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viernes , abril 19 2024
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COPROFILIA / Los medios cloacales

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Como en tantas casas, hace algunos años hubo que arreglar todo el baño en el hogar de una compañera. Se cambiaron los caños, se instalaron nuevos sanitarios. Y se colocó un inodoro, como no podía ser de otra manera.

No hay innovación sin tensión. A raíz de la lentitud en el fluir del agua en la nueva taza, surgió el debate. La compañera, con una pollera breve acampanada, tacos altos y uñas bien pintadas, debatió con el plomero, su panza y su camiseta delatora del inhóspito trabajo.

Después de un rato, cuando el obrero defendía a rajatabla su obra, la mujer cortó el debate de cuajo con un ejemplo contundente: -Mire, yo hice un sorete así de largo (ejemplo visual) y se trabó. Es decir, el inodoro no funciona. Sin más, el hombre retomó sus labores y agilizó el sistema.

Esta simple anécdota, sin garbo pero con elocuencia, da cuenta de un par de certezas: no sólo los perritos se adentran en vínculos alrededor de sus cacas; y las bellas colas femeninas que tanto apreciamos, tienen una biología sorprendentemente semejante a las varoniles.

Claro, una cosa es instalar –y usar- un baño particular, y otra construir un medio de comunicación. Los medios no deberían operar como una cloaca que lanza sus detritus sobre la sociedad, con el objetivo de promover el desprestigio de un proyecto político.

Se ha dicho, peronianamente, que las casas se construyen con todo. No sólo con materiales nobles. Empero, vale consignar que desde hace un siglo La Nación, y desde hace menos tiempo sus satélites, está elaborada específicamente con bosta.

Es raro hallar en un decurso tan extenso algún período en el cual el diario orientador no haya promocionado a los bandidos –y por tanto, cagadores, para seguir en tono- más trascendentes de la historia, y no haya hundido bajo toneladas de mierda a quienes bregaron por poner al país de pie.

La observación del Papa Francisco sobre la tendencia a la coprofilia de estas empresas y sus periodistas, es de una gran sabiduría; aún cuando nos remita a temáticas dañinas para los estómagos refinados. Como se viene observando.

Jorge Bergoglio aseveró que los medios «Pueden ser tentados de calumnia -usados para calumniar y ensuciar a la gente-, sobre todo en el mundo de la política; pueden ser usados como difamación -toda persona tiene derecho a la buena fama, pero por ahí en su vida anterior, o en su vida pasada, o hace diez años tuvo un problema con la justicia, o un problema en su vida familiar-. entonces, sacar a la luz hoy eso es grave, hace daño, se anula a una persona».

El Papa condenó a los medios que hacen un «carpetazo» para difamar a alguien, que desinforman y que caen en la «enfermedad de la coprofilia”. Conocedor a fondo de los medios argentinos, víctima hoy de las campañas de los medios internacionales, el jefe del Vaticano puso en medio del debate un asunto con demasiado filo y derivación como para obviarlo.

En modo alguno se trata de ocultar delitos y mucho menos, investigaciones serias. De lo que se trata es de atisbar el contexto y preguntarse jauretcheanamente ¿porqué se publica esto, ahora? Y, razonablemente: ¿a quién perjudica? ¿a quién beneficia?

Resulta ostensible que las andanadas promocionales de los medios corporativos en la Argentina –como en otras regiones- están destinadas a dañar la juridicidad convirtiendo sospechas, por repetidas, en verdades. Y que el trasfondo subyace en los oscuros y cloacales intereses que necesitan golpear unilateralmente a los proyectos populares.

Para los colegas que creen estar ejerciendo simplemente un periodismo que indaga en los intersticios de la corrupción, vale pensar en estas cosas. Los tres gobiernos nacional populares más importantes del continente (Brasil, Argentina, Venezuela) han sido sacudidos por oleadas de detritus destinadas a mostrar su deshonestidad.

La circulación de tales porquerías es rápida. A diferencia de un buen inodoro, que envía lo innecesario fuera del hogar, estos medios han convertido a la sociedad en receptáculo de sus heces. Han sacado lo peor del interior de cada ciudadano. Han contaminado el medio ambiente hasta tornarlo irrespirable.

Es bueno recordarlo en el futuro cercano, cuando intenten lavar sus manos con algunos reacomodamientos. Los soretes que La Nación lanza sobre la comunidad, son “así” de grandes.

* Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfia

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