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viernes , marzo 29 2024
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NOSFERATU / ¿Un pozo ciego?

Por GUSTAVO RAMÍREZ *

Y leo revistas

En la tempestad

Charly García

I

Los índices. Una cara aplasta por un pie. Un barco sin rumbo. Hay demasiadas fantasías para un Gobierno que sabe lo que hace y a dónde va. Las cosas están claras. La transferencia de riqueza implica el “cambio” alentado por las urnas.

Si, durante los últimos doce años, se consolidó un espacio de desarrollo de fuerzas productivas nacionales y eso generaba independencia económica, ¿por qué éste Gobierno desbasta ese logro social? La pregunta parece inocente. Puede que lo sea. Pero no hay valor ideológico. Es una relación política.

Al período que abarca entre 1875 y 1914 el historiador inglés, Eric Hobsbawm lo denominó la “era del imperio”. En ese lapso histórico pasaron demasiadas cosas en el mundo. Hobsbawm destaca que fue el momento social donde la economía se fusiona con la política. Nada es aislado. Es decir. Las decisiones económicas de Cambiemos no son meras especulaciones económicas. Es una manera de hacer política.

¿Argentina cae en una pozo ciego en la realización social de su economía? Argentina retrocede porque la derecha en el gobierno se estructura en la razón positivista. Atrasa cincuenta años. La destrucción del proceso industrial implica la ruptura del tejido social. En la comunidad organizada ese tejido es un dique de contención social y político. Ese dique está construido, a su vez, por el concreto inalienable del trabajo.

El marco del retraso político se divisa en la fantasía de una economía que se abre a los mercados. Es una época de una contracción cíclica. No es un período de expansión de las economías porque existe una crisis financiera internacional. Es curioso pero en éste marco las economías liberales más tradicionales, como la inglesa o la alemana, sólo para poner ejemplos, se protegen. Sí. Son proteccionistas. Necesitan cuidar su moneda y sostener el consumo interno. Todo en base al sostenimiento de su producción industrial. Claro que no siempre funciona. Europa aún está en crisis.

 

II

No es la timba financiera. Es la política. Mauricio Macri eligió pensarse como un restaurador del régimen conservador neoliberal. Claro que su elección conlleva un cambio estructural. El traspaso del estado de bienestar” al universo de la economía abierta y sin control, reformula los roles sociales. La presencia social del Estado solo se entiende a través de sus aparatos represivos e ideológicos.

La caída en la economía no representa un daño, en éste sistema, porque se necesita eliminar del juego a los actores sobrantes. El Estado solo va a garantizar la existencia de quienes se adapten a la demanda de un mercado flaco y volcado de lleno al capital financiero. No se necesita producir nada. Todo es comprable, en la medida que se retro-alimenta el gigante de la deuda. Es decir se necesita “endeudados”. Más nos endeudamos más se enriquece la estructura financiera. Ya no mandan los industriales. Mandan los bancos.

El dato, no menor, es que el Gobierno de Macri se legitimó en las urnas. No hubo golpe institucional, no asonada militar. Hubo elecciones. ¿El electorado nacional es conservador? En todo caso es ambivalente y se dejó seducir por el canto de sirenas de un sujeto que representó, en el imaginario colectivo, la “restauración” de un régimen de valores que cierto sector social veía, se habían perdido. Macri pudo interpelar a ese electorado sin demasiada pompa. Entre otros factores que ya fueron analizados oportunamente.

 

III

Frente a Macri el progresismo se escandaliza. Opera como el elector de Cambiemos pero proporcionalmente a la inversa. El campo popular también tiene sus Carrió en las redes sociales. Hay una matriz paralizante en ese pensamiento. Porque no discute política e ideologiza la economía.

Para Observatorio de Datos Económicas de la CGT la inflación anual llegó, en octubre, al 43,46 %. Es un dato político. Porque es inflación en una economía recesiva se devora al poder adquisitivo de los trabajadores. En lo que va del año el salario perdió un 11,5% de su poder de compra. Parte de la fuerza productiva se desmorona. Otra parte, el sector de producción industrial se desmantela. Referentes empresariales de diversos sectores industriales dan cuenta del retroceso de sus empresas frente a la apertura de las importaciones y ante el desfasaje del consumo interno.

El último 18 de noviembre la CGT y los Movimiento Sociales pusieron en la calle, frente al Congreso, a más de 200 mil trabajadores. Ante semejante acto de fe hubo reacciones orquestadas por un pensamiento obtuso. Se arremetió contra la Central Obrera sin palpar el trasfondo de la movida. El cambio discursivo, de parte, de los integrantes del Triunvirato de la CGT  es un síntoma que debería ser tomado con agrado y no como algo que llega a destiempo. Sobre todo por la unidad de acción programática que demostraron los sindicalistas con los dirigentes de los Movimientos Sociales.

Mientras el acto llegaba a su zenit y ponía en órbita un satélite en alerta para los trabajadores formales e informales, La Cámpora, esa expresión ombliguista e infantil del kirchnerismo, emitía un comunicado anoréxico de ideas. Entre las sonseras propias vale distinguir que desde esa organización la visión residual y liberal sobre el sindicalismo los pone en una posición iluminista respecto a los trabajadores. La vanguardia moral, de los soldados de Cristina, también atrasa cincuenta años.

Otra vez. La moral no explica a la política. Mientras en los últimos tiempos La Cámpora militaba para dinamitar los espacios peronistas, dentro del Frente Para la Victoria, y perdía territorialidad por su fractura interna, el Movimiento Evita, castigo por esa misma militancia, se asentaba en el territorio y consolidaba su espacio sin bajar ninguna bandera. Después de todo, la política se trata de construir poder.

En los entretelones de la derrota la perorata simplista se agarra de los pelos con los medios corporativos sin ahondar en el análisis. El tiempo pasó y se perdió. Mientras la nostalgia por el “regreso” se plasma en angustia oral, el Movimiento Obrero, con sus contradicciones internas, asume el rol protagónico de dar batalla en las calles y negociar cuando hace falta. Algo muy estúpido es pensar que la negociación no es parte del juego político. ¿Cómo se podrían medir las relaciones de fuerzas, en los espacios sociales, si no es por medio de la negociación? Hay momentos para presionar pero hay momentos, también para negociar. Pero el juicio moral licúa las ansiedades.

En tanto parte de la oposición juega su juego. Las elecciones del 2017 pueden servir como plebiscito a la gestión macrista pero también tienen que ver con la reorganización de algunas fuerzas. El Frente Renovador, un tan híbrido como ambiguo, empieza a ser un actor clave para no fugar más votos hacia la derecha. En un escenario bipolar la dirigencia política entra en calor.

Felipe Solá, Diputado Nacional por el FR,  vertió algunos breves conceptos para ésta nota ante nuestro requerimiento. Respecto al acto de la CGT expresó: “Hoy no hay una CGT separada de lo que pasa en la calle donde no hay trabajo, donde hay gente que no llega a fin de mes. La CGT defiende a todos”.

     El ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires sostiene que éste Gobierno conserva aún “margen de respuesta, pero los de abajo, si no se les da un refuerzo, van a tener una tristísima navidad”. En ese sentido Solá indicó que el rol del Frente Renovador como fuerza opositora en es el “darse cuenta de la situación y votar leyes a favor de esa gente, a favor de todos los que están mal, al mismo tiempo que tengan financiamiento”.

     Al ser consultado sobre un posible veto de Macri a la Ley de Emergencia Social, el Diputado señaló: “Trataremos de hacer una ley, no para que la vete, sino para que la cumpla”.

     Mientras tanto el Gobierno opera como una especie de Nosferatu político y social. La única certeza que lo señala, en su vampirismo económico, es el deterioro de la economía y la debacle social que le corresponde. Tanto como suma confusión la ausencia de unidad, ya no lógica sino necesaria, en el campo nacional y popular.  

* La Señal Medios / AGN Comunicaciones.

 

   

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