BIGtheme.net http://bigtheme.net/ecommerce/opencart OpenCart Templates
miércoles , abril 24 2024
Inicio / Tramas / VIAJE APÁTRIDA / El voto

VIAJE APÁTRIDA / El voto

Por ARMANDO VIDAL *

En un vuelo extraordinario, automático, sin piloto aunque disimulado con un muñeco por razones de apariencia, los argentinos estamos superando con la realidad la fantasía de Steven Spielberg y pasamos, en sólo en seis meses, hasta casi llegar a Roque Sáenz Peña.

Muy atrás quedaron Alfonsín, Perón e Yrigoyen y, por supuesto, Ella, la primera referencia del camino en dirección contraria.

¿Pero por qué Roque Sáenz Peña?

Porque fue el único argentino que enfrentó con su valentía de romántico guerrero del ejército del Perú (Guerra del Pacífico, 1889/1894) a la poderosa y reaccionaria oligarquía, a la que pertenecía, hasta imponer la ley que lleva su nombre que es la del voto universal, secreto y obligatorio.

En esa causa estuvo siempre a su lado otro guerrero de la misma doble guerra (voluntario como Roque en el campo de batalla contra Chile y después contra la elite oligárquica criolla, ambos enemigos respaldados por la pérfida Inglaterra), Indalecio Gómez, salteño, a quien no busquen en el museo de la capital de su provincia, que respalda la familia Patrón Costas, porque no lo van a encontrar.

Indalecio era el ministro del Interior de Roque, el Presidente elegido a dedo que en el Centenario de la Revolución de Mayo se entendió y abrazó con Yrigoyen y puso fin a las revoluciones radicales mandando su proyecto al Congreso de la Nación que lo aprobó en 1912. Y por la cual, el 2 de abril de 1916, Yrigoyen fue elegido Presidente, cargo que asumió el 12 de octubre, en poco más, un siglo.

Ese mismo Congreso (el que aprobó el acuerdo con los buitres, el que convalidó los DNU anticonstitucionales) es el que ahora se dispone hacerlo con una ley basada en la mentira de que hay que modernizar el sistema de votación consagrando el voto electrónico, sistema que rechazó Alemania, entre otras naciones, por falta absoluta de control y por ende de confiabilidad alguna.

Para terminar con el voto obligatorio, que es lo que realmente se persigue (Art. 37 de la Constitución Nacional) primero tienen que ganar el próximo año las elecciones parlamentarias y después, por la misma vía, declarar que el voto sea libre por medio de una reforma de la Constitución, con otros cambios consagratorios del neoliberalismo, aprobados en una elección de constituyentes.

Allí termina el viaje, si es que no avanza –lo están pensando en Washington- hasta 1880, primer gobierno de Julio A. Roca. Pero no por Roca, siquiera, sino por la oleada de inmigrantes europeos que vino después que aceleró el nacimiento del partido radical en 1891 y las ideas estrafalarias para los dueños de la Argentina del anarquismo y socialismo.

Para esos dueños, hoy, sobran los paraguayos, bolivianos y peruanos y hasta los argentinos porque el campo está tecnificado y la Sociedad Rural Argentina no necesita peones.

De modo que en esta historia, a diferencia de Volver al Futuro, la gran película de Spielberg, las fotos de Yrigoyen y Alfonsín se borrarán con la ayuda de los parlamentarios radicales. Y con la ayuda de los parlamentarios peronistas de Bossio, Romero, Massa y ¿Pichetto? se borrarán también las de Perón y, obviamente, las de Él y Ella, que lo único bueno que tuvieron fueron los enemigos que planearon y ejecutan este viaje.

Un viaje, cuyo relato puede leerse de aquí hacia atrás en La Nación, diario fundado por Bartolomé Mitre, en 1870.

* Periodista / Clarín / Autor de El Congreso en la trampa / Radio Gráfica / La Señal Medios.

Comentarios

comentarios

Visite también

Paz Interior

  Por NORMA ROSA TORELLO *    Néctar para el alma Una de las aristas ...