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viernes , marzo 29 2024
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YABRÁN, AÑOS DESPUÉS / Algo

Por GABRIEL FERNÁNDEZ *

 

Pasan los años y algunos sucesos andan por allí, flotando en el inconsciente. Más allá de quién fue y porqué lo hizo. Se trata de episodios descentrados de su propia trama. Ese tejido configura su lado oscuro, pero curiosamente, su factor determinante.

Si es por morir, el asunto es bien general. Si de matar se trata, imagine. Si suicidarse es la cuestión, pregúntele a las funcionarias amigas del fiscal. El tema es, como en otros complejos planos, las relaciones y las articulaciones que llevaron a un desenlace. De eso no se informa.

CRIMEN. Quien esto escribe tampoco lo hizo, nobleza obliga, aquél 20 de mayo de 1998. Realizó una nota con los elementos centrales del Caso Cabezas, ahondó en los negociados de Alfredo Yabrán con la dictadura y analizó el ascenso accionario en Ocasa, así como los testaferros en Oca. Hasta se permitió vincularlo con el territorio liberado por la bonaerense e, indirectamente, con la banda de Los Horneros.

Fue tapa del diario que orientaba, como de tantos otros. La foto escogida resultó esa bien apaisada donde se realzaban los ojos perspicaces del empresario. La cobertura fue más a fondo que la del propio Perfil y su revista; quienes participamos sentimos –tal vez fue así- que realizamos un pequeñísimo aporte a la justicia por José Luis Cabezas.

Pero a este periodista se le escapó algo; ese algo –esa trama– aún está en circulación y emerge algunas noches, cuando el sueño profundo se apacigua y ese algo sugiere “fijate acá”. Entonces, los ojos de Yabrán transmiten muchas más cosas que cuando era sindicado como el gran autor del crimen y aún después de su muerte, que apenas sirvió –en nuestras mentes de entonces- para corroborar su carácter “mafioso”.

MIRADA. Los ojos dicen “soy el turco”. Los ojos ríen “hice plata como todos los demás”. Los ojos de Yabrán inquieren “sin cobertura”. Surgen personajes: la hermana Coca, la sobrina Rita. Y ese Wenceslao Bunge con el ambiguo perfil propio de una familia que tiene asentamiento en varias costas.

Los ojos dicen “mirá la foto”.

Ahí está, después de siempre y para siempre. ¿Pero qué puede verse ahora? Yabrán camina en las playas de Pinamar junto a María Cristina Pérez, su mujer. Están rodeados por una multitud de turistas; una escena clásica de la Costa Atlántica argentina. La mujer que escucha la charla del Turco, no es, ostensiblemente, una modelo. No es una chica de catálogo, ni pertenece a algún segmento con realce social.

El entonces poderosísimo empresario de correos convivía a diario con una Pérez, con Coca, con Rita y con uno de esos Bunge que cada tanto amoscan a su entorno con parrafadas sobre la industria argentina y la importancia de establecer un nuevo país asentado en la ciencia y la técnica. Esos plomos que nunca serán Blaquier.

OTROS. ¿Blaquier? ¿Y de dónde surge ese apellido? ¿Porqué el paciente cerebro ha ligado ambos hombres de negocios, sin argumentos? Bueno, ambos tienen tenían tendrán mucho mucho dinero. Ambos mataron gente para conseguirlo, conservarlo, acrecentarlo. Ambos se ligaron a la dictadura militar… pero uno lo hizo desde arriba y otro desde abajo, al costado.

A ver. Don Alfredo se reunió con todos. Hizo los deberes del empresario que necesitaba lograr los mejores acuerdos con el régimen y persistió durante el alfonsinismo. Tuvo nexos externos que permiten inferir con sostén el aprovechamiento del oficio de “cartero” para trasladar sustancias sin que las mismas puedan ser detectadas a la luz.

Es más: entre las versiones que nos han hecho llegar, está la de alguna operatoria en la numéricamente confusa elección nacional de 1995, cuando su amigo Carlos Menem logró la reelección contra todos los pronósticos previos, tras un lustro de ajuste. Nadie se preguntó mucho porque, se sabe, “la gente siempre vota al peronismo, del color que sea”. Las urnas fueron trasladadas en los camiones de la empresa de Yabrán.

Todo eso y más. Es decir, lejos estamos de indicar que el entrerriano nada tuvo que ver con la muerte de Cabezas. Pensamos que no se debió a esa foto, simpática, playera. Si Yabrán no quería fotos y si no quería que se lo viera en público, bueno, los paseos veraniegos bien podrían haberse desplegado en un espacio privado. Los otros vínculos, en cambio, parecen más preocupantes.

Pero entonces surge otra chispa en la mirada: “¿quién empezó con todo esto? Mirá”. Pues Yabrán estaba en foco desde tiempo atrás porque un hombre ligado a Federal Express, competidora fortísima en el rubro, que además –como suele pasar en los gobiernos empresariales- operaba como ministro de Economía argentino, lo había denunciado como un delincuente.

PERTENECER. En una sesión del Congreso en 1995, Domingo Felipe Cavallo, aseveró que Yabrán era una especie de líder mafioso, con protección política y judicial. Aportó unos pocos datos sobre aquellos vínculos externos y ciertas denuncias al vuelo, sin ahondar. Aunque al vecino común las “informaciones” de Cavallo lo escandalizaran, se trataba de circuitos comunes a los establecidos por el gran empresariado argentino.

Yabrán y su familia no estaban relacionados con esa cúspide social. Don Alfredo era un turco enriquecido. Es memorable la imagen trazada por Miguel Bonasso en su biografía: el empresario ordenando la gigantesca recaudación del día, armando fajos de billetes y sujetándolos con “gomitas”, con tiras de caucho. Así, como el almacenero. Como el turco del almacén de ramos generales.

Terminaba esa actividad cotidiana y se retiraba al galpón menos suntuoso, pero a su entender más cómodo, a tomar mate con el casero. Allí lo encontraron, en Aldea San Antonio, no muy lejos de Larroque, con un tiro en el rostro. La Bersuit cantó que era un muñeco. La sospecha popular tejió aventuradas hipótesis sobre una fuga hacia una isla lejana. Quizás, junto a Elvis. Se señaló al hombre de Banfield, en tensión con el menemismo. Otros especularon con un crimen de los narcos para silenciarlo. La familia insistió con el suicidio.

Pero lo importante es, curiosamente, lo accesorio. Las gomitas, el paseo con la señora entrada en kilos por la costa, el mate en el galpón –aunque pudiera comprar la producción entera de champagne nacional, chileno y francés-, esos Bunge que siempre aparecen hablando cosas raras, el capataz Gervasoni, los pibes que fanfarroneaban con un cuatriciclo cuando ya todos los jóvenes patricios tenían varios, el desdén del nuevo rico hacia reuniones sociales improductivas (e incómodas). Y FedEx, la compañía de la tierna película El Náufrago.

TODOS. Buscamos hoy, nuevamente. Repasamos las denuncias de Cavallo, releemos las investigaciones de la época. Ingresamos en las páginas de Greenpol y observamos las imágenes de la mansión en la cual habitan, silenciosamente, los hijos de Don Alfredo. Hay pobladores de Punta del Este que aseveran haber visto, varias veces, a María Cristina Pérez paseando a solas.

Quién sabe por dónde anda, realmente, el Turco Yabrán; seguro que, en el planeta que fuere, con una dosis adecuada de yerba mate. Quizás Piporé, como la preferida de los sirio libaneses que vuelven al pago.

Aunque los peores indicios resultaran comprobados, aunque su vínculos con la dictadura y el narcotráfico, con el menemismo y la bonaerense, fueran ciertos. Aunque haya matado a muchos, inclusive a Cabezas. Y aunque por todo eso merezca nuestra condena desde una mirada asentada en el pueblo argentino, hemos de indicar, para liberar ese “algo” que surge cada tanto:  todos los demás también.

Es preciso que cada vez que se homenajea y se evalúa cual gran señor y audaz empresario a cada uno de los integrantes del poder concentrado en la Argentina, recordemos que no han cometido un solo ilícito menos que Don Alfredo. Sólo que están entornados por una protección social con lazos en tantas direcciones, que la trama evita las portadas, las pantallas, las imputaciones, las condenas. Hasta las sospechas.

Efectivamente, como nos dicen a la distancia los ojos atigrados y perspicaces del turco, todos han procedido de modo semejante; pero pertenecer, tiene sus privilegios.

  • Director La Señal Medios / Sindical Federal / Area Periodística Radio Gráfica.

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