al deterioro de la economía. Traducción, sin oportunidades laborales crece la delincuencia. No es nuevo. Es socialmente viable.

¿Tiene crédito social el Gobierno? Parece no importar eso. Los marcos de la tensión social se mantienen a niveles lógicos para estas fechas. Macri no es un improvisado. Ha mandado a sus “halcones” a moverse políticamente. El Gobierno, mal que nos pese y frente a diversos factores, pudo desactivar el entramado político que le asestaba un golpe importante, como era la cuestión Ganancias. Tiene algo de aire.

No obstante el año nuevo todavía no llega. Los cambios en economía, la salida de Prat Gay y la llegada de Caputo y Dujovne, expresan a las claras, por los antecedentes de ambos, la dirección que van a tomar las medidas políticas en meses nada más. Algunos periodistas de la “civilización” propagan la “inocente” idea de que el Gobierno no se va a arriesgar a ajustar en un año electoral. El coqueteo moral con un Presidente que discursea desde la autoayuda ensombrece el análisis de coyuntura.

“El ajuste es la razón de ser del gobierno macrista”, escribió, Gabriel Fernández, director periodístico de La Señal. Ese fue el eje de campaña. No se le prestaba la atención debida. Macri aseguraba que era necesario el “sinceramiento de la economía”. Es el famoso margen de previsibilidad para la renta financiera.

“Quien pierde paga”, es el título del último libro del interminable Stephen King. Casi como parodia, da la impresión, que éste país se cierne sobre un manto tenebroso, luego de 12 años de estado de bienestar. ¿Será ese el costo de la derrota electoral en el 2015? ¿Sabrán los anti-populistas que no serán eximidos de arder en fuego sagrado de la economía del libre mercado? ¿Comprenderá la clase media que su víscera más sensible no es el bolsillo? ¿Se desprenderá, cierto sector popular, de la esposa que lo ata a esa clase media?

El Gobierno recita su versito de optimismo redentor. Pregona el individualismo como certeza de la realización social. Demoniza al Estado, no para privatizarlo, más bien para ajusticiarlo. Reducirlo. Disciplinarlo. El macrismo cambió los globos amarillos por versos satánicos, los mismos versos que sumieron al mudo en una crisis que pagan los pobres.

* AGN / La Señal Medios.

 

 

 

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